—Todavía tengo hambre —dice.
Le está saliendo un chichón en la frente, aunque no parece que le preocupe. Saco un par de píldoras e intento dárselas, pero no está dispuesto a cogerlas. Ni siquiera las mira, parece como si no supiera que están aquí. Ni siquiera estoy seguro de que sepa que yo estoy ahí. Tiene una gran marca de una mordedura en el interior del brazo que sin duda coincide perfectamente con sus dientes. Tiene más hambre de lo que creía.
—Necesito que me hables de los Gemelos.
—Era tan guapa —dice—. Tan inocente. Tenía que probarla. Tenía que hacerlo. No dependía de mí, sino de la voz que me decía que lo hiciera. Me lo repetía una y otra vez por la noche, cuando estaba tendido en la cama, me dijo que lo hiciera y yo lo hice, era la única manera de acallar esa voz. Ese monstruo sin nombre vivía dentro de mí.
Contemplo el álbum de fotos. Está hablando de su hermana. La foto en la que aparecen mirándome no se parece en nada a la escena que presencié la última vez que los vi juntos.
—Tanta sangre —dice—, y yo odio… —Deja de hablar. Se detiene a media frase, cierra los ojos y empieza a mecerse lentamente, al principio son movimientos leves, pero van aumentando cada vez más hasta que cae de la silla y queda tendido en el suelo boca abajo. Le salto sobre la espalda, tiro de su cabeza hacia atrás, le abro la boca y le meto un par de pastillas dentro antes de mantenerle la boca cerrada y de taparle la nariz, aunque tampoco ofrece resistencia. Se traga las píldoras.
Lo ayudo a sentarse de nuevo en la silla y sigue mirando fijamente hacia delante como si nada hubiera ocurrido.
—Los Gemelos —digo—. ?Eran realmente gemelos?
—El sabor era dulce —dice—. Como el de los caramelos.
Por algún motivo, no creo que fuera así.
—Jesse, escúchame, piensa en Grover Hills.
—No.
—Por favor.
—Nada de Grover Hills.
—Allí había dos camilleros.
—Los Gemelos —dice.
—?Eran hermanos?
—Eran gemelos.
—?Sabes sus nombres?
—Botones los sabe.
—?Qué?
—Botones —repite mientras se clava un dedo en el antebrazo—. Botones también estaba allí.
—?Botones es un gato?
—Un gato no —dice—. Botones —a?ade, luego se lleva los dedos a la boca y finge estar fumando un cigarrillo antes de simular que se lo apaga en el brazo. Un instante después echa la cabeza hacia atrás, cierra los ojos y se queda dormido.
50
Adrian no puede dormir.
Uno de los motivos es su pierna. El vendaje está ensangrentado porque la herida que tapa no para de picarle y no puede evitar rascárselo. Se pasa el rato hundiendo las u?as donde le pica intentando encontrar algún alivio, pero es en vano. La madre de Cooper le ha dicho que tendrían que suturarle la herida. Sin embargo, hace muchos a?os, cuando recibió aquella paliza brutal y se le mearon encima, le pusieron puntos, no le gustó nada y no ve por qué tendría que haber cambiado de opinión desde entonces.
Otro motivo por el que no puede dormir es que no logra desconectar su cerebro. Aún no ha encontrado el pegamento, a pesar de que está absolutamente seguro de que lo sacó del bolsillo de los pantalones y se lo metió en el par que se llevó puesto de la casa de la madre de Cooper, pero el problema es que cuanto más piensa en ello, menos seguro está de haberlo hecho y más empieza a cambiar su recuerdo de los acontecimientos. Recuerda haberse sentado en la cama con la ropa vieja para vaciarse los bolsillos, pero no recuerda nada después de eso.
Piensa en Theodore Tate y en lo cerca que ha estado de perder la vida esta noche, en lo que habría pasado si Tate no hubiera tenido la pistola en la mano vendada cuando le ha disparado. Adrian está seguro de que eso no le había permitido reaccionar más rápido. Piensa en los Gemelos, piensa en la gente que conoció en el centro de reinserción, piensa en su madre y piensa en su otra madre. No puede dejar de pensar en gente y eso le impide dormir. Piensa en la expresión del rostro de la madre de Cooper cuando ha reproducido la cinta. Solo ha tenido que reproducirla unos segundos antes de cerrar la puerta, a sabiendas de lo que ocurriría después, pero ella se lo merecía. Era una mala madre. Y las malas madres deben recibir su merecido.
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel