—Vaya, ?qué es eso? —dijo, mirando calle abajo.
Era un coche patrulla. Sin sirena, con las luces de emergencia apagadas, avanzando por la calle. El coche se detuvo frente a la entrada; una agente bajó de él.
—?Douglas Pinder? —preguntó.
Doug saludó con la mano.
—Ese soy yo, cielo.
La agente dijo algo a la radio que llevaba colgada del hombro y después empezó a andar hacia nosotros.
—Se?or Pinder, me han pedido que lo lleve a comisaría para interrogarlo.
—Si tiene algo que preguntar, pregunte.
—No, se?or, tiene que acompa?arme a comisaría.
—?Le parece bien que me termine la cerveza?
—Doug —dije yo—, haz lo que te dice. —A ella—: Ha bebido un poco, pero es inofensivo.
—?Quién es usted?
—Me llamo Glen Garber. Doug trabaja para mí.
Doug volvió la cabeza de golpe.
—?He recuperado mi trabajo? Eso son buenas noticias. Ya hemos perdido casi todo el día, pero seguramente todavía queda algún trabajillo que podamos terminar. Aunque… no esperes de mí que clave nada a derechas. Y seguramente tampoco debería manejar maquinaria pesada.
Dos coches patrulla más llegaron por la calle.
—?Qué es esto? ?Una convención? —espetó Doug—. Glenny, vete por una ronda de rosquillas.
—Necesito que me acompa?e, se?or —repitió la agente—. Tranquilícese.
—Bueno, pues vale —accedió él, y dejó la cerveza—. Pero primero tengo que devolverle el coche a mi mujer. —Me sonrió—. Seguro que la muy zorra quiere ir al centro comercial.
—Ese Infiniti de ahí, ?es suyo?
Los otros coches patrulla se detuvieron y de cada uno de ellos bajó un agente.
—Es de Betsy —dijo Doug—. Bueno, para serle sincero, seguramente no debería conducir en estos momentos, la verdad. Lo último que me hace falta ahora es una multa por conducir bajo los efectos del alcohol, me entiende, ?no?
La mujer hizo un gesto con la cabeza en dirección a uno de los agentes que se acercaban, que abrió la puerta del Infiniti y se inclinó dentro a mirar.
—Si quieren llevárselo para dar una vuelta —dijo Doug—, tengo las llaves aquí, en el bolsillo, o por algún lado.
—Caballero —dijo la agente, más severamente que antes.
Doug se puso de pie, se tambaleó y dijo:
—Vale, bueno, ?qué se cuece aquí? ?De qué quieren hablar conmigo? —Me miró—. ?Esto es por lo de Theo?
—No digas nada —le advertí.
—?Y eso por qué? —le preguntó a la agente—. ?Es por lo de Theo Stamos? Aquí, mi jefe dice que alguien le ha pegado un tiro. Es bastante raro, porque yo he ido esta noche a ver a ese hijo de puta.
—Doug —dije—. Por el amor de Dios.
—Venga conmigo, por favor —dijo la agente, dirigiéndolo hacia su coche patrulla. él la acompa?ó sin poner objeción alguna.
El agente que estaba inspeccionando el Infiniti volvió a salir, se metió la mano en el bolsillo y sacó un guante de látex. Se lo puso, lo estiró bien y volvió a inclinarse hacia el interior del coche.
—Tampoco es que esté tan sucio —comentó Doug mientras pasaba junto a él.
Cuando el agente salió del coche, algo le colgaba del me?ique. Un arma.
—Caray —exclamó Doug justo antes de que lo metieran en el asiento de atrás del coche patrulla—. ?Eh, Glen, no te lo pierdas! ?Betsy lleva una pistola en el coche! ?Joder! Está claro que voy a tener que empezar a portarme mejor con ella.
Capítulo 44
Vi cómo se llevaban a Doug Pinder en un coche mientras el segundo agente se apostaba junto al Infiniti, parecía que para montar guardia. Tuve la impresión de que Betsy no iba a recuperar su coche en una buena temporada. Iría directo al laboratorio, junto con la pistola que habían encontrado dentro.
Menudo jaleo.
Me pregunté si debía darle la noticia a Betsy, pero supuse que no tardaría en enterarse. El agente que estaba apostado en casa de su madre estaba a punto de ser informado de que habían encontrado a Pinder y se habían incautado del coche de Betsy. ?Qué le preocupará más?, pensé. ?Que estén interrogando a su marido en una investigación de asesinato, o haber perdido su lujoso medio de transporte?
En las últimas veinticuatro horas, su mundo se había ido a la mierda, en todos los sentidos. Yo me sentía mal por ello por un sinfín de razones, y no creer que Doug fuera capaz de matar a nadie no era la última de ellas. Me había permitido el lujo de pensar que Doug podía haber intentado sacarse unos pavos utilizando componentes eléctricos de mala calidad, pero pensar que era un asesino era algo completamente diferente.
El problema era que Doug había ido a ver a Theo. Tenía motivos para estar enfadado con él. Y llevaba una pistola en el coche. A lo mejor había sido él y luego se había emborrachado tanto que no lo recordaba. O puede que estuviera ya borracho al apretar el gatillo.
Tres veces.