El coleccionista

A menos que los polis hayan encontrado las fotografías.

Eso debe averiguarlo enseguida, tan pronto como salga de aquí. Tendrá que volver a su despacho y ver si las fotos siguen allí. Si están, el plan de tres partes funcionará. Si no están, el plan de tres partes tendrá que cambiar. Escapar. Matar a Adrian. Y largarse de Nueva Zelanda. No sabe con exactitud cómo lograrlo, pero si gente más tonta que él es capaz de huir del país, no hay ningún motivo por el que él no pudiera hacerlo también.

Camina por la habitación. Está completamente acolchada. No solo las paredes, el suelo también. Salta, pero no es capaz de alcanzar el techo. Puede que también esté acolchado. También es posible que haya una luz allí arriba. Recorre la habitación haciendo un barrido y se da cuenta de que no hay nada más en la habitación. Una de las paredes tiene una puerta; encuentra la unión y consigue retirar el acolchado lo justo para revelar el marco de la puerta. La luz entra a través de sus rendijas. Intenta desgarrar el acolchado con la esperanza de arrancarlo, pero no lo consigue. Encuentra una ranura como la de los buzones a la altura de la cabeza. No puede abrirla desde este lado. El aire está muy cargado y hace mucho calor. No debe de haber electricidad en el edificio e incluso si la hubiera, esta habitación tampoco tendría aire acondicionado. No las dise?aron para que fueran cómodas, sino para que los locos dejaran de golpearse contra las paredes hasta quedar inconscientes.

La habitación es algo mayor que la celda en la que estaba antes, está más limpia y dentro hace mucho más calor. Tendrá que hablar con Adrian y ver cómo pueden resolver lo del calor. Esta vez no tiene ni siquiera agua para beber ni un cubo en el que orinar.

Cuando traía a las chicas aquí solo pasaba tiempo con ellas de noche y el único calor en la habitación procedía de las linternas que él traía. Obligó a Emma a beber una botella de agua antes de irse, pero… ?cuándo fue eso? Ha perdido la noción del tiempo. ?Tres días? ?Cuatro? Y le había dejado un par de botellas más. La tenía atada, pero las botellas estaban abiertas y ella podía dejarse caer sobre un lado y beber de ellas. Pensaba llevarle más cuando volviera, y algo de comida, también. Necesitaba mantenerla con buena salud para poder disfrutar de ella. La primera noche tuvo suficiente con tenerla atada mientras le quitaba la ropa cortándosela y le hacía fotos. La cinta americana que le cubría los ojos evitó que pudiera verlo. Le gustaba esa forma de ejercer el control. A la noche siguiente, pensaba hacer más. Mucho más. Pero con la cinta americana en los ojos. No quería que lo viera. No quería ver el asco en los ojos de ella.

Apoya las manos en la pared. La textura es de lona y el acolchado parece grueso, probablemente de espuma. Emma Green podría estar en la habitación contigua. Intenta tirar de nuevo de la tela, pero está demasiado tensada y lo único que consigue es hacerse da?o en las puntas de los dedos. Se pone a andar, pero lo deja enseguida al ver que empieza a sudar. Intenta golpear las paredes, pero apenas consigue hacer ruido. Lo único que puede hacer es esperar. Se sienta en la esquina y no pasa mucho rato hasta que la ranura se abre. La luz que entra a través de la abertura casi lo ciega y tiene que apartar la mirada, pero el resplandor desaparece cuando Adrian mira a través de la ranura.

—?Cómo estás? —pregunta Adrian.

—Aquí dentro hace mucho calor, Adrian. Muchísimo.

—Lo sé. Lo siento. Pero como tú ya dijiste, es algo temporal. Aunque… me gusta este lugar. Al principio no, pero ahora… cada vez me gusta más.

—A mí también me gustaría si no hiciera tanto calor —dice Cooper.

—Lo siento.

—?Dónde estamos? ?En Sunnyview?

—Algo parecido.

—?Eastlake?

—No —responde Adrian negando con la cabeza.

—Entonces es Sunnyview.

—Tal vez —repite Adrian.

—De acuerdo, Adrian, ?por qué no me dejas salir? Necesito estar en un lugar más fresco. Hace demasiado calor aquí dentro.

—No hay ningún otro lugar para ti —dice Adrian.

—Bueno, ?qué te parece entonces si dejas esa ranura abierta? Y voy a necesitar agua. Mucha.

—Eso podré hacerlo, supongo. Además… bueno, quería… ya sabes, agradecerte que me contaras que la policía nos encontraría. Fue muy amable por tu parte y, y… lo que quiero saber es si es verdad lo que dicen acerca de que los asesinos en serie quieren matar a sus madres.

??Como tú mataste a Pamela Deans?? ?Es posible que después de todos esos a?os en Grover Hills Adrian hubiera establecido una relación que le hiciera ver en la enfermera Deans a una figura materna? No tarda más de un segundo en decidir que sí, que es absolutamente posible.

—En la mayoría de los casos —responde Cooper—. ?Por qué?

—Si matas a tu madre, ?eso te convierte en asesino en serie? —pregunta Adrian.

—?Crees que eres un asesino en serie?