El accidente

—Siga.

 

—Creo que la muerte de mi mujer no fue un accidente, lo cual me ha llevado a dudar de que la muerte de Ann sea exactamente lo que parece. Las dos eran amigas, nuestras hijas jugaban juntas, las dos estaban metidas en el mismo negocio ilegal, aunque en distinta medida… Veo demasiadas coincidencias, caray. Y ya sabe lo muy nervioso que se ha puesto Darren por esa llamada que oyó Kelly. Yo no soy policía, de acuerdo, pero esto es igual que con las casas. Entras en un sitio y a la mayoría de la gente le puede parecer que todo está bien, pero yo entro y veo cosas que los demás no ven. A lo mejor veo algo raro en el yeso de una esquina, como si lo hubiesen querido arreglar deprisa y corriendo para tapar un punto por el que entraba agua, o siento la forma en que se mueven los tablones bajo mis pies y sé que no han instalado contrapiso. Sé que algo no está bien y punto. Eso es lo que siento con lo del accidente de mi mujer. Y también con el de Ann.

 

—?Tiene alguna prueba, se?or Garber, de que la muerte de Ann Slocum no fuera un accidente? —preguntó la detective.

 

—?Como qué?

 

—?Algo que haya visto u oído? ?Algo palpable que corrobore lo que me está diciendo?

 

—?Palpable? —repetí—. Le estoy diciendo lo que ?creo?. Le estoy contando lo que creo que es la ?verdad?.

 

—Necesito algo más que eso —insistió Wedmore.

 

—?Nunca sigue usted una corazonada? —le pregunté.

 

—Cuando soy yo quien la tiene —repuso, y sonrió a medias.

 

—?Me está diciendo que no ve las cosas como yo las veo? Venga ya. Ann Slocum sale en plena noche después de una intempestiva llamada telefónica, termina cayendo en las aguas del puerto, ?y su marido acepta un suceso tan horrible sin hacer ni una pregunta?

 

—Es un agente de la policía de Milford —dijo Wedmore. ?De verdad lo estaba defendiendo, o más bien hacía de abogada del diablo?

 

—Por favor… —insistí—. Me he enterado de las acusaciones que hay contra él. Y seguro que usted sabe que su mujer y él llevaban de tapadillo ese negocio de los bolsos falsos. Eso no se compra al por mayor en Walmart, y tampoco le prestan a uno en el Citibank el dinero para empezar. Hay que tratar con personajes muy turbios. Los Slocum involucraron a más gente en la venta de mercancía falsa, y no solo bolsos. Fármacos de prescripción médica, para empezar. Y materiales de construcción.

 

En ese momento, y por primera vez, se me ocurrió que los Slocum podrían muy fácilmente haber sido los proveedores de las piezas de imitación para el cuadro eléctrico que había hecho arder esa obra mía. Recordé vagamente a Sally diciendo que Theo había hecho algún trabajo para los Slocum una vez. Y si al final el culpable de las piezas falsas había sido Doug, también existía una conexión: Betsy había conocido a Ann en la fiesta de bolsos que se había celebrado en nuestra casa. Además, era probable que ya se conocieran de antes.

 

—El día en que Sheila murió —dije—, iba a hacerle un favor a Belinda. Iba a entregar un dinero de su parte a un hombre que se llama Sommer. El dinero era para pagar toda esa mercancía, pero no llegó a entregarlo. Sheila tuvo su accidente. Y ese tipo, Sommer, es un hijo de puta que se mueve a base de amenazas. Vino a verme el otro día, y Arthur Twain dice que es sospechoso de un triple homicidio en Nueva York.

 

—?Qué? —Wedmore había sacado su libreta y ya estaba apuntando cosas, pero había levantado la mirada en cuanto yo había mencionado a Twain y el triple homicidio—. ?Quién narices es ese Arthur Twain y de qué triple homicidio me habla?

 

Le relaté la visita que me había hecho el detective y le conté lo que me había explicado.

 

—?Y después Sommer fue a verlo? ?Lo amenazó?

 

—Pensaba que yo podía tener el dinero. Que a lo mejor no había ardido en el accidente.

 

—?Y ardió en el accidente?

 

—No. Lo encontré. En casa. Sheila no se lo había llevado consigo.

 

—Joder —dijo a media voz—. ?De cuánto dinero estamos hablando? —Se lo dije. Se le abrieron los ojos—. ?Y usted se lo entregó?

 

—Belinda ya me había llamado lanzándome indirectas, preguntando si no habría encontrado un paquete con algo de dinero, porque, si no me equivoco, Sommer la había estado presionando para conseguir ese pago. Así que, cuando lo encontré, se lo di para que pagara a ese tipo. No quería tener nada que ver con ese dinero.

 

Wedmore dejó el bolígrafo.

 

—A lo mejor de eso trataba la llamada.

 

—?La que oyó Kelly?

 

—No, la que admitió haber oído Darren. Justo antes de que la se?ora Slocum saliera, Belinda Morton la llamó. Pero ella no ha dicho que fuera acerca de eso.

 

—?Ha hablado usted con Belinda?

 

Wedmore asintió.