El lado bueno de las cosas

No recuerdo cuánto tardó pero, después de un tiempo, Danny empezó a hablar de nuevo, y yo fui la primera persona a la que le habló.

Una chica de alguna bonita universidad de Baltimore vino a proporcionarnos lo que nos dijo que eran ?tratamientos no tradicionales?. Teníamos que presentarnos voluntarios para las sesiones, ya que esa chica aún no era una terapeuta. Al principio desconfiábamos, pero cuando vino a promocionar el programa, pronto nos persuadió con su figura de ni?a y esa cara de aspecto inocente tan mona. Era una joven muy amable y bastante atractiva, así que hicimos todo lo que ella nos dijo con la esperanza de mantenerla por allí, sobre todo porque no había pacientes mujeres en el lugar malo y las enfermeras eran extremadamente feas.

Durante la primera semana, nuestra estudiante universitaria nos hizo mirarnos mucho en espejos, ya que nos animaba a que nos conociéramos realmente, lo cual era algo bastante extra?o allí. Ella decía cosas como:

—Estúdiate la nariz. Mírala hasta que realmente la conozcas. Observa cómo se mueve cuando respiras profundamente. Aprecia el milagro de la respiración. Ahora mírate la lengua. No solo la parte de arriba, sino también la de abajo. Estúdiala. Contempla el milagro de saborear y hablar.

Pero un día nos puso por parejas al azar, nos hizo sentarnos uno frente al otro y nos dijo que miráramos en el ojo del compa?ero. Nos tuvo haciendo esto durante bastante tiempo, y resultó bastante raro, porque la habitación estaba totalmente en silencio y los hombres no suelen mirar a los ojos de los otros durante largos períodos de tiempo. Entonces empezó a decirnos que imagináramos que nuestra pareja era alguien a quien echábamos de menos, o alguien a quien habíamos hecho da?o en el pasado, o un miembro de la familia a quien no veíamos desde hacía muchos a?os. Nos dijo que viéramos a esa persona a través de los ojos de nuestra pareja, hasta que dicha persona estuviera delante de nosotros.

Mirar en los ojos de otra persona durante un período de tiempo prolongado demostraba ser algo poderoso. Y si no me crees, inténtalo tú mismo.

Por supuesto, empecé a ver a Nikki, lo cual resultaba raro, porque yo estaba mirando a través de los ojos de Danny, y Danny es un hombre negro de 1,92 de altura que no se parece en nada a mi ex mujer.

Incluso aun cuando mis pupilas permanecían fijas en las de Danny, era como si estuviera mirando directamente a los ojos de Nikki. Yo fui el primero que empezó a llorar, pero los otros me siguieron. Nuestra universitaria vino a verme, me dijo que era valiente y luego me abrazó, lo cual fue bonito. Danny no dijo nada.

Aquella noche me desperté por el sonido de los gru?idos de Robbie. Cuando abrí los ojos me llevó un par de segundos fijar mis pupilas, pero cuando lo hice, vi a Danny vigilándome por encima.

—?Danny? —dije.

—Yo no me llamo Danny.

Su voz me asustó, porque no esperaba que me hablara, en especial porque no le había hablado a nadie desde que llegó.

—Me llamo Chiquillo Loco.

—?Qué es lo que quieres? —le pregunté—. ?Por qué estás en nuestra habitación?

—Solo quería decirte mi nombre de calle, así podremos ser colegas. Pero como ahora no estamos en la calle, puedes seguir llamándome Danny.

Y entonces Danny se largó de la habitación y Robbie dejó de gru?ir.

Todo el mundo en el lugar malo estaba bastante conmocionado cuando Danny comenzó a hablar de modo normal al día siguiente. Todos los médicos dijeron que estaba experimentando un avance, pero no era así. Simplemente Danny decidió hablar. Realmente nos hicimos colegas y hacíamos todo lo que teníamos que hacer en el lugar malo juntos, incluida nuestra rutina de ejercicios. Y poco a poco descubrí la historia de Danny.

Como Chiquillo Loco, él era un conocido rapero de Filadelfia Norte que había firmado con una peque?a compa?ía de discos de Nueva York llamada Rougher Trade. Estaba tocando en un club de Baltimore cuando unos muertos de hambre, aún no sé cómo (Danny a menudo cambia los detalles de esta historia, de modo que no puedo decir lo que ocurrió realmente), lo golpearon en la parte de atrás de la cabeza con una llave grande, lo llevaron al puerto y lo echaron al agua.