Entrelazados

—Eve es una mujer, supongo.

—Sí, una chica —respondió él, con bastante disgusto en la voz como para que el médico tuviera que contener una sonrisa.

?Vamos, cállate?, dijo Eve. ?Eres el chico con más suerte del planeta por tenerme de guía?.

—Tengo curiosidad sobre ella —dijo el doctor.

?Claro?, comentó Caleb, que se había ofendido. ??Y qué soy yo, comida para perros? ?Por qué no quiere saber nada sobre mí??.

—Aden. Te has vuelto a distraer.

Aden volvió a concentrarse y olvidó las voces de Eve y de Caleb.

—Lo siento. ?Qué era?

—Te he hecho una pregunta. ?Qué tenías en la cabeza en este momento?

—Nada.

El médico arqueó una ceja.

—Pensaba que ya no me ibas a mentir más.

Aden se frotó las sienes y consideró sus opciones. Podía admitir la verdad, pero si seguían así, el doctor Gray nunca iba a dejar de hacerle preguntas y él nunca podría conducir la conversación de nuevo hacia Mary Ann. Además, ?y si salía de allí antes de poder hacerlo?

?Ahora o nunca?, pensó.

—Tiene curiosidad sobre Eve —dijo—. Bueno, ella puede viajar en el tiempo, y me lleva a versiones más jóvenes de mí mismo. Si mira en mi expediente, verá que he desaparecido unas cuantas veces. De habitaciones cerradas. Los médicos que me estaban tratando dijeron que soy muy bueno abriendo cerraduras, y que me gusta confundir a la gente. La verdad es que viajé a una versión más joven de mí mismo y cambié accidentalmente el futuro.

El doctor Gray pesta?eó.

—Te he dicho que quería que te abrieras, pero me refería a que quería la verdad. Creo que eso también lo he mencionado.

—Y eso es lo que le estoy diciendo. La habilidad que he explicado permite que haya un chico de dieciséis a?os sentado frente a usted, en vez de uno de once. Un chico de dieciséis a?os que conoce a su…

—Aden. Ya está bien.

Aden tragó saliva, pero no permitió que el doctor lo detuviera.

—No me ha dejado terminar. De veras tengo dieciséis a?os, y conozco a su hija, Mary Ann. Nosotros…

—?Aden! —el doctor Gray se pellizcó el puente de la nariz—. Tienes que dejarlo. No nos está ayudando.

—Escúcheme —dijo. ?Cómo podía conseguir que aquel hombre lo creyera?—. Además de viajar en el tiempo, puedo despertar a los muertos. Lléveme a un cementerio y se lo demostraré. Pero no traiga a Mary Ann. Ella anula mis habilidades. Los cadáveres se levantarán. Lo verá.

—?Ya está bien! —el doctor Gray había palidecido. Carraspeó e hizo un esfuerzo por calmarse—. No debería haber permitido que me preguntaras por mi hija. No toleraré que ningún paciente, ni siquiera un ni?o, involucre a mi familia en una sesión de terapia, ?entendido?

—Si no me deja salir de este edificio, no importa. Puedo demostrárselo de otra manera —dijo Aden, hablando desesperadamente—. Mary Ann tiene una amiga, su mejor amiga, que se llama Penny. Un día, saldrá con un chico llamado Tucker.

No sabía si contarle al doctor el futuro lo cambiaría tan irrevocablemente como alterar el pasado, pero ya estaba en aquel camino y no podía contenerse.

—Tucker es un idiota, a propósito, y debería impedir que salieran antes de que empiecen. O tal vez sea mejor que Mary Ann salga con él. No lo sé. Ella…

—Ya está bien. Quiero que te marches, Aden. Ahora mismo —dijo el médico, y se?aló hacia la puerta—. Está claro que has hurgado en mis expedientes personales. Claramente, estás intentando comparar tu vida con la suya. Y eso no va a servirte de nada. Quiero que salgas de esta consulta antes de que haga algo que más tarde pueda lamentar.

?Comparar su vida con la de quién? ?Con la de Mary Ann? ?O con la de otra persona? ?Alguien que también era muy cercano al médico?

—No lo entiendo. ?De quién está hablando?

—Te he dicho que te vayas.

Aden se puso en pie. Le temblaban las piernas, pero no volvió a sentarse.

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