—Me parece que no —dije.
Fiona asintió, como si ya hubiera anticipado mi reacción.
—Puedo entender tu reticencia, pero consideremos la situación con objetividad. Todo el estrés al que se ve sometida Kelly en estos momentos no puede ser bueno para su rendimiento académico. Si estuviera en un colegio diferente, donde los demás alumnos no conocieran su situación ni a ese otro ni?o, para ella sería como empezar de cero.
—Esto pasará —insistí.
—Y —prosiguió sin hacerme ningún caso— hay muchas escuelas a pocos kilómetros de nuestra casa con muy buenas referencias. Las medias de sus alumnos son muy superiores a los resultados que se obtienen en los colegios públicos. Aunque Kelly no hubiera sufrido esta tragedia, aunque no estuviera siendo objeto de acoso en su colegio, creo que es una alternativa que vale la pena considerar. Son instituciones buenas, sólidas, sus credenciales son impecables. Muchas de las familias más prominentes de todo Fairfield County llevan a sus hijos allí.
—Estoy convencido de que pueden permitírselas.
Fiona sacudió la cabeza.
—El dinero no es un problema, Glen. Yo asumiré los gastos relacionados con su formación.
En ese momento creí ver algo en el rostro de Marcus.
—Me parece —le dije a Fiona— que para Kelly sería demasiado hacer el trayecto desde aquí hasta Darien todos los días para ir a clase.
Entonces mi suegra me sonrió con malicia.
—Kelly viviría con nosotros durante la semana, desde luego, y pasaría contigo los fines de semana. Ya hemos estado hablando con un dise?ador de interiores, uno al que conoce Marcus, para renovar la habitación en la que se queda Kelly ahora cuando viene a dormir a casa. Tendría sitio para su ordenador, un escritorio para poder hacer los deberes y…
—No te la vas a llevar lejos de mí —dije sin rodeos.
—De ninguna manera —dijo Fiona, fingiendo sentirse ofendida—. No puedo creer que pienses semejante cosa. Lo que estoy intentando es ayudarte, Glen. A ti y a Kelly. Créeme, sé lo duro que es criar a una hija cuando se está solo. Yo tuve que hacerlo. Comprendo muy bien lo que debe de ser para ti, intentar conciliar tu trabajo con las obligaciones de un padre. Seguramente aún estás intentando recuperar el ritmo normal de las cosas, pero espera y verás. Estás en una obra, fuera de la ciudad, esperando una entrega o una inspección o a un cliente…, no sé, no pretendo inmiscuirme en tu trabajo…, y de repente te das cuenta de que tenías que estar en el colegio para recoger a Kelly.
—Ya me espabilaré —dije.
Fiona levantó una mano y tocó uno de mis brazos cruzados; todo un gesto, viniendo de ella.
—Glen…, ya sé que tú y yo no hemos estado siempre de acuerdo, pero lo que te estoy proponiendo ahora es por el bien de Kelly. Seguro que lo comprendes. Estoy intentando ofrecerle todas las oportunidades posibles.
Lo cierto es que no era una idea absolutamente espantosa, si hubiese podido tragarme mi orgullo sobre quién pagaría todo aquello: era imposible que yo pudiera permitirme enviar a Kelly a una escuela privada, ni de allí cerca ni de ninguna otra parte. Por otro lado, si hubiese creído que los motivos de Fiona eran sinceros, puede que hubiese estado dispuesto a considerar su propuesta. Sin embargo, no podía evitar sentir que no era más que un intento por su parte de abrir una brecha entre mi propia hija y yo. Ahora que Sheila no estaba, Fiona quería hacerse con el control de su nieta.
—Te lo dije —le comentó Marcus a su mujer—. Te dije que esto era entrometerse demasiado.
—En realidad, esto no te concierne, Marcus —dijo Fiona—. Kelly es mi nieta, no la tuya. No sois parientes consanguíneos.
Marcus me miró como diciendo: ?Sé muy bien por lo que estás pasando, compa?ero?.
—Sí que me concierne —insistió—. Kelly vendría a vivir con los dos. —Volvió a mirarme y aclaró—: Entre semana. Y a mí eso me parece bien, pero no digas que no me concierne, maldita sea. Ni se te ocurra.
—Kelly se queda conmigo —dije yo.
—Bueno —repuso Fiona sin aceptar su derrota—, está claro que necesitas un poco de tiempo para pensártelo. Y, desde luego, también nos interesará saber qué tiene que decir Kelly acerca de todo esto. A lo mejor le encanta la idea.
—La decisión la tomo yo —le recordé.
—Desde luego que sí. —Volvió a darme unas palmaditas en el brazo—. Bueno, pero ?dónde está mi princesita? Había pensado que por lo menos podríamos llevárnosla a hacer una peque?a excursión esta tarde…, quizá al centro comercial de Stamford. Podríamos comprarle un abrigo nuevo para el invierno o algo así.
—Me parece que será mejor que Kelly se quede hoy en casa —dije—. Resulta que ha sucedido algo, algo que todavía no he tenido ocasión de contarle a ella, y no sé cómo va a reaccionar, pero me parece que le va a afectar bastante.