Tal vez Ozzie fuera dulce como un ángel ahora que el pasado había sido alterado.
Ella volvió a tenderse a su lado y se acurrucó contra él. En aquella ocasión, le pasó el brazo por el estómago y lo abrazó con fuerza, como si tuviera miedo de perderlo.
—Lo único diferente que he notado es que en tu escritorio hay muchos frascos de píldoras. Antes no las había visto.
?Píldoras?
Entre las protestas de Victoria, Aden se levantó de la cama y se acercó al escritorio. A primera vista todo parecía normal. Allí estaba su iPod. Unas semanas antes alguien se lo había dejado olvidado en el banco de un parque, y él lo había recogido. Miró el resto de la mesa. Allí había frasco tras frasco de pastillas. Las tomó y leyó las etiquetas una por una. No era de extra?ar que sus compa?eros hubiesen estado en silencio desde que se había despertado. Estaban total y completamente drogados.
—?Chicos?
No hubo respuesta.
—?Chicos! —les dijo, para despertarlos.
?Y si las drogas les habían causado un da?o irreparable? ?Y si nunca volvían? él creía que ya había tomado todas las medicinas del mundo, y sin embargo, ellos nunca habían reaccionado así. Miró las etiquetas de nuevo. Nunca había visto aquella medicación. ?Tal vez era experimental?
Miró el nombre del médico que se las había recetado, que estaba impreso en la parte posterior de los frascos. Ya no era el doctor Quine, sino el doctor Hennessy.
—?Chicos!
Por fin, Eve respondió.
?Estoy muy cansada?, dijo.
?No puedo pensar?, musitó Caleb.
?Sólo quiero dormir?, a?adió Elijah.
Julian permaneció en silencio.
—?Julian! —exclamó Aden.
Siguió el silencio.
—Julian, si no empiezas a hablar ahora mismo, voy a…
?No chilles?, murmuró Julian. ?Habla más bajo?.
A él se le hundieron los hombros del alivio. Gracias a Dios. Todos estaban vivos.
??Qué ha ocurrido??, preguntó Eve.
Aden les explicó lo de la medicación. Al igual que él, conservaban los recuerdos anteriores, que no cambiaban cuando cambiaba el pasado. Ellos tampoco sabían lo que les había ocurrido.
Aden se volvió hacia la cama, pero Victoria ya no estaba allí. él no la había oído moverse, pero de repente estaba a su lado, y lo abrazó por la cintura.
—Tengo que irme —le dijo mientras le acariciaba el cuello con la nariz—. Mi familia se despierta a estas horas de la noche, y tengo que estar en casa. Además de Riley, hay otros hombres lobo rodeando esta propiedad, y la casa de Mary Ann, para protegeros.
Aden le posó las manos sobre las mejillas y la besó suavemente en los labios.
—?Nos veremos ma?ana? —preguntó, pero acto seguido se quedó helado.
Había alguien en la ventana, mirando hacia el interior de su habitación, o más bien, fulminándolo a él con la mirada. él colocó a Victoria detrás de su espalda.
—Escóndete —le dijo mientras buscaba las dagas con la mirada. ?Dónde las había metido?
—?Qué pasa? —Victoria siguió la dirección de su mirada.
Entonces se le escapó un silbido.
—No. No, no, no —dijo con un gemido—. él no. Cualquiera, menos él.
—?Lo conoces?
Ella no respondió. Se apartó de Aden, y él intentó agarrarla para volver a colocarla detrás de su espalda.
—No me toques —le ordenó ella con frialdad.
—?Victoria?
Ella se deslizó hacia la ventana.
—Te dije que te apartaras de mí, Aden, y lo dije de verdad.
Después, desapareció con un movimiento emborronado.
Cuando Riley entró por la ventana de Mary Ann, a la una de la madrugada, la encontró sentada al borde de la cama, abrazada a sí misma, meciéndose hacia delante y hacia atrás.
Ella no dijo ni una palabra cuando él pasó al ba?o. No dijo ni una palabra cuando salió vestido y se agachó frente a ella.