A la hora de comer se sentaron con Aden y Victoria en la cafetería. Todos los demás los miraban. Incluso se inclinaban hacia ellos para escuchar lo que decían. Victoria ni siquiera fingió que comiera.
—Bueno, aquí no podemos hablar de nada —dijo Aden, y miró a Mary Ann—. Aunque te diré que John, el verdadero John, ha hablado conmigo.
?Cómo?
—?Te refieres a un fantasma? —le preguntó Mary Ann en un susurro.
Aden asintió.
Primero un demonio y después un fantasma. ?Qué sería lo siguiente? A ella le temblaba la mano mientras tomaba un poco de helado.
—?Y qué quería?
—Que hablara de su parte con Chloe Howard.
Mary Ann recordó a la chica. Era tímida y apenas hablaba, y casi siempre llevaba una capucha puesta.
—?Y vas a hacerlo?
—No lo sé. ?Y si estropeo las cosas y John se enfada? ?Y si lo hago bien y me manda a otros como él? Porque sé que hay otros. Los he visto. Cuando los vi no sabía lo que eran, pero al mirar atrás, sé que eran eso. De todos modos, vamos a cambiar de tema.
—Podemos ir a mi casa después de clase —dijo Mary Ann. Así podrían hablar.
Victoria y Riley asintieron, aunque estaban un poco desconcertados. No habían entendido la parte anterior de la conversación.
—Te lo explicaré después —le dijo Mary Ann a Riley. él asintió otra vez.
—No puedo —dijo Aden, mientras sacaba el sándwich de su envoltorio de papel—. Tengo que estar a las cuatro, como muy tarde, en el rancho.
—?Y si le dices a Dan que vas a venir a mi casa con un grupo de estudio?
—Se lo preguntaré, pero dirá que no.
—Sólo hay un modo de averiguarlo —dijo Mary Ann.
Sacó el teléfono móvil del bolsillo y llamó a su padre.
—Papá —dijo cuando él respondió—. ?Te importaría que invitara a unos amigos a estudiar a casa después de clase?
—Espera, espera. ?Es mi hija la que habla? —preguntó él—. No puede ser. Nunca invita a nadie a casa, ni siquiera cuando su anciano padre se lo pide por favor.
—Papá, lo digo en serio.
—Claro, invítalos a estudiar. Estoy muy contento. ?Quieres que me quede a trabajar hasta tarde? Así no os molestaría.
Realmente, su padre quería que se relacionara más, aunque fuera estudiando. Tal vez fuera cierto que había estado trabajando demasiado.
—Eso sería estupendo.
—Entonces, ?nos vemos más o menos a las nueve?
—Perfecto. ?Gracias!
—Te quiero, nena.
—Te quiero, papá —dijo Mary Ann. Después colgó y le tendió el teléfono a Aden con una sonrisa—. Te toca.
No puedo creer que esté aquí —dijo Aden, mirando a su alrededor por la casa de Mary Ann.
Dan le había dado permiso. Claro que, Victoria se había puesto al teléfono y le había dicho que lo hiciera, pero de todos modos era sorprendente. Aden estaba allí.
Victoria y él se pasearon por el salón. Riley, que ya había estado allí, permaneció junto a Mary Ann en la entrada. Era espacioso, con sofás de color rojo y una alfombra verde y azul, y varias mesas de mármol naranja. Para conjuntarlo todo, las pantallas de las lámparas tenían flecos multicolores.
—Mi madre decoró la casa, y mi padre nunca ha tenido valor para cambiar nada después de que muriera —explicó Mary Ann, y todos percibieron el tono de cari?o con el que hablaba de la mujer.
—Me encanta —dijo Aden. Tenía carácter y calidez, y resultaba acogedor.
—Riley intentó describírmelo —a?adió Victoria—, pero yo no podía creerlo. ?Quién lo habría imaginado? —suspiró de melancolía y se acercó a Aden, que estaba junto a la chimenea. Pasó la mirada por su cuello, y después volvió y se quedó allí. A medida que pasaba el día, ella se concentraba más y más en su pulso—. Nuestra casa es muy oscura. No tiene color —dijo, arrastrando las palabras.
?Tenía hambre? Estaba más pálida de lo normal, y no tenía nada de rubor en las mejillas.
—?Y dónde está tu casa, a propósito? —dijo él. Si era necesario, iba a llevarla fuera y a obligarla a que bebiera de su sangre—. Sé que eres de Rumanía, pero ?dónde os alojáis aquí?