El accidente

—De acuerdo —dijo Wedmore—. ?Eso fue todo?

 

—No…, la verdad. Darren está convencido de que Kelly oyó algo de esa conversación telefónica que su mujer le había querido ocultar, así que quiere descubrir todo lo que oyó la ni?a. Vino aquí el sábado, buscándola. Metiendo miedo. Yo le expliqué todo lo que había oído Kelly, que era prácticamente nada, y él prometió no molestarla más. Pero después me lo encontré interrogándola en la funeraria, a mis espaldas, sin mi permiso. —Bajé la mirada—. Fue entonces cuando le pegué.

 

Wedmore se llevó la mano a la nuca y se frotó con la palma.

 

—Bueno. De acuerdo. ?Por qué le inquietaba tanto esa llamada al agente Slocum?

 

—Quienquiera que fuese, él cree que fue el motivo por el que su mujer salió de casa esa noche. Y luego tuvo el accidente en el muelle.

 

Como vi que Wedmore no decía nada durante un momento, a?adí: —Fue un accidente, ?verdad?

 

Un agente uniformado entró en la habitación y nos interrumpió: —Perdón, detective. La vecina de al lado, Joan…

 

—Mueller —terminé de decir yo.

 

—Eso es. Resulta que estaba mirando por la ventana en ese preciso momento y dice que ha visto pasar un coche a toda velocidad en el instante del disparo.

 

—?Ha podido ver el coche? ?Ha visto la matrícula o alguna otra cosa?

 

—La matrícula no, pero dice que era un coche peque?o pero cuadrado por la parte de atrás, como un monovolumen. Podría ser un Golf, o quizá un Mazda 3 o algún modelo similar. También dice que le parece que era plateado.

 

—?Ha podido ver al conductor? —No hizo la pregunta esperando una respuesta afirmativa. A fin de cuentas, ya estaba oscuro.

 

—No —dijo el agente—, pero le ha parecido ver a dos personas en el vehículo. En la parte de delante. Ah, sí, y algo al final de la antena. Algo amarillo, como una pelotita.

 

—Vale, sigue llamando a más puertas. A lo mejor alguien ha visto algo más.

 

El policía salió y Wedmore volvió a dedicarme toda su atención.

 

—Se?or Garber, si se acuerda de algo más, quiero que me llame. —Se metió la mano en un bolsillo y sacó una tarjeta—. Y si descubrimos cualquier cosa, me aseguraré de informarle.

 

—No ha respondido a mi pregunta.

 

—?Qué pregunta era?

 

—Ann Slocum. Su muerte. Fue un accidente, ?verdad?

 

Wedmore me miró, contenida.

 

—La investigación aún está en curso. —Me puso la tarjeta en la mano—. Si se acuerda de algo más…

 

 

 

 

 

Capítulo 28

 

 

Slocum contestó al móvil al segundo timbre.

 

—?Has localizado la matrícula? —preguntó Sommer.

 

—Por Dios bendito, ?qué es lo que has hecho?

 

—?Perdón?

 

—?La ventana de la hija de Garber? —Darren prácticamente estaba gritando al teléfono—. ?La habitación de la ni?a! ?Es así como presionas a la gente? ?Matando a sus hijos?

 

—?Tienes la matrícula?

 

—?Me estás escuchando?

 

—La matrícula.

 

—Eres increíble, ?lo sabías? Un hijoputa increíble.

 

—Estoy preparado para anotar la información.

 

Slocum intentó recuperar el aliento. Había estado gritando tan fuerte que casi se había quedado ronco.

 

—El coche está registrado a nombre de un tal Arthur Twain. De Hartford.

 

—?Alguna dirección?

 

Slocum se la dio.

 

—?Qué sabes de él?

 

—Es detective. Privado. Trabaja para una empresa llamada Stapleton Investigations.

 

—He oído hablar de ellos.

 

Slocum respiró hondo una vez más e hizo cuanto pudo para mantener la voz calmada: —Escúchame, haz el favor y escúchame con mucha atención. No puedes ir por ahí disparando contra habitaciones de ni?os. No es que esté mal, joder. También llama demasiado la…

 

Sommer puso fin a la llamada.

 

 

 

 

 

Capítulo 29

 

 

Todavía había agentes en la habitación de Kelly cuando volví a bajar a mi despacho. El dinero que había encontrado en el sobre marrón ya no estaba encima del escritorio. Entre el momento en que había llamado a emergencias y la llegada del primer coche patrulla, había bajado corriendo, sin separarme de Kelly, para volver a meter el dinero en la pared y recolocar el panel. Mientras lo hacía, le había dicho a mi hija que esperase justo al otro lado de la puerta del despacho.

 

Y menos mal, porque la policía había registrado toda la casa y yo no estaba en absoluto dispuesto a enfrentarme a todas sus preguntas.

 

Marqué el número de Fiona.

 

—?Diga? ?Glen? Dios santo, pero ?sabes qué hora es?

 

—Necesito que me hagas un favor.

 

Oí a Marcus, al otro lado de la cama.

 

—?Quién es? ?Qué pasa?

 

—?Chis! ?Qué clase de favor? ?De qué estás hablando?

 

—Me gustaría que cuidaras de Kelly unos días.

 

Intuía que Fiona estaba intentando imaginar qué me traía entre manos. Puede que hubiera recuperado sus anteriores sospechas sobre que a mí me interesaba sacar a Kelly de la casa para poder invitar a alguna mujer.

 

—?Cuál es el problema? —preguntó—. ?Has decidido que sí quieres que vaya al colegio aquí?