El accidente

—Pero no fue a propósito —se apresuró a aclarar Kelly—. Yo nunca haría eso. No lo haría asustadillas.

 

—Se dice ?a hurtadillas?, Kelly —la corrigió Fiona, que ni siquiera esbozó una sonrisa—. Pero, si no fue a propósito, ?cómo es que oíste esa conversación?

 

—Es que me estaba escondiendo —dijo Kelly—. De Emily. Y tampoco oí mucho, porque la madre de Emily no hacía más que susurrar. —La lágrima finalmente cayó resbalando por su mejilla—. ?De verdad tengo que contártelo?

 

—Kelly, puede que no sea agradable pasar por esto, pero creo que…

 

—?Puedo hablar contigo un momento? —le dijo Marcus a su mujer.

 

—?Qué?

 

—Cielo —dijo Marcus, sacando la cartera y dándole un billete de diez dólares a Kelly—, toma esto y ve a comprarte algo de postre.

 

—Pero si todavía no me he terminado la pizza.

 

—Si vas ahora, cuando te termines la pizza podrás comerte el postre sin tener que esperar.

 

La ni?a aceptó el billete.

 

—Vale.

 

Los dos la vieron escapar hacia el puesto de helados.

 

—Pero ?qué diablos te pasa? —le preguntó Marcus a su mujer.

 

—Absolutamente nada.

 

—La madre de esa ni?a está muerta. Ahora ha muerto también la madre de su mejor amiga. Se supone que nos la hemos llevado para que pase un día agradable y tú la estás sometiendo a un interrogatorio, pu?etas.

 

—No me hables en ese tono.

 

—Fiona, a veces…, a veces no sabes el efecto que causas en los demás. No puedes… ?Es que no sabes lo que es la empatía?

 

—?Cómo te atreves? —contestó ella entre dientes—. Si le estoy haciendo esas preguntas, es precisamente porque me preocupo por ella, me preocupa su bienestar.

 

—No —dijo él, sacudiendo la cabeza—. A ti te pasa algo más. ?Es porque se trata de esa Ann Slocum por lo que nunca te ha gustado?

 

—?De qué me estás hablando?

 

—Vi la forma en que te comportaste en esa reunión de bolsos, o como se llame eso. No tenías más que desprecio hacia ella. Te pasaste toda la tarde mirándola por encima del hombro.

 

Fiona lo miró fijamente.

 

—Eso son tonterías. No sé adónde quieres ir a parar.

 

—Lo único que digo es que voy a ponerle fin a esto. No vas a seguir acosando a esa ni?a. Nos la llevaremos de compras, daremos una vuelta con el coche para ver esas escuelas si tú quieres, aunque no tengo la menor idea de qué te hace pensar que Glen va a renunciar a su hija de lunes a viernes, y luego la llevaremos a casa.

 

—Es mi nieta, no la tuya —dijo Fiona.

 

—Pues qué curioso que sea yo el que está preocupado por ella.

 

Fiona iba a decir algo, pero entonces se dio cuenta de que Kelly estaba a menos de un metro de distancia, con una copa de helado en una mano y el móvil en la otra.

 

 

 

 

 

Capítulo 16

 

 

Cuando volví al interior de la casa después de la visita de Darren Slocum, me temblaba todo el cuerpo. Había marcado el número del móvil de Kelly nada más entrar en la cocina.

 

—Hola, papá —dijo.

 

—Hola, cielo. ?Dónde estás?

 

—Comprando un helado en el centro comercial.

 

—?En qué centro?

 

—El de Stamford.

 

—?Puedes pasarme a la abuela?

 

—Espera un momento. Está en la mesa.

 

Oí el típico murmullo de fondo de un centro comercial (conversaciones de gente, música anodina) y luego a Kelly diciendo:

 

—Mi padre quiere hablar contigo.

 

—Sí, ?Glen? —La voz de Fiona era tan cálida como el helado que se estaba comiendo Kelly.

 

—Fiona, ?estarías conforme con quedarte a Kelly esta noche? —Sabía que Kelly tenía pijama y cepillo de dientes en casa de su abuela, además de ropa para varios días.

 

Una pausa, luego contestó en un susurro:

 

—?No es un poco pronto, Glen?

 

Me pareció que estaba intentando evitar que Kelly la oyera.

 

—?Cómo dices?

 

—?Para que lleves a alguien a casa? ?Es esa mujer que vive al lado? ?Esa tal Mueller? Sheila ya me había hablado de ella. La he visto antes en la puerta de su casa, vigilándonos mientras nos íbamos. Mi hija no lleva ni tres semanas muerta, ?sabes?

 

Sentí cómo brotaba la rabia en mi interior.

 

—El marido de Ann Slocum ha venido a verme después de que os marcharais, muy alterado. —Cerré los ojos un momento, conté hasta tres.

 

—?Qué?

 

—Ha estado, ?cómo decirlo?, muy poco razonable. Quería hablar con Kelly, y a mí me parece que de eso no puede salir nada bueno. Solo por si decide volver más tarde a intentarlo otra vez, me parece que sería mejor que Kelly se quedara hoy con vosotros.

 

—?Qué quieres decir con eso de ?poco razonable??

 

—Es una larga historia, Fiona. Lo que me ayudaría muchísimo, en este momento, sería que pudierais quedaros con Kelly hasta ma?ana. Hasta que yo me asegure de que todo esto ha pasado ya.

 

—?Qué sucede? —oí que preguntaba Marcus.

 

—Espera un segundo —le dijo Fiona. Y a mí—: Sí, desde luego, se quedará con nosotros. No te preocupes.

 

—Gracias —dije, y esperé a ver si me ofrecía aunque fuera una mínima disculpa por sus insinuaciones acerca de mis motivos para querer que Kelly se quedara con ella esa noche.

 

En lugar de eso, dijo: