El coleccionista

Necesita limpiarse. Está rebozado de tierra y de lo que piensa que podrían ser trozos de la chica muerta.

Se acerca con una linterna a la entrada del edificio e intenta abrir la puerta. Una cadena enlaza los dos picaportes y el candado parece mucho más nuevo que el que reventó en la puerta de Grover Hills. Retrocede para volver luego con la pala. Deja la linterna apoyada en el suelo, apuntando en dirección a la cadena, agarra bien el mango y descarga toda su fuerza contra el candado. Con el primer golpe ni siquiera lo toca, el canto de la pala se hunde en la puerta y en el escalón de hormigón, que le transmite la vibración del choque a las manos, mientras que peque?os fragmentos de cemento salen disparados y le aciertan en el labio. Cuando arremete por segunda vez, lo hace con rabia. Acierta tres veces en la puerta antes de dar con la cadena y cuando finalmente lo consigue no ocurre nada, nada hasta unos golpes más tarde, cuando acierta en la cadena con la fuerza suficiente para que ceda el picaporte. Siente curiosidad por ver cómo es el interior, curiosidad por ver cómo habría sido su vida si lo hubieran mandado allí. En el vestíbulo y las habitaciones reina una negrura propia de una cueva y la linterna penetra en la oscuridad. Deja la pala y recorre el interior del edificio lentamente, comparando las habitaciones con las de Grove. La linterna mantiene el noventa por ciento de lo que le rodea a oscuras. Encuentra un cuarto de ba?o y decide lavarse un poco. El agua está helada. Continúa. Encuentra una habitación de aspecto extra?o que no se parece en nada a las de casa. En ella hay una mesa acolchada fijada al suelo, en el centro de la habitación, con correas para los brazos y las piernas. Ve muchas tomas de corriente en las paredes, el suelo y en mesas de trabajo, que solían alojar grandes aparatos. También hay un trozo de madera con marcas de dientes, con una correa en cada extremo. Piensa que podría haber sido una de esas habitaciones en las que solían administrar electrochoques cuando aún se creía que ese tipo de cosas servían de algo. Te ponían unos cables y subían el voltaje, se suponía que eso podía arreglarte el cerebro. Pero vaya, en esa época eran capaces de cortarte un pedazo de cerebro porque los médicos creían que servía de algo. Adrian espera que ese tipo de cosas no se sigan haciendo hoy en día y se siente afortunado de no haber tenido que soportar esas prácticas en Grove. El sótano era terrible y algunas de las cosas que le hacían los camilleros eran aún peor, pero piensa que todavía prefiere todo eso a tener que soportar que te extirpen un trozo de cerebro.

La chica desnuda de la habitación contigua supone una verdadera sorpresa. A Adrian le da un vuelco el corazón cuando la ve, casi se le cae la linterna y todo. Es la chica que Cooper trajo la otra noche. Adrian estaba seguro de que Cooper ya la habría violado, asesinado y que se habría deshecho de ella, pero no. Ahí está, la chica que acaba de desenterrar es sin duda otra chica. Esta no parece muerta. Como si quisiera confirmarlo, la chica mueve ligeramente uno de los brazos en dirección a él, un espasmo como el que tienen los gatos cuando sue?an que cazan ratones. Lleva los ojos tapados con cinta americana y hay dos botellas de agua vacías en el suelo, junto a ella. Tiene los brazos atados a la espalda.

Cuando siguió a Cooper hasta aquí el lunes por la noche, escondió el coche a un lado de la carretera y se acercó a pie. En el camino de entrada donde él y Ritchie se habían detenido ese día, estuvo debatiéndose acerca de lo que debía hacer a continuación. Quería acercarse más, a hurtadillas, para poder verlo mejor, pero tenía miedo de que lo descubriera. Tuvo el valor suficiente para llegar hasta la entrada de Sunnyview, pero no más allá. No había podido oír lo que sucedía dentro, pero tampoco necesitaba oír o ver nada para saber lo que estaba ocurriendo. Había vuelto corriendo por el camino y había seguido por la carretera hasta llegar al coche. Desde Sunnyview volvió directamente a la ciudad, dejó el coche en la cuneta y se llevó el de la chica que había secuestrado Cooper. Durante todo este tiempo había asumido que estaba muerta, se alegraba enormemente de haberla encontrado con vida.

Ya está pensando para qué puede utilizarla.

En última instancia será otro regalo para Cooper, pero tampoco quiere que forme parte de una prueba como había acabado siendo la otra. Quiere que sea algo mejor y el universo también lo quiere. Por eso la ha encontrado.

Pero primero la chica necesita su ayuda.

—Estoy aquí para ayudarte —dice.