—?No te dejan ir a verlo?
No le gustó la pregunta, apartó la mirada hacia otro lado.
—Es que no he encontrado el momento todavía. Pero seguramente lo tienen allí encerrado y de todas formas no me habrían dejado verlo. —Se miró un instante las manos, que parecían temblarle un poco—. Joder, estoy hecha un manojo de nervios. —Las metió en los bolsillos de sus tejanos ajustados.
—?Le has buscado un abogado?
Se rió.
—?Un abogado? ?Te estás quedando conmigo? ?Cómo co?o se supone que voy a pagar a un abogado?
—?No puedes conseguir uno de oficio?
—Sí, claro. ?Tú crees que uno de esos hará algo?
Pensé en el dinero que tenía tras los tablones de mi estudio. Con eso podría pagarle un abogado a Doug.
—Además —a?adió Betsy—, tengo cosas que hacer.
—?Ir a buscar la ranchera? ?Esa es tu prioridad número uno?
—Necesito un vehículo. Mi madre necesita su coche.
—?Lo has dejado tirado, Betsy? ?Es eso? ?Ya no te importa lo que le pase a Doug?
—Claro que me importa, pero lo han detenido. Y no lo habrían acusado si no lo tuvieran bien pillado, eso es lo que dice mi madre. Vamos, que supongo que saben que estuvo allí, en la caravana de Theo. También está lo de la pistola en el coche, y dicen que es el arma del delito. ?Qué más necesitan? Tengo que decirte que yo ni siquiera sabía que tuviera una pistola. —Sacudió la cabeza—. Crees que conoces a alguien…
—No sabía que fueras así de fría, Betsy.
—Yo solo quiero una vida como Dios manda —escupió—. Me merezco algo mejor. ?Me convierte eso en una criminal?
—Doug me dijo una vez, bromeando, que se preguntaba si no tendrías dinero escondido en alguna parte. ?Por qué me diría algo así?
—Si tuviera un alijo secreto, ?estaría viviendo con mi madre y suplicándote que me dejes recuperar esa mierda de ranchera que tiene mi marido?
—No estás respondiendo a mi pregunta, Betsy. ?Estaba en lo cierto Doug? ?Tienes algo de dinero guardado? No he visto que las monta?as de facturas que teníais en la cocina te impidieran salir de compras. Seguías sacando dinero de alguna parte, aunque seguramente ya os estaban cancelando las tarjetas.
—No puedo creerlo. De verdad que no. ?Piensas que vendo mi cuerpo o algo así?
—No —dije, aunque me pareció una respuesta interesante, después de lo que había descubierto acerca de Ann Slocum.
Sacudió la cabeza, enfadada.
—Vale, bueno, a veces mi madre me echa un cable. Me da algo de dinero para esto o aquello.
—Betsy, dime la verdad.
—Bueno, mira, puede que no parezca muy boyante, pero sí que tiene algo de dinero. Tenía un tío que murió hace unos a?os, y sacó unos ochenta mil dólares después de vender su casa. Ella era la única pariente que le quedaba, así que lo heredó todo.
—?Y Doug no sabía nada de eso?
—Joder, no. No estoy loca. Mi madre me pasaba algo alguna que otra vez, cuando íbamos más justos, o si no podíamos pagar los mínimos de las visas. —Se echó a reír—. Si todos esos bancos querían seguir enviándonos tarjetas de crédito, era una lástima no utilizarlas. No soy una desagradecida.
—Lo único que has conseguido con eso es perder una casa, Betsy.
Sacó las manos salieron de los bolsillos y las apoyó en las caderas.
—Y tú ?desde cuándo te crees que eres mucho mejor que todos los demás? ?Es algo que te viene ya de nacimiento o lo has ido aprendiendo con el tiempo?
—?Qué estabas haciendo cuando Doug fue a ver a Theo a la caravana?
—?Qué? ?De qué estás hablando?
—Solo es una pregunta, Betsy. ?Qué estuviste haciendo mientras Doug estaba fuera?
—Ni siquiera me enteré de que se había largado hasta que me desperté por la ma?ana y vi que mi coche no estaba. ?Qué quieres decir con eso de qué estaba haciendo? Estaba durmiendo.
—?Alguna vez has estado en la caravana de Theo?
—?Qué? No. ?Por qué tendría que ir yo allí?
—?Cómo sabías que vivía en una caravana?
—?Qué?
—Hace un instante has dicho que Theo vivía en una caravana. ?Cómo lo sabías?
—?Adónde narices quieres ir a parar? Supongo que me lo habrá dicho la policía, yo qué sé. ?A ti qué te pasa? ?Me vas a dejar que vaya a buscar la ranchera o no?
—Acércate ma?ana —dije—. Si yo no estoy, estará Sally. O KF. Alguien te echará una mano, seguro, pero ahora mismo está cerrado.
La acompa?é a la puerta y la cerré tras ella.
Algo me inquietaba. No hacía más que pensar en lo que había dicho Doug, que Betsy y él ni siquiera dormían juntos en casa de su madre. Cuando Doug salió para ir a ver a Theo, en realidad no podía saber si Betsy estaba en casa.
Podría haber estado en cualquier parte.