—?Qué quieres decir?
—Había bajado por High Street hasta el puerto, y parece que allí se le pinchó una rueda en el lado del acompa?ante, se detuvo y salió a echar un vistazo…, la puerta estaba abierta y el motor seguía en marcha…, y bueno, había aparcado demasiado cerca del borde y parece ser que perdió el equilibrio y cayó al agua. Un tipo al que conozco, otro poli de Milford, la encontró allí, flotando justo debajo de la superficie.
—Joder —dije—. Lo siento mucho. De verdad.
—Sí, bueno, gracias.
—No sé qué más decir.
—Pensaba que deberías saberlo, teniendo en cuenta que nuestras hijas son tan amigas.
—Claro.
—Tu hija, Kelly, ?lo sabe?
Asentí.
—Después de hablar con tu…, supongo que era tu cu?ada…, por teléfono, iba a decírselo, pero ella ya se había enterado hablando por chat con sus amigas. Puede que se lo dijera incluso la propia Emily.
—Puede ser —dijo en voz baja—. Ha debido de ser una sorpresa fuerte para ella también.
—Sí —repuse.
—Lo que me estaba preguntando —dijo Slocum— es si podría ayudar en algo que yo hablara un poco con Kelly, que le explicara lo sucedido.
—?Quieres hablar con Kelly?
—Sí. ?Está en casa?
—No, no está. Pero yo ya he hablado con ella. No pasa nada. —No se me ocurría por qué extra?o motivo Darren Slocum tendría que explicarle a Kelly cómo había muerto su mujer. Era yo el que tenía que contárselo, y consolarla.
Darren empezó a mover la mandíbula de un lado a otro.
—?Cuándo volverá? ?Está jugando en casa de alguna otra amiga o algo así?
Un peque?o músculo junto al ojo derecho empezó a temblarle como si tuviera un tic. Slocum estaba tan tenso que parecía a punto de estallar, y a mí no me apetecía lo más mínimo que eso sucediera, así que con calma y en voz baja le dije: —Darren, aunque estuviera en casa, no creo que el hecho de que hablaras con ella ayudara en nada. Acaba de perder a su madre, y ahora su mejor amiga ha perdido a la suya. Me parece que soy yo el más indicado para ayudarla a superar esto.
Una expresión de frustración asomó a su rostro.
—De acuerdo, Glen, déjame que vaya directo al grano.
Mentalmente me puse a la defensiva.
—?Qué narices pasó ayer por la noche? —preguntó.
Me presioné con la lengua la cara interior de la mejilla.
—?De qué estás hablando, Darren?
—De tu hija. ?Por qué te pidió que vinieras a buscarla?
—No se encontraba bien.
—No, no, no me digas eso. Algo pasó.
—Si pasó algo, pasó en tu casa. Soy yo el que podría preguntarte eso mismo a ti.
—Sí, bueno, pues no sé qué pudo ser, pero estoy seguro de que entre mi mujer y tu hija pasó algo.
—Darren, ?por qué me estás contando todo esto?
—Necesito saberlo. Tengo mis motivos.
—?Tiene esto algo que ver con el accidente de tu mujer?
Su mandíbula se tensó un poco más, pero no me respondió enseguida.
—Creo que mi mujer recibió una llamada telefónica —dijo con brusquedad al cabo de unos instantes—. Creo que esa llamada pudo ser la razón por la que mi mujer bajó hasta el puerto. Necesito saber quién la llamó.
Ya había tenido suficiente.
—Darren, vuelve a casa y ocúpate de tu familia. Estoy seguro de que te necesitan.
Slocum siguió presionando.
—Las ni?as estaban jugando al escondite. Creo que Kelly se escondió en nuestra habitación y que a lo mejor estaba allí mientras Ann hablaba por teléfono. Puede que sea capaz de decirme con quién habló Ann.
—No puedo ayudarte —dije.
—Cuando te presentaste en casa y yo subí a buscar a tu hija, me la encontré plantada en pleno dormitorio. Me dijo que Ann le había dicho que esperase allí, como si la hubiera castigado.
No dije anda.
—Si Kelly hubiese entrado donde no debía o se hubiera metido donde no tenía que meterse, Ann me habría dicho algo, pero es muy curioso que no lo mencionara. Antes de salir, intentó quitarle importancia al incidente, y también me mintió al decirme que no había hablado con nadie por teléfono. Me dijo que Kelly debía de haberte llamado a ti, pero luego Emily me explicó que ella tiene su propio móvil. ?Es así?
—Le compré uno cuando murió su madre —dije—. Mira, Darren, no sé qué decirte. ?Cómo iba a saber Kelly con quién estaba hablando Ann? Y, la verdad, ?por qué te importa tanto? Vamos, que tú mismo acabas de decir que lo que le sucedió a Ann fue un accidente. No es como si, no sé, alguien la hubiera enga?ado para conseguir que fuese al puerto. Vamos, si es eso en lo que estás pensando, tendrías que contárselo a la policía, ?no?
No me detuve ahí.
—Y si, de alguna manera, sí es eso lo que piensas, entonces puede que sea yo el que deba hablar con el agente que esté investigando el accidente de tu mujer, porque supongo que ese no serás tú. No es así como se hacen las cosas, ?verdad?
—Tengo todo el derecho a conocer las circunstancias que rodearon la muerte de mi mujer —dijo.