Saqué el móvil, marqué los tres dígitos de emergencias y esperé a hablar con el operador.
Estaba amaneciendo cuando volvimos al escenario del crimen. Un coche patrulla había venido a buscarnos a la gasolinera. Yo había dado media vuelta y había llevado al policía hasta el camino de entrada de la casa de Theo. Con el sol saliendo ya, me fue más fácil guiar al agente por el bosque y encontrar el cuerpo. A unos tres metros de su cuerpo, se?alé el lugar y me quedé con Sally.
No pasó mucho tiempo antes de que otra media docena de coches de la policía llegaran y cerraran aquel tramo de carretera. Un agente de color llamado Dillon nos hizo un interrogatorio preliminar a Sally y a mí, intentando ordenar la secuencia de los hechos. Dijo que una detective iba a hablar con nosotros para repasarlo todo otra vez, lo cual me pareció bien, pero tuvimos que esperar otra hora más para esa segunda ronda preguntas.
Nos habían dicho que no nos fuéramos de allí, así que pasamos gran parte del tiempo sentados en mi furgoneta, escuchando la radio. Sally parecía conmocionada. Durante muchos ratos simplemente estaba ahí sentada, mirando el salpicadero.
—?Estás bien? —le preguntaba cada pocos minutos, y la mayoría de las veces se limitaba a asentir con la cabeza.
Entonces alargué la mano para darle unas palmaditas de consuelo en el brazo, y ella se apartó.
—?Qué? —pregunté.
Se volvió y me miró con detenimiento.
—Tú has empezado todo esto.
—?Cómo dices?
—Has ido por ahí acusando a Theo y a Doug de cosas.
—Todavía no sabemos qué es lo que ha pasado, Sally.
Ella volvió a mirar por el parabrisas, evitando el contacto visual.
—Solo digo que has ido a ver a Theo, luego has ido a ver a Doug, y por la noche ellos dos han hablado y ha pasado algo.
Quería defenderme, decirle a Sally que había actuado conforme a la información que tenía y las cosas que había descubierto. Que jamás había tenido la intención de provocar nada de todo aquello. Pero en lugar de eso me quedé callado.
Decidí que era mejor esperar a que los hechos fueran aclarándose. A lo mejor resultaba que todo lo que había dicho Sally era cierto.
Y entonces yo tendría que asumir las consecuencias.
Le dije a la detective que estaba al mando, de nombre Julie Stryker, que habíamos encontrado el número de Doug Pinder en la lista de llamadas salientes de Theo. Tuve que decirle que podría encontrarlo en casa de su suegra.
—Pero es un buen tipo —a?adí—. él nunca haría algo así.
—?No había rencillas entre ambos? —preguntó Stryker.
Dudé.
—No… creo. Aunque sí puede que tuvieran que decirse cuatro palabras. Ayer sucedieron cosas.
La detective Stryker quiso saber qué cosas eran esas. La puse al día acerca del informe que me había llegado de Alfie, del cuerpo de bomberos, y cómo estaba eso relacionado con Theo. Después le hablé del material que había encontrado en la ranchera de Doug y de que una cosa podía encajar con la otra.
—O sea que puede que los dos quisieran echarse mutuamente la culpa de lo que sucedió en la obra —razonó Stryker.
—Es posible —coincidí con ella—. Puedo llamar a Doug a ver si…
—No, se?or Garber. No haga esa llamada. Nosotros personalmente hablaremos con el se?or Pinder.
Ken Wang me llamó por teléfono.
—Eh, jefe, Stew y yo estamos listos para salir, pero aquí no hay nadie —dijo con su acento típicamente sure?o—. ?Dónde está Sally? Normalmente es ella la que abre.
—Sally está conmigo.
—?Qué?
Me imaginaba cómo habría levantado las cejas.
—Ha tenido problemas esta noche. Y tampoco creo que Doug vaya a trabajar. Escucha, Ken, preferiría decírtelo en persona, pero voy a tener que pedírtelo ahora.
—Claro. ?Qué quiere, jefe?
—Te voy a ascender. A partir de ahora vas a ser mi segundo de a bordo.
—Mi-er-da. ?Qué ha pasado con Doug?
—?Puedes hacerlo?
—Claro. ?Me sube el sueldo?
—De eso ya hablaremos. Hoy estás tú al mando. Mira a ver qué es lo que hay que hacer y hazlo. —Antes de que Ken pudiera responder, colgué el teléfono.
Cuando Stryker regresó, no estaba interesada en contestar a nuestras preguntas, pero sí conseguimos enterarnos de que Theo había muerto de varios disparos. Tres, por la espalda.
Sally intentaba hacerse a la idea, pero no había manera.
—?Quién dispararía a alguien por la espalda? —preguntó.
No respondí. En lugar de eso, pregunté:
—?Theo tiene familia por aquí?
Sally consiguió explicarme que tenía un hermano casado en Boston, una hermana en Utica que se había divorciado hacía poco, y que su padre seguía viviendo en Grecia. La madre de Theo había muerto hacía tres a?os. Sally imaginaba que, para dar la noticia a la familia más cercana, la policía debería empezar por el hermano de Theo. él se encargaría de todo, organizaría el funeral, vaciaría la caravana, ese tipo de cosas.
—?Quieres que lo llame yo? —me ofrecí.
—?No lo hará la policía?
—No creo.