Abrí la ranchera por la parte de atrás. Como los Pinder no habían tenido tiempo de organizar sus cosas, todo estaba tirado. Después abrí la puerta del cobertizo e hice sitio en un rincón. Saqué un par de sillas, un reproductor de DVD, algunas sábanas. Seguramente deberían habérselas llevado a casa de la madre de Betsy, pero ya lo arreglarían más adelante.
Ya casi tenía la ranchera vacía cuando vi un par de cajas de cartón, más o menos del tama?o de una caja de botellas de vino, bien colocadas cerca de la cabina. Me acuclillé y recorrí toda la plataforma. Cuando llevas un tiempo trabajando en la construcción, puedes caminar así por la plataforma de una ranchera sin que te dé un tirón en la entrepierna ni en los ligamentos de las corvas.
Cuando llegué a las cajas, me puse de rodillas. No estaba seguro de si aquello eran pertenencias de Doug o algo relacionado con el trabajo. Así que abrí la caja y miré en su interior. Me encontré con un montón de papel de periódico arrugado que habían utilizado para empaquetar material. Saqué los trozos de papel para ver qué había dentro. La caja estaba llena de piezas eléctricas. Bobinas de cable, enchufes, cajas de empalme, interruptores de la luz, piezas de cuadro eléctrico.
Habría sido interesante leer lo que decían los recortes de periódico, pero estaban todos escritos en chino.
Capítulo 38
A simple vista no parecía que aquellas piezas fueran fraudulentas. Para ser piezas eléctricas de imitación, parecían bastante auténticas. Sin embargo, sentado en la parte de atrás de la ranchera de Doug, examinándolas, fui capaz de encontrar detalles que no pasaron la prueba. Para empezar, las piezas de cuadro eléctrico no llevaban marcas de certificación. Cualquier pieza legal las habría llevado. La pintura del plástico de los interruptores estaba descolorida. Cuando hace mucho que manejas material de ese tipo, estas cosas te llaman la atención.
Me invadió una terrible sensación de inquietud. Recordé algo que había dicho Sally: ??Y si alguien le dio esas piezas malas y él no se dio cuenta??. A lo mejor, Theo no llevaba suficiente tiempo en el negocio para fijarse en esos detalles, para descubrirlos de una forma instintiva.
Mierda.
?Qué narices estaba haciendo aquella porquería en la camioneta de Doug? ?Era él quien había remplazado unas piezas por otras en la casa de los Wilson? ?Lo había hecho en alguna obra más?
Arrastré las dos cajas por la plataforma hasta que quedaron encima de la puerta trasera bajada y después las acarreé, una sobre la otra, hasta mi propio vehículo. Las lancé a la parte de atrás, cerré la puerta y luego cerré con llave el cobertizo, la oficina y la verja por la que se entraba en la propiedad. Llamé a Doug al móvil esperando que no le hubieran cortado la línea por falta de pago. Seguro que la factura era una de aquellas que se amontonaban en el cajón de su cocina.
Tuve suerte.
—?Glen? —Se le oía cansado.
—Hola —dije—. ?Vas a quedarte en casa de la madre de Betsy?
—Sí, pero, tío, esta no es forma de vivir. Esta mujer tiene cinco gatos, joder.
—?Ha habido suerte en el banco?
—Estaban cerrando cuando hemos llegado, así que volveremos ma?ana a primera hora e intentaremos hablar con ellos para que entren en razón. Esto es completamente injusto, tío, de verdad.
—Sí. Oye, tenemos que vernos.
—?Qué pasa?
—Tenemos que hablar, en persona. Ya sé que en estos momentos tienes de sobra con lo que te ha caído encima, pero es importante.
—Sí, bueno, de acuerdo.
—Puedo acercarme hasta Derby, pero no sé dónde está la casa de tu suegra. —Doug me dio una dirección. Estaba bastante seguro de que conocía la calle—. Vale, voy para allá.
—?Te quedas a tomar una cerveza? —preguntó—. Porque, oye, eso que dije el otro día, en plan amenaza, estuvo fuera de lugar, ?sabes? Me siento muy mal por habértelo dicho. Elsie, la madre de Betsy, tiene cervezas en la nevera y dice que puedo coger tres al día. Te reservo una.
—Está bien —dije—. Hasta dentro de un rato.
Derby no quedaba demasiado lejos, pero a mí me pareció un trayecto larguísimo. La verdad es que hubiera preferido echarle la culpa a Theo. Nunca me había gustado ese chico y nunca me había vuelto loco su trabajo. Si el incendio podía achacársele a él, bueno, por mí, bien. Aun teniendo en cuenta que, en teoría, Sally iba a casarse con él.
Jamás habría deseado que Doug fuera el malo de la película. Me pregunté cuál habría sido la reacción de mi padre si hubiera descubierto que uno de sus empleados supuestamente más leales había hecho algo que podía destruir la empresa.
Lo habría echado de una patada en el culo, eso es lo que habría hecho.
Encontré la calle, doblé por allí, y en un camino de entrada que quedaba a la derecha vi el Infiniti de Betsy. Me pregunté durante cuánto tiempo más lo conservaría. Intuía que muy pronto una carraca ocuparía su lugar.
Aparqué delante de la casa de su madre, un edificio de dos pisos de obra vista. Había un gato siamés vigilando la calle por la ventana principal. Recorrí el camino de entrada y estaba a punto de llamar cuando la puerta se abrió.