El lado bueno de las cosas

Mi madre asiente rápidamente y, mientras Ronnie coloca a Emily en su sillita, dice: —Pásalo bien, Pat.

Vuelvo a sentirme como si tuviera cinco a?os.

De camino a la playa, Ronnie y Veronica nos hablan a Tiffany y a mí igual que le hablan a Emily, como si realmente no esperaran una respuesta, diciendo cosas que no hay necesidad de decir, como: ?Qué ganas tengo de llegar a la playa?, ?Lo vamos a pasar muy bien?, ??Qué deberíamos hacer primero: nadar, pasear por la playa o jugar con el balón??, ?Que día tan bonito? o ??Lo estáis pasando bien, chicos??.

Después de estar veinte minutos sin responderles, Tiffany dice: —?Podemos pasar un rato en silencio?

Así que el resto del viaje trascurre silencioso, excepto por unos grititos que emite Emily y que sus padres dicen que son cantos.

Cruzamos Ocean City y un puente que lleva hasta una playa que no conozco.

—Está menos abarrotada —explica Ronnie.

Cuando aparcamos, colocan a Emily en algo que parece una mezcla entre un carrito y un todoterreno y que Veronica empuja. Tiffany lleva la sombrilla. Ronnie y yo cargamos con la neverita, y cada uno sujetamos un asa. Recorremos un caminito de madera y cruzamos las dunas hasta llegar a la playa. Una vez allí vemos que la tenemos para nosotros solos.

No se ve a ninguna otra persona.

Tras una breve discusión sobre si la marea está subiendo o bajando, Veronica escoge una zona que está seca y coloca una toalla sábana mientras Ronnie empieza a clavar la sombrilla en la arena. Como hace algo de brisa, Veronica tiene problemas para colocar la enorme toalla en la arena.

Si quien hubiese estado colocando la toalla hubiese sido otra persona, yo habría cogido una esquinita de la misma y habría ayudado, pero como no quiero que me griten espero a que me den órdenes antes de hacer nada. Tiffany hace lo mismo, pero Veronica no pide ayuda.

Puede que se haya levantado algo de arena pues Emily empieza a gritar y a frotarse los ojos.

—Qué bonito —dice Tiffany.

Veronica atiende a Emily inmediatamente, le sugiere que parpadee y le muestra lo que debe hacer, pero Emily grita cada vez más.

—Ahora mismo no puedo soportar a un bebé llorando —a?ade Tiffany—. Haz que deje de llorar, Veronica, por favor haz que…

—?Recuerdas lo que dijo la doctora Lily? ?Qué ha sido lo que hemos hablado esta ma?ana? —dice Veronica por encima del hombro mirando muy seria a Tiffany antes de volver a centrar su atención en Emily.

—Así que ahora hablamos de mi terapeuta delante de Pat, ?no? Jodida hija de puta —dice Tiffany sacudiendo la cabeza y alejándose rápidamente de nosotros.

—Dios —dice Veronica—. Ronnie, ?puedes ocuparte de Emily?

Ronnie asiente solemnemente y Veronica echa a correr tras Tiffany diciendo: —Vuelve, vamos. Lo siento. Lo siento de verdad.

Ronnie le echa un poco de agua embotellada en los ojos a Emily, y al cabo de diez minutos ha dejado de llorar. Estiramos la gran toalla bajo la sombra de la sombrilla y colocamos la neverita, nuestras chanclas y el carrito de Emily en las esquinas para que no se levante, pero Veronica y Tiffany no vuelven.

Después de que cada centímetro de piel de Emily esté cubierto de protector solar, Ronnie y yo jugamos con ella en la orilla del agua. Le gusta correr tras las olas cuando se alejan, también le gusta cavar en la arena, y tenemos que asegurarnos de que no se la come (lo cual a mí me parece muy raro, porque ?quién querría comer arena?). Ronnie mete a Emily en el agua y todos flotamos un rato en las olas.

Le pregunto si deberíamos preocuparnos por Veronica y Tiffany, y Ronnie me responde: —No. Seguramente estarán teniendo una sesión de terapia en la playa. Volverán pronto.

No me gusta la forma en que enfatiza la palabra terapia, como si fuera algo ridículo, pero no digo nada.

Luego nos secamos y nos tumbamos en la toalla. Ronnie y Emily en la sombra y yo al sol. Cuando abro los ojos, la cara de Ronnie se encuentra junto a la mía, está durmiendo. Noto un golpecito en el hombro, me doy la vuelta y veo que Emily está al otro lado de la toalla. Me sonríe y dice: —Pap.

—Deja que papá duerma —susurro mientras la cojo en brazos y la llevo al agua.

Durante un buen rato nos sentamos en la orilla y cavamos un peque?o agujero con las manos, pero luego, Emily empieza a perseguir la espuma de las olas, riendo y se?alándolas.