El coleccionista

Conduce hasta la ciudad entre un tráfico denso, lleno de gente que vuelve a casa del trabajo. No le gusta conducir a esta hora e intenta evitarlo, pero a veces no puede. La gente conduce de un modo distinto a esta hora del día. Son más agresivos. Tocan el claxon enseguida y los coches dejan menos distancia entre ellos, van pegados al que tienen delante. Lo odia. A veces agradece no formar parte de la muchedumbre. Familias y funerales, impuestos y programas de televisión, planificar vacaciones y pintar casas… El mero hecho de pensarlo ya le asusta.

Tiene la guía telefónica en el asiento del pasajero. Es la guía telefónica que se llevó del centro de reinserción, está llena de marcas de boli, las tapas están rasgadas y el Predicador debe de estar enfadado porque se la ha llevado. Odiaba vivir allí. De no haber sido por Ritchie habría intentado marcharse hace tres a?os, aunque no sabe adónde podría haber ido porque entonces no sabía conducir. El problema con Ritchie comenzó cuando conoció a Melina. Entonces empezó a cambiar. Ya no era el mismo tipo que le había ense?ado a conducir, ya no tenía tiempo para dedicárselo a Adrian. Es triste, porque si Ritchie estuviera aquí ahora todo sería mucho más fácil. Y también sería más divertido. Busca a la madre de Cooper en el listín telefónico. No tiene ninguna intención de a?adirla a su colección, pero no sabe a ciencia cierta por qué le ha mentido a Cooper al respecto. Más aún teniendo en cuenta que de esta manera Cooper no podría predecir lo que haría a continuación. A?adir a su madre supondría tener otra boca a la que alimentar, otra persona que no estaría contenta de estar allí, más negatividad, y como su madre solía decir, ?un hombre triste es un hombre malo?, y Adrian supone que eso seguramente también podría aplicarse a una mujer. No obstante, la idea de coleccionar a la madre de Cooper le entusiasma, eso es indudable, pero la realidad es demasiado complicada. Aun así, quiere ver dónde vive, aunque solo sea para satisfacer su curiosidad. Ya ha buscado su dirección antes, pero ha olvidado escribirla. Sabe cómo llegar, vuelve a consultar la dirección en el plano y confirma que ha tomado el camino correcto.

Mientras pasa por delante de la casa aminora la marcha lo suficiente para poder examinar los coches que hay aparcados fuera. No cree que ninguno de ellos pertenezca a la policía, son demasiado bonitos. Lo más probable es que hayan acudido amigos para consolarla por la desaparición de Cooper. Esos coches pronto dejarán de estar allí.

Le suenan las tripas. No ha comido nada desde el desayuno. Odia saltarse una comida. Podría volver a su nueva casa y prepararse algo, pero no sabe dónde están las cosas en esa cocina ni cómo utilizarlas, necesitará tiempo para hacerlo.

Vuelve a apartarse de la acera. Pasará por un drive-in para comprar algo de comida rápida. Será la primera vez que compre comida en un drive-in y con solo pensarlo ya siente ansiedad. Sin embargo, hace unos a?os tampoco había utilizado jamás una tarjeta de crédito y en cambio ahora ya sabe cómo hacerlo. Este tipo de experiencias son positivas para él. Contribuyen a formar su carácter. Puede detenerse en algún lugar y comerse lo que compre antes de que se enfríe. Luego volverá a Grove para ver si hay policías por ahí investigando.

Tiene ganas de volver a ver Grove.

En parte, será como estar de vuelta en casa, pero sin estar realmente allí.





38


La grúa tarda una hora en llegar. Mientras espero estoy nervioso por si a los tipos del perro les da por volver y me obligan a dispararles a ellos y al perro, porque entonces tendría que pasar veinte a?os entre rejas antes de poder seguir investigando el caso. Además, esa hora de espera es muy frustrante porque estoy impaciente por reanudar las pesquisas. Nada más llegar, el conductor sale de la grúa y camina alrededor del coche de alquiler. La parte superior del mono de trabajo le cuelga por detrás de las piernas. La camiseta blanca que lleva puesta está tan empapada en sudor que se ha vuelto translúcida. Tiene las manos manchadas de aceite y de grasa.

—Parece que hay alguien muy cabreado con usted —dice mientras examina las ruedas.