—?Cómo dices?
—Por lo que yo sé, puede que últimamente haya entrado en tu casa algún dinero como caído del cielo. No sé, puede que estas últimas semanas.
—No te sigo, Darren.
Su sonrisa se transformó en un gesto amenazador.
—Solo te estoy dando un toque de atención. Ese regalo del cielo no es tuyo. Y si pretendes quedártelo, estarás arriesgándote muchísimo. Tómate uno o dos días para pensarlo mejor y hacer lo correcto, porque, después de eso, se te acabarán las opciones.
—No tengo ni pu?etera idea de adónde quieres ir a parar, y ahora me toca a mí decirte algo: amenazándome, tú también te estás arriesgando mucho. No me importa cómo te ganes la vida.
—Un par de días —repitió, como si yo no hubiera dicho nada—. Después de eso, no podré ayudarte.
—Vuelve a casa, Darren. Tu familia te necesita.
Echó a andar de vuelta a su ranchera, luego se detuvo.
—Tengo que decir que todo esto es una locura.
—?El qué?
—Tu mujer, mi mujer. Las dos, amigas. Las dos, con ni?as peque?as que juegan juntas… Las dos, muertas en un accidente con pocas semanas de diferencia. ?Qué probabilidades hay de que suceda algo así?
Capítulo 15
En cuanto se montó en el coche con Fiona y Marcus, Kelly comentó que no había desayunado y, como ya era casi mediodía, les pidió si podían llevarla a comer algo. El plan de Fiona era, primero, ir con Kelly al centro comercial de Stamford y comprarle un abrigo nuevo para el invierno, porque el que había llevado el a?o pasado ya le quedaba peque?o y Fiona estaba convencida de que Glen no se daría cuenta. Luego, después de eso, regresarían a Darien, donde Fiona había planeado ir a visitar dos de las escuelas privadas de la localidad, para que Kelly se hiciera una idea de adónde podía ir en cuanto ella consiguiese convencer a Glen.
—Comeremos en el centro comercial de Stamford —decidió Fiona. Kelly dijo que allí había varios restaurantes de comida rápida, así que podía esperar.
Fiona habría preferido sentarse a comer en un restaurante como es debido, donde uno pedía a la mesa y el camarero le traía la comida, pero también le apetecía darle el capricho a la ni?a, porque quería hacerle un par de preguntas sobre lo que había sucedido con la madre de su amiga, y le interesaba que Kelly estuviera receptiva.
En cuanto estuvieron los tres sentados, Marcus y Fiona frente a sendos latte de Starbucks y Kelly con un trozo de pizza de pepperoni, Fiona le preguntó por la noche anterior.
—Pensaba que dormir fuera de casa iba a ser divertido, pero la verdad es que no lo fue.
—?Y eso por qué?
—Al final volví antes. Llamé a papá para que viniera a buscarme.
—?Es que no te lo estabas pasando bien?
—Al principio sí, más o menos, pero luego ya no fue divertido.
Fiona se inclinó para acercarse a ella.
—?Y eso por qué?
—Bueno —dijo Kelly—. La madre de Emily se enfadó mucho conmigo.
—?Ah, sí? —preguntó Fiona—. ?Por qué se enfadó tanto?
—La verdad es que no debería hablar de esto.
—No veo por qué no puedes contármelo a mí. Soy tu abuela. A tu abuela puedes contárselo todo.
—Ya lo sé, pero es que… —Kelly miró su pizza con atención, cogió una rodaja de pepperoni y se la metió en la boca.
—Pero es que ?qué? —insistió Fiona.
—Es que he prometido no contárselo a nadie, bueno, a mi padre sí que se lo he contado, pero porque él es mi padre.
—?A quién se lo prometiste?
—A la madre de Emily.
Fiona asintió.
—Bueno, ella ya no está con nosotros —dijo con un tono ecuánime—, así que ya no romperás la promesa que le hiciste si me lo cuentas.
—?No pasa nada si rompes una promesa que le has hecho a un muerto? —preguntó Kelly.
—Desde luego que no.
Marcus empezó a sacudir la cabeza.
—Fiona, ?qué estás haciendo?
—?Perdona? —le soltó ella.
—Mírala. La estás poniendo nerviosa. Se va a poner a llorar.
Era cierto. Los ojos de Kelly estaban llenos de lágrimas. Una estaba a punto de derramarse y caerle por la mejilla.
—Ya sé que esto puede ser desagradable, cari?o —le dijo Fiona a su nieta—, pero a veces hablar de un acontecimiento traumático resulta terapéutico.
—?Hummm? —masculló Kelly.
—Que si hablas sobre algo que te hace sentir mal, al final puede que te sientas mejor.
—Ah. Me parece que no.
—?Qué te hizo prometer la mamá de Emily?
—No quería que le hablara a nadie acerca de la llamada telefónica.
—Una llamada telefónica —dijo Fiona—. Una llamada telefónica. ?Qué llamada fue esa?
—La que le oí hacer.
Marcus no hacía más que sacudir la cabeza a modo de desaprobación, pero Fiona no le hacía caso.
—?Estuviste escuchando a escondidas una llamada telefónica?