El accidente

Intenté volver a contactar con Fiona. Seguían sin contestarme. Lo mismo que con su móvil y el de Kelly. ?Cuándo había pasado algo así? ?Que nadie contestara a ningún teléfono?

 

Había otras personas a las que tenía que llamar, pero no me sabía sus números de memoria e iba conduciendo a tanta velocidad que no era seguro ponerme a localizarlos en la agenda.

 

Le di a uno de los números memorizados al azar. Después de varios tonos, saltó el mensaje de Sally:

 

—Has llamado a Sally Diehl. En estos momentos no puedo atenderte. Por favor, deja un mensaje.

 

—?Sally, joder, soy Glen, si estás ahí cógelo! Kelly está en peligro y…

 

Un clic, y luego:

 

—?Glen?

 

—Sally, necesito ayuda.

 

—Dime.

 

—Ahora no puedo explicártelo todo, pero creo que Marcus pudo matar a Ann Slocum. Y a lo mejor a Sheila también.

 

—Por Dios, Glen, ?de qué estás habl…?

 

—?Escúchame! Apunta esta dirección. Cincuenta y dos de…

 

—Espera, espera, tengo que encontrar un lápiz. Vale, dispara.

 

Recité de corrido la dirección de Fiona en Darien.

 

—Kelly está allí, a menos que haya salido con Fiona y Marcus a alguna parte. Tienes que llamar a la detective Rona Wedmore.

 

—Espera. Rona… Wedmore.

 

—Esta ma?ana estaba en el hospital de Milford, pero ahora ya debería haber salido. Llama a la centralita de la policía y diles que tienes que hablar con ella como sea. Y si no consigues dar con ella, habla con cualquiera y diles que se pongan en contacto con la policía de Darien y que envíen a alguien a esa dirección.

 

Miré el velocímetro. Iba casi a ciento cincuenta por hora. La furgoneta temblaba y traqueteaba, parecía a punto de despegar.

 

—?Lo has anotado todo? —pregunté.

 

—Sí, pero, Glen, esto suena a…

 

—?Tú hazlo!

 

Colgué justo a tiempo de esquivar el parachoques trasero del remolque de un tractor. Giré bruscamente para evitarlo; sentí que la parte de atrás de la furgoneta coleaba un poco y mantuve el pie pisando a fondo el acelerador.

 

 

 

 

 

Capítulo 58

 

 

—Vamos a ver eso que dices —repuso Marcus mientras le quitaba el teléfono a Kelly.

 

Puso el vídeo en marcha y lo vio desde el principio hasta el final.

 

—?Lo has oído? —preguntó Kelly—. Dice algo como ?Marcus, hay un trato?, o algo parecido. ?Lo has pillado?

 

—Sí. Creo que sí.

 

Sonó el teléfono de la casa. Al ver que Marcus no parecía tener intención de contestar, Kelly dijo: —?Quieres que lo coja yo?

 

—No, deja que suene. Dejarán un mensaje si es importante.

 

Unos segundos después, en la mesita del vestíbulo, el móvil de Fiona empezó a hacer ruiditos.

 

—?Y ese? —preguntó Kelly.

 

—No te preocupes por el móvil —dijo Marcus. Todavía tenía el teléfono de Kelly en la mano y, cuando también ese empezó a sonar, se sobresaltó.

 

—?Ahora es el mío! —exclamó la ni?a—. ?Tengo que contestar!

 

Marcus levantó el teléfono hasta la altura de su cabeza.

 

—No, ahora no. Estamos hablando tú y yo.

 

—?Me dejas ver quién es?

 

Marcus dijo que no.

 

—Ya lo mirarás más tarde.

 

—No es justo —protestó Kelly—. El teléfono es mío.

 

Cuando dejó de sonar, Marcus se guardó el teléfono en un bolsillo delantero de los pantalones. La ni?a se quedó desconcertada al verle hacer eso.

 

—Kelly —le dijo—, ?es la primera vez que te has fijado en eso?

 

—?Qué? —Todavía no conseguía hacerse a la idea de que el marido de su abuela le hubiera robado el teléfono—. Sí, creo que sí.

 

—?Alguien más se habrá dado cuenta?

 

—No lo creo. La única persona que ha visto ese vídeo es mi padre. Se lo envié por correo electrónico.

 

—Vaya —dijo Marcus—. Solo vosotros dos.

 

—?Por qué estabas hablando con la madre de Emily esa noche?

 

—Calla un poco, por favor.

 

—Devuélveme el teléfono.

 

—Dentro de un momento, ni?a. Necesito pensar.

 

—?Qué es lo que tienes que pensar? —preguntó Kelly—. Por favor, ?puedes darme el teléfono? No me he portado mal en todos estos días. He recogido mis cosas y siempre hago lo que la abuela y tú me decís que haga.

 

—?Sabes que antes hemos dicho que a lo mejor saldríamos a dar un paseo? Pues sería divertido salir ahora.

 

A Kelly no le gustaba la cara que ponía Marcus. Ya ni siquiera conseguía forzar una de esas sonrisas falsas. Ella solo quería irse a casa. Quería irse a casa ahora mismo.

 

—Dame mi móvil para que pueda llamar a mi padre.

 

—Te daré el móvil cuando yo quiera darte el móvil —repuso él.

 

De pronto, Kelly dio media vuelta y salió de la habitación camino del primer teléfono fijo que encontrara. Levantó el auricular y se puso a marcar los dígitos del móvil de su padre.

 

Marcus le arrebató el auricular de la mano y lo colgó dando un golpe.

 

—Nada de llamar a nadie, peque?a arpía —le dijo.

 

A Kelly empezaron a temblarle los labios. El marido de Fiona nunca le había hablado de esa forma. Marcus la agarró de la mu?eca y se la retorció.

 

—Tú estate calladita.