El coleccionista

—?Qué demonios ha sucedido? —pregunta Schroder.

—No… no lo sé muy bien.

—Te atacó mientras hablabas por teléfono conmigo.

—?Me llamaste?

—No, me llamaste tú a mí.

—Espera —digo. Cierro los ojos e intento recordarlo. Recuerdo haberme comido una hamburguesa. Recuerdo haber paseado por los jardines, con las flores, el río, la hierba lozana y los árboles bien cuidados incluso con este calor. Recuerdo los cuerpos de Grover Hills y a los pandilleros del perro presa. Luego andaba por mi casa marcando un número de teléfono, abrí la puerta y allí estaba ella. ?Fue por eso por lo que llamé a Schroder? ?Para contarle lo del cadáver? No, no, ya estaba hablando por teléfono cuando la vi…

—De algún modo, estaba colgada de mi tejado.

—Jane Tyrone —me recuerda.

—Me disparó con una Taser y me drogó.

—Lo sabemos. Y no hay duda que así es como se llevó también a los demás. Te dijo algo.

—?Eh?

—Poco después del disparo. Probablemente ya estabas inconsciente. Dijo: ?Bienvenido a mi colección?. O sea que Barlow tenía razón y Adrian está obsesionado con Cooper, está haciendo una colección que iba a incluirte a ti. Si no hubiera perdido los papeles con el disparo, ya estarías expuesto en alguna habitación cerrada.

—Mierda —digo, cuando pienso en lo diferentes que podrían haber sido las cosas, cuando pienso que ahora mismo podría haberme despertado en una Sala de los Gritos para mí solo—. Me falta algo —digo.

—?La pistola?

—No. Quiero decir, sí, pero tenía que contarte algo más.

—?De dónde había salido la pistola, Tate?

Imagino que probablemente Adrian habrá a?adido la pistola a su colección después de atacarme. Pienso en la posibilidad de contarle a Schroder que fue Adrian quien trajo la pistola, pero entonces él no habría tenido la ocasión de dispararla.

—Fue un regalo —le digo—. Después de que colgaran a mi gato y de que Adrian entrara en mi casa ya no me sentía seguro.

—?Un regalo de quién? ?De Donovan Green?

—?Qué importa?

—Pues importa porque es ilegal, por eso importa.

—Y si no la hubiera tenido, quién sabe dónde demonios me habría despertado ahora.

—De acuerdo, Tate, dejaremos pasar lo de la pistola por el momento, pero no me olvido de ello. Por cierto, acertaste el tiro.

—?Qué?

—Encontramos la bala en la valla. Hay ropa y sangre en ella, por lo que debió de atravesar algo. Y tenemos sangre derramada en el césped, rodeada por los papelitos de identificación de la Taser, y el rastro de sangre llega hasta la calle. No hay suficiente sangre para que sea una herida grave, pero le diste bastante bien.

Schroder me ayuda a salir de la ambulancia descargándome de mi propio peso para que pueda tenerme en pie. Mis primeros pasos son como los de un potro recién nacido y Schroder tiene que seguir ayudándome durante unos segundos. Sin embargo, el dolor de cabeza no se va. Recuerdo haber sacado la pistola. Tenía el teléfono en la mano buena y agarré la pistola con la vendada. Eso me hizo una fracción de segundo más lento. Me costaba sujetarla. De haber podido tener unas décimas más, habría podido apuntar y todo esto habría acabado. El problema entonces habría sido que Adrian estaría tendido en mi jardín con una bala en la cabeza y su cerebro habría quedado hecho papilla sin haber podido revelar el lugar donde se encuentra Emma.

La ambulancia está aparcada justo enfrente de mi casa. En la acera hay marcas de plástico junto a unas gotas de sangre. Nos acercamos al patio trasero, donde seis personas están echando una ojeada, todos ligeramente desenfocados. Todas las luces de mi casa están encendidas y han colocado un par de focos en el exterior. Mis vecinos están contemplándolo todo por encima de las cercas.

Jane Tyrone está colgada igual que cuando la vi por última vez. Tiene una soga alrededor del pecho y por debajo de los brazos, mientras que el otro extremo pasa por detrás de la chimenea del tejado, vuelve a bajar para levantar el peso del cadáver y está atado a una pata del banco de picnic. Imagino a Adrian subiéndola hasta allí, como un escalador. Nadie debió de verlo por encima de la verja. Siempre muy lentamente, el cuerpo de la chica rota más o menos unos cien grados mientras la cuerda gira sobre su eje, llega a un tope y luego empieza a rotar en la dirección opuesta. El cuerpo está hinchado y apenas tiene piel, tan solo unos pedazos, lo que queda a la vista es la carne e incluso algunas zonas en las que no hay ni siquiera carne. Tiene un amplio corte en el pecho, debió de abrírselo con la pala al desenterrarla. Está desnuda, pero cubierta de tierra. Algunas partes de ella se mueven levemente y veo que tiene el interior lleno de bichos. Lo que queda de la cara es oscuro y le cuelga, la piel restante está suelta y los dedos y las manos parecen guantes dos tallas más grandes de lo necesario.