—Dime qué ha pasado.
—Yo estaba ahí sentada y he oído un coche pasar muy deprisa y luego una gran explosión y todo el cristal se ha caído y me he metido corriendo en el armario.
—Has sido muy lista —dije—. Por esconderte así. Eso ha estado bien. —Volví a estrecharla entre mis brazos.
—?Qué ha pasado? —preguntó—. ?Alguien ha disparado a la casa? ?Es eso lo que ha pasado?
Serían otras personas las que nos ayudarían a encontrar respuesta a esas preguntas.
—Vaya —dijo Rona Wedmore—. Volvemos a vernos.
Llegó poco después de que se presentaran varios coches patrulla de la policía de Milford. La calle estaba cerrada, y una cinta amarilla de cordón policial rodeaba nuestra propiedad.
—El mundo es un pa?uelo —dije.
Wedmore estuvo varios minutos hablando a solas con Kelly. Después quiso hablar conmigo en privado. Al ver que a mi hija parecía asustarle la idea de separarse de mí, Wedmore llamó a una agente uniformada, una mujer, y le preguntó a la ni?a si le gustaría ver cómo era por dentro un coche patrulla. Mi hija dejó que la mujer se la llevara solo después de que yo le prometiera que no pasaría nada.
—Estará bien —me aseguró Wedmore.
—?De verdad? —dije—. Detective, alguien acaba de intentar matar a mi hija.
—Se?or Garber, ya sé que en estos momentos está usted bastante afectado. De hecho, si no fuera así, empezaría a pensar que le pasa a usted algo raro. Pero vayamos paso a paso y distingamos entre lo que sabemos y lo que no sabemos. Lo que sabemos está bastante claro. Alguien ha disparado contra su casa, ha reventado la ventana de la habitación de su hija. Sin embargo, a menos que usted sepa algo que no me ha contado, eso es más o menos lo único que sabemos por el momento.
?De hecho, a juzgar por dónde estaba sentada su hija en el momento del disparo, no parece muy probable que la estuvieran apuntando a ella. Ni siquiera debían de verla desde la calle. Y, además, las cortinas estaban casi del todo cerradas. A?adamos también el hecho de que Kelly solo tiene ocho a?os, no es muy alta, y nadie que disparase desde la calle y a través de una ventana, en ese ángulo, podría esperar darle a una persona de tan poca altura.
Asentí con la cabeza.
—Dicho lo cual, es cierto que alguien ha disparado contra la ventana de la habitación de su hija. ?Tiene alguna idea de quién podría querer hacer algo así?
—No —dije.
—?No tiene una cuenta pendiente con nadie? ?No hay nadie molesto con usted?
—Tengo a más gente cabreada conmigo de la que puedo contar, pero ninguno de ellos dispararía contra mi casa. O, al menos, eso creo.
—Supongo que el agente Slocum estaría en esa lista de personas cabreadas con usted. —La miré, pero no dije nada—. Yo estaba en el velatorio —me recordó— y sé lo que usted hizo. Sé que le pegó un pu?etazo al agente Slocum.
—Joder, ?cree que ha sido Slocum?
—No —repuso, brusca—. No lo creo. Pero ?a quién más le ha pegado un pu?etazo últimamente y ya se le ha olvidado? ?Tengo que empezar a hacer una lista?
—No se me había olvidado… Mire, estoy algo confuso, ?de acuerdo?
—Claro. —Sacudió la cabeza—. Tiene usted suerte, ?sabe?
—?Qué? ?Porque alguien ha disparado contra mi casa?
—Porque no van a acusarle de agredir a un agente de la ley.
No se me había ocurrido.
—Slocum no va a presentar cargos. Hablé con él personalmente. Ha tenido usted mucha suerte. Si a mí me pegaran en el velatorio de mi marido, ya lo habría denunciado. Por todo lo alto.
—?Por qué no va a hacerlo?
—No lo sé. Me da la impresión de que tampoco es que sean ustedes muy buenos amigos. Supongo que buscará la forma de arreglarlo por su cuenta. No creo que haya sido él quien ha disparado contra su casa, pero yo de usted no le quitaría el ojo al velocímetro del coche. Si no lo para Slocum, lo hará alguno de sus compa?eros.
—A lo mejor ha disparado alguno de sus compa?eros.
El rostro de Wedmore mostraba preocupación.
—Supongo que es una opción que tendremos que tomar en consideración, ?verdad? Cuando recuperemos la bala de la pared, la examinaremos bien, veremos si podría coincidir con el arma de algún oficial de la policía. En fin, ahora que se ha parado a pensar, ?no hay nadie más con quien haya tenido algún encontronazo últimamente?
—Han sido unos días muy…, unos días bastante extra?os —admití.
—?Extra?os, en qué sentido?
—Supongo… Supongo que todo empezó el día en que Kelly fue a dormir fuera.
—Espere, ?en casa de los Slocum?
—Eso es. Se produjo una especie de incidente.
—?Qué clase de incidente?
—Kelly y Emily, la ni?a de los Slocum, estaban jugando al escondite. Kelly se escondió en el armario del dormitorio de los Slocum y entonces Ann entró para hacer una llamada. Cuando descubrió a Kelly allí dentro se enfadó muchísimo. Asustó tanto a mi hija que la pobre me llamó para que fuera a buscarla.