—Dígame a quién se refería y me iré. Nunca tendrá que verme de nuevo —dijo. Por lo menos, allí—. Por favor.
Antes de que el médico pudiera responder, la mente de Aden comenzó a oscurecerse. No. No, no, no. Todavía no había terminado, tenía más cosas que decir, más cosas que oír. Su lucha se intensificó.
—Por el amor de Dios, dígame…
Demasiado tarde.
El túnel volvió a succionarlo, y Aden giró por él, en la oscuridad, hacia abajo… abajo…
Lo último que tuvo en la mente fue una pregunta. ?Seguiría siendo Mary Ann parte de su vida cuando volviera?
?Estamos a punto de averiguarlo?, dijo Elijah con tristeza.
—?Aden, despierta!
—Oh, gracias a Dios. Ha vuelto.
—Ha salido de ninguna parte, ?verdad? ?O me lo he imaginado yo?
—Aden, ?me oyes?
Aden abrió los ojos, pero tuvo que cerrarlos por la luz.
—Dejadle espacio —dijo alguien con una voz masculina y grave. Riley.
Riley, entonces, seguía siendo parte de su vida. Eso tenía que significar que Victoria también lo era. Por favor, por favor.
—No puedo —dijo una chica.
Entonces, sintió unas manos calientes y temblorosas en las mejillas. Movió la cabeza para perderse en aquel calor. Victoria estaba sobre él, y su coleta negra caía hasta su cuello y le hacía cosquillas.
Gracias a Dios.
—Eh, tú —le dijo ella suavemente mientras le apartaba el pelo de la frente.
—Eh, ?cuánto tiempo he estado fuera?
—Unas horas.
No era bueno. Intentó incorporarse para quedar sentado.
—?Y Mary Ann…?
Sintió un dolor lacerante en la cabeza y gru?ó.
—Despacio —le dijo Victoria.
Cuando se sentó, flexionó las rodillas hasta el pecho y apoyó la cabeza en ellas. Estaba jadeando.
—?Está aquí Mary Ann?
—Sí. ?Qué ha pasado? —preguntó ella con preocupación.
Ellas dos estaban a su lado, y Riley también. Aden nunca había sentido tanto alivio. Si hubiera tenido fuerzas, se habría puesto en pie de un salto y los habría abrazado a todos.
—Necesito un minuto para pensar.
Todo era confuso. Y Aden sospechaba que por algo más que por haber vuelto al presente. El hecho de regresar nunca lo había dejado tan aturdido.
Bien, ?qué podía haber ocurrido? Era evidente que había cambiado el pasado. Le había dicho al doctor Gray cosas que no le había dicho antes. El doctor Gray había perdido los estribos, pero tal y como había predicho Elijah, debía de haberse interesado en él, porque Aden seguía conociendo a Mary Ann. Eso significaba que una de las almas iba a ser liberada pronto.
Sonrió. Entonces, lo habían conseguido. Lo habían conseguido de verdad.
?Y qué más cosas habrían cambiado?
—?Sigo viviendo en el Rancho D. y M. con Dan Reeves? —le preguntó a Mary Ann.
—?No lo recuerdas?
—?Sigo viviendo allí? —insistió él.
—Sí —le dijo Mary Ann, que se abrazó a sí misma—. Me estás asustando, Aden.
—Deja de asustarla inmediatamente —saltó Riley. Era demasiado esperar que su preocupación por él durara mucho.
—Cuéntanos lo que ha ocurrido —le pidió Victoria.
Aden suspiró.
—Viajé en el tiempo a una sesión de terapia que tuve cuando era un ni?o de once a?os –dijo, y alzó la cabeza, intentando sobreponerse al mareo que sentía. Miró a Mary Ann con angustia—. Era con tu padre.
Ella se desconcertó.
—?Con mi padre? No lo entiendo.
—Fue mi médico durante un tiempo en una de las clínicas mentales en las que estuve ingresado. No recuerdo en cuál. Y no me había dado cuenta de que era tu padre hasta hoy. Era agradable, y me escuchaba de verdad. Me caía bien. Yo… bueno, le conté lo que había ocurrido, que vivía aquí y que era tu amigo. Que tú habías salido con Tucker. él se enfadó e intentó echarme de su consulta.
Mary Ann estaba negando con la cabeza antes de que él terminara.
—No es propio de mi padre. él habría pensado que tenías alucinaciones, pero nunca habría echado a un paciente de la consulta.