El accidente

Slocum se encogió de hombros.

 

—No lo sé. A veces, cuando no puede dormir…, cuando no podía dormir…, salía a dar un paseo nocturno, o cogía el coche. A lo mejor pensó que ir a contemplar el estrecho, allí abajo, junto al puerto, le resultaría relajante.

 

—Pero dijiste que había salido porque había quedado con su amiga, Belinda Morton.

 

—Eso es, pero no llegaron a verse.

 

—O sea, que ?bajó antes al puerto?

 

—Como ya te he dicho, a lo mejor solo necesitaba despejarse un poco.

 

Slocum se echó un poco de crema de leche en el café y vio cómo el líquido negro se volvía marrón claro.

 

—?Crees que es posible —preguntó Wedmore— que fuera a encontrarse con otra persona antes de ir a ver a Belinda?

 

—?Como quién?

 

—Eso es lo que te pregunto.

 

—?Qué sucede aquí, Rona? ?Hay algo raro en el accidente de Ann que yo debería saber?

 

—De acuerdo, empezaremos por ahí —dijo la detective—. Me he acercado hasta el puerto, un par de veces. Y he leído los informes de los agentes que están investigando.

 

Slocum la miró con curiosidad.

 

—?Sí?

 

—Y tengo que decirte, Darren, que a mí no me cuadra.

 

Slocum le dio un sorbo al café. Le había puesto demasiada crema. Hizo una mueca.

 

—?Qué quieres decir?

 

—Según lo que parecía en un principio, Ann se da cuenta de que se le ha pinchado una rueda, baja del coche, deja la puerta abierta, el motor en marcha, rodea el coche por detrás hacia el lado del acompa?ante, echa un vistazo, pierde el equilibrio, tal vez se golpea la cabeza contra el borde del muelle y cae al agua. —Le miró a la cara con atención—. ?Te parece bien que hablemos de esto?

 

—Por supuesto.

 

—Así que he bajado allí y he aparcado en el mismo lugar, y no consigo comprender cómo sucedió exactamente. No había bebido nada antes de salir.

 

—No.

 

—Estando allí, he hecho como que tropezaba, ?sabes? —Le hizo una breve demostración, como si se hubiera enredado con sus propios pies—. Hay muchas oportunidades para recuperar el equilibrio antes de caer al agua.

 

—Recuerda que estaba oscuro —le dijo él con tranquilidad.

 

—Ya lo sé. Bajé anoche. Hay muchas farolas. —Sacudió la cabeza—. Y también otra cosa, una cosa importante.

 

Slocum esperó.

 

—Ya sabes que nos llevamos el coche de Ann, solo para darle un repaso. Los técnicos lo pasaron por alto al principio, pero han encontrado dos rayadas en la puerta del maletero.

 

—?Rayadas?

 

—Es un lugar muy extra?o para una rayada. Suelen verse en el parachoques, también en las puertas, pero ?en la puerta del maletero? Los técnicos dicen que son muy recientes.

 

—No sé de qué podrán ser.

 

—Ann llevaba anillos en las dos manos —dijo Wedmore.

 

—Hummm, sí. Un anillo de boda en la izquierda y otro en la derecha. ?Por qué?

 

—Imagina que empujan a alguien contra la parte de atrás del coche y pone las manos sobre el maletero: ahí sería donde aparecerían las dos rayadas. —Wedmore hizo una demostración, echando un poco los dos brazos hacia atrás—. Creen que esas marcas podrían haberlas hecho sus anillos.

 

—Si se le había pinchado una rueda y fue a buscar la de recambio, pudo poner las manos en la puerta del maletero. —Slocum se volvió y tiró su café al fregadero.

 

—Solo que no hay nada que nos haga pensar que intentara cambiar el neumático. Ni siquiera había apagado el motor.

 

—?Por qué no me dices de una vez lo que crees que ocurrió, Rona?

 

—Ojalá lo supiera. Lo único que sé, Darren, es que no ocurrió como parece a simple vista.

 

Darren movió la cabeza de un lado a otro.

 

—?Qué quieres decir? ?Que lo han preparado?

 

—Lo que digo es que esta pieza no encaja. Bueno, si eso fuera lo único, a lo mejor tendría que zanjar el asunto y dar el caso por perdido. Como tú bien has dicho, a lo mejor tropezó, luego perdió el equilibrio y se cayó. Por muy improbable que parezca.

 

Slocum entornó los ojos.

 

—Pero dices que no es el único detalle que no encaja.

 

—No, también está lo de por qué decidió salir con el coche.

 

Slocum adoptó una expresión de desconcierto.

 

—Te lo acabo de decir. Belinda la había llamado y ella decidió pasarse antes por el puerto.

 

—?Fue esa la única llamada que recibió?

 

—Eso es. Justo antes de salir.

 

—?Y antes no hubo otras llamadas?

 

—?Cuántas vueltas en círculos vamos a dar, Rona?

 

—Darren, ?vas a seguir haciéndote el tonto o vas a ser claro conmigo?

 

—?Por qué no me preguntas directamente lo que quieres saber? Si hay algo que te gustaría saber, pues dilo y ya está, joder.

 

—?Y la conversación telefónica que mantuvo en la habitación? ?La que oyó la ni?a de los Garber?

 

Eso lo dejó parado.

 

—Rona, no sé qué te habrá estado contando la gente, pero…

 

—?Por qué te pegó un pu?etazo Garber ayer? ?A qué venía todo eso?

 

—A nada. Solo fue un peque?o malentendido.