El coleccionista

—Dime la verdad —dice Adrian entre resoplidos—. ?A cuántas chicas has matado?

—?Por qué? —pregunta Cooper. Se levanta y se pone la camisa. No le gusta la idea de que Adrian lo vea medio desnudo. Se acerca a la ranura mientras se frota la base de la espalda para mitigar el dolor que siente en la ri?onada.

—La policía se ha presentado en Grove —dice Adrian—. Ha sido justo como tú dijiste. Lo están registrando todo.

—Dios, ?han encontrado algo?

—No lo sé. No lo sé. No lo sé. No…

—Cálmate, Adrian. ?Cuántos hay? ?Solo un coche? ?Dos coches?

—Muchos coches.

—?Cuántos son muchos?

—Joder, no sé —responde—. Diez coches, o más. ?Qué más da? Hay gente alrededor buscando por el suelo con aparatos muy extra?os, como una especie de cortacésped, pero no era un cortacésped.

—Están buscando cuerpos.

—?Lo que están haciendo es pasearse por mi casa! La están arruinando con sus… luces y sus aparatos y tocándolo todo. Creí que sería una buena idea ir allí, pensaba que no vendrían. ?Dijiste que si lo hacían solo echarían un vistazo y se largarían! Me escondí entre los árboles de la colina y esperé a que se marcharan, pero no se marchan. Siguen paseándose por ahí, buscando cosas e invadiendo mi hogar. ?Nuestro hogar!

—Escúchame, Adrian. Todo irá bien. Pero tienes que ir con cuidado para que no te atrapen, Adrian.

—Ojalá supiera quién son cada uno de ellos —dice Adrian, sin escucharlo. Tiene sangre en el nacimiento del pelo y, mientras habla, hunde un dedo en esa zona y empieza a rascarse. La otra mano se la lleva al cuello y se rasca por allí también. Cooper puede ver cómo empiezan a aparecer marcas en la piel de Adrian—. Debería invadir sus casas del mismo modo. Debería hacer una lista, como la que hice con aquellos miserables, solo que en lugar de matar a sus animales, esta vez voy a matarlos a ellos. Iré a verlos a todos y cada uno de ellos. ?Sabrán lo que se siente cuando alguien viene y te invade la casa!

—Estás sangrando —dice Cooper.

—?Qué? —Adrian retira los dedos y se los mira—. Es que a veces me pica —dice antes de rascarse de nuevo—. Pero tenías razón, Cooper. No me has mentido ni me has enga?ado. Si es cierto que no hay mal que por bien no venga, esta es la parte buena del asunto.

—Escúchame, Adrian, debes centrarte. La mujer de anoche, la que matamos —dice Cooper, incluyendo a Adrian en el asesinato—, ?dónde la enterraste?

—Me escondí entre los árboles y nadie se dio cuenta de que estaba allí —dice Adrian—. Cuando era joven solía so?ar con escaparme y vivir en esa arboleda. Me imaginaba una vida recogiendo frutas y cocinando conejos, sin tener que tratar con gente nunca más.

—?Escondiste a la chica allí?

—Esos sue?os me llevaron a pensar que debía volverme más frío y solitario para poder luchar por sobrevivir.

—?Adrian!

—?Qué?

—La chica —repite Cooper, hablando despacio, hablando con calma—. ?La escondiste allí arriba?

—?Qué? No. ?Cuántas?

—?Cuántas qué? —pregunta Cooper.

—?Cuántas son las chicas que has matado realmente?

—?Por qué? Ya te lo dije.

—?Cuántas hay enterradas en Sunnyview?

—?Qué? No lo sé, unas cuantas, supongo.

—?Cómo puedes no saberlo? —pregunta Adrian, y a Cooper le preocupa que Adrian siga rascándose de ese modo y acabe desangrándose hasta morir en el pasillo, entonces sí que no habrá manera posible de salir de allí—. Cálmate, Adrian.

—?Cuántas? —pregunta Adrian, ya casi a gritos. Unas gotas de saliva salen disparadas de sus labios y entran por la ranura.

—Una. Hay una enterrada allí —dice.

—?La chica que llevaste allí el lunes por la noche?

?Emma Green? No. Emma Green sigue viva, o al menos él cree que sigue viva. Y si esto fuera Sunnyview, Adrian ya la habría encontrado. De acuerdo. Hay dos posibilidades. O Adrian no ha mirado en todas las habitaciones, y realmente no hay ningún motivo para que lo haya hecho, o no están en Sunnyview. Lo que significa que tal vez estén en Eastlake, lo que implica que Adrian le ha estado mintiendo.

—?Qué vas a hacer con ella? —pregunta. Deja que Adrian piense lo que él quiere que piense.

—Simplemente la necesito, eso es todo.

—?Por qué?

—Porque sí.

—Si te lo digo, ?me dejarás salir? —pregunta Cooper.

—Me lo pensaré.

—Entonces me pensaré si te lo cuento.

—Pero necesito saberlo —grita Adrian a la vez que golpea la puerta con la mano—. Por favor. Es importante. Tengo que saberlo. ?Tengo que saberlo!

—Puedo mostrártelo.

—No, no, tienes que decírmelo.

—?Por qué?

—Por si la policía la encuentra —dice Adrian.

—Estás mintiendo —dice Cooper.