El accidente

—Me haces da?o —dijo Kelly—. ?Suelta! ?Que me sueltes!

 

—Siéntate aquí —ordenó Marcus, obligándola a sentarse en el sofá que había junto a la mesita del café. Se quedó de pie junto a ella, acorralándola para que no pudiera levantarse. La ni?a empezó a lloriquear.

 

—Me estás poniendo de los nervios —le dijo—. Si no paras ahora mismo, te partiré el cuello.

 

Kelly intentó sofocar su llanto y acabó haciendo unos ruidos extra?os con la garganta. Se pasó el dedo índice por debajo de la nariz, intentó secarse las lágrimas de las mejillas.

 

Marcus siguió allí plantado durante varios minutos, murmurando algo para sí.

 

—Hay que hacer algo —dijo. De pronto bajó una mano y agarró a la ni?a por la mu?eca—. Un paseo. Nos vamos a dar un paseo.

 

—No quiero ir —protestó Kelly.

 

—Será divertido. Salir al aire libre es muy sano.

 

—?No! —gritó Kelly—. ?No quiero!

 

En ese momento se abrió la puerta de la calle y entró Fiona.

 

—No puedo creer que me haya dejado aquí el…

 

La escena que se encontró la dejó sin habla: Marcus, rojo y tembloroso, agarrando a Kelly por la fuerza; la ni?a llorando, con los ojos desorbitados de miedo.

 

—?Abuela! —gritó, luchando por zafarse de Marcus, que no la soltaba.

 

—?Qué sucede aquí? —exigió saber Fiona—. Marcus, suelta a la ni?a.

 

Pero no lo hizo, y Kelly seguía llorando.

 

—?Marcus! —gritó la mujer—. ?Te he dicho que…!

 

—Calla, Fiona —contestó él—. Calla de una puta vez.

 

—?Es que has perdido el juicio? ?Qué estás haciendo?

 

El hombre empezó a chillarle:

 

—?Qué acabo de decirte? ?Es que no me has oído? Te he dicho que te calles. Y si no te callas, le partiré el cuello. Te juro por Dios que lo haré.

 

Fiona dio unos cuantos pasos vacilantes hacia la sala.

 

—Marcus, dime qué…

 

—?Dónde tienes las llaves?

 

—?Qué?

 

—Las llaves de tu coche. ?Dónde están?

 

—Marcus, sea lo que sea lo que piensas hacer, es una locura.

 

Marcus le puso un brazo a Kelly alrededor del cuello.

 

—Están en el coche. Las he dejado puestas en el contacto.

 

—Aparta de en medio. Kelly y yo nos vamos.

 

—Por favor, Marcus, dime a qué viene todo esto.

 

—Es por la madre de Emily —balbuceó Kelly.

 

—?Qué?

 

—No le hagas caso —dijo Marcus—. No es más que una ni?a boba…

 

Fuera se oyó el sonido la puerta de una furgoneta que se cerraba de golpe.

 

 

 

 

 

Capítulo 59

 

 

Lo primero que vi cuando entré corriendo en la sala de estar de Fiona fue a Marcus con el brazo alrededor del cuello de mi hija. Después, a Fiona con la cara blanca de pánico.

 

—Quédate quieto dónde estás —me dijo Marcus, y obedecí.

 

—No pasa nada, tesoro —dije—. Todo va a salir bien. Papá está aquí.

 

—?Has bloqueado la salida al coche de Fiona? —preguntó Marcus—. Porque tenemos que irnos.

 

—Ya es tarde, Marcus. Lo sé. La policía lo sabe.

 

—No saben nada —repuso él.

 

—?Que saben el qué? —preguntó Fiona—. ?Qué sucede aquí?

 

—Ann salió para encontrarse contigo esa noche, ?verdad? —dije—. Porque te estaba haciendo chantaje. Tú la convenciste para que fuera al puerto y allí la mataste.

 

Los ojos de Marcus refulgieron de ira.

 

—Eso no es verdad. —Miró a Fiona—. No es verdad.

 

Fiona me miró a mí y luego otra vez a Marcus, sin poder creerlo.

 

—Sí, sí que fuiste tú —dije—. Ann te nombra. En el vídeo.

 

—Yo solo quería hablar con ella —confesó—. Se cayó al agua. No fue culpa mía. Fue un accidente. Pregúntale a la policía. Tenía una rueda pinchada. Bajó del coche para comprobarlo.

 

Me pregunté cómo podía saber Marcus todo eso, a menos que él mismo lo hubiese preparado para que diera esa impresión.

 

Fiona, que estaba de pie junto a la mesita del café, dijo: —Marcus, esto no puede ser cierto.

 

—Se ha acabado, Marcus —a?adí yo—. He enviado por correo electrónico el vídeo en el que Ann te nombre a toda mi lista de contactos. Ahora todo el mundo lo sabrá, Marcus. Suelta a Kelly.

 

Pero él seguía sujetándola.

 

—Por favor —dije—. No es más que una ni?a.

 

—Necesito que me deis ventaja —dijo—. Me la llevo conmigo, dame media hora y te la dejo en algún sitio.

 

—No —me negué—, pero te daré ventaja si sueltas a Kelly. Y si me contestas a una pregunta.

 

—?Cuál?

 

—Sheila.

 

—?Qué pasa con ella?

 

—?Por qué Sheila?

 

Marcus torció el gesto.

 

—No sé de qué me estás hablando.

 

—No sé cómo lo hiciste exactamente, pero necesito saber por qué. ?Se había enterado? ?Sabía que tenías una aventura con Ann? ?Amenazó con contárselo a su madre? ?Por eso lo hiciste?

 

Fiona abrió la boca. Al principio estaba demasiado desconcertada para decir nada, pero después, en un murmullo, dijo: —No.

 

Los ojos de Marcus buscaron los de ella.

 

—Fiona, todo son mentiras. Glen no sabe lo que dice, eso es…