Entrelazados

Aunque ella ya no quería a Tucker, así era exactamente como se había sentido. Incluso había influido en su deseo de estar con Riley. Mary Ann había asumido, automáticamente, que iba a pensar que era demasiado aburrida para él.

—Algunas veces pasa una temporada y el culpable aprende una lección muy valiosa —continuó su padre—. Que él o ella tienen un hogar mucho más valioso que cualquier placer momentáneo. La mayoría no lo aprende, aunque finge que sí para poder tener lo que cree que es mejor de los dos mundos.

—Tucker es uno de los segundos, sin duda —dijo ella.

No tenía ninguna duda al respecto. Después de todo, era un demonio. Aquello todavía la tenía impresionada. Quería haberle preguntado a Riley qué significaba exactamente ser un demonio, pero entonces Aden se había desvanecido en el aire y ellos se habían pasado las horas siguientes buscándolo por la casa y por el bosque. Riley, incluso, se había transformado en lobo y había ido corriendo al Rancho D. y M. Para él era fácil seguir su pista debido a que tenía un olfato muy fino, pero de todos modos no había encontrado ni rastro.

Después, cuando se habían quedado solos, habían pasado el tiempo conociéndose. él le había preguntado cosas de su ni?ez, y había escuchado su plan de los quince a?os. Mary Ann le había dejado admirado con sus objetivos.

—Es importante saber que los demás contienen su atracción por otra gente, pero lo que de verdad define el verdadero carácter de una persona es lo que hace con esos sentimientos —le dijo su padre—. ?Conocías a la chica con la que se estaba viendo?

Mary Ann asintió, pero no quería admitir quién era, así que no dijo nada.

—Gracias por el consejo. Por eso quería hablar contigo sobre este otro chico. Ha tenido un pasado difícil y se está enfrentando a cosas a las que nadie de su edad debería enfrentarse.

—Y quieres que lo ayude.

—No. Quiero que… me hables sobre él.

—No lo entiendo. Es amigo tuyo. ?Cómo voy a saber yo algo sobre él?

—Creo… creo que fue paciente tuyo. Se llama Aden Stone.

A su padre se le cortó la respiración. Luego palideció. Después se puso muy tenso.

—Lo conoces —dijo ella.

él apartó la mirada y apretó la mandíbula.

—Lo conocía.

—?Lo echaste de tu consulta?

En vez de responder, él se puso en pie y echó la silla hacia atrás, arrastrándola ruidosamente por las baldosas del suelo de la cocina.

—Es tarde —dijo en un tono distante—. Tienes que ducharte e irte a dormir.

—Prefiero hablar contigo. Aden necesita ayuda, papá. No la ayuda en la que tú estás pensando, así que no me digas que no vuelva a verlo. Lo quiero como a un hermano y quiero que sea feliz. Y la única manera de que sea feliz de verdad es que encontremos la manera de liberar a la gente que…

—?Ya está bien! —gritó su padre, y dio un pu?etazo en la mesa. Tenía fuego en los ojos. No eran llamas de furia, sino de desesperación. Era algo que Mary Ann sólo había visto una vez, el día en que había muerto su madre y él tuvo que darle la noticia—. Ya está bien —repitió con más calma—. No vamos a hablar de eso. Ella se quedó paralizada. ?En qué estaba pensando? ?Qué era lo que había prendido aquel fuego?

—Pero él te dijo que me conocería algún día, y que sería mi amigo. Ni siquiera tú puedes negar que no era un ni?o loco, sino un…

—He dicho que ya basta. Ve a tu habitación. No es una sugerencia, sino una orden.

Con eso, su padre se dio la vuelta y se marchó. Mary Ann oyó como cerraba la puerta de su despacho de un portazo. él nunca jamás había hecho tal cosa.

Su padre recordaba a Aden. Eso estaba claro. Sin embargo, ?qué era lo que recordaba? ?Qué era lo que le había hecho pasar de ser un padre amable y sosegado a un bruto distante?

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