Entrelazados

Victoria se acercó a Aden. Cuando abrió la boca para hablar, él alzó la mano para que no lo hiciera. Ella podía salvarlo de aquella pelea, sí, pero Tucker regresaría. Los matones siempre volvían hasta que alguien les daba un motivo para no hacerlo, cosa que Aden había hecho con Ozzie.

—Si no te apartas de mi camino, te voy a aplastar los dientes contra el suelo, y te vas a enterar de que no eres tan duro como piensas. Sólo eres un bebé que corre a llorarle a la mejor amiga de su novia.

Tucker palideció.

—Vas a morir por eso.

—Oh. Qué listo —dijo Aden, y aplaudió—. Una amenaza de muerte. ?Y sabes lo más gracioso? Que ni siquiera es la primera que recibo hoy.

Tucker siguió mirándolo durante un instante. Entonces, la mirada fulminante se convirtió en un gesto de desconcierto, y después, de irritación. Al final rodeó a Aden y entró en el instituto.

Bien, ?qué acababa de ocurrir? ?Por qué se había alejado Tucker sin que Aden hubiera tenido que darle ni siquiera un pu?etazo?

Los chicos que rodeaban a Aden se quejaron de la decepción, pero siguieron a Tucker.

—Qué raro —dijo Riley—. He visto ara?as saliendo de la negrura de su aura. Era como si te las estuviera proyectando, como si quisiera que las vieras y las sintieras por tu cuerpo.

—?De qué estás hablando? —preguntó Mary Ann—. ?Qué es eso de proyectar ara?as?

—Es un demonio —dijo Victoria.

Riley asintió.

—Tienes razón, por supuesto. Debería haberlo sabido. Claramente, Tucker es, en parte, un demonio. Una parte muy peque?a, pero lo suficiente para que tenga el poder de crear ilusiones.

—?Cómo? —preguntaron Aden y Mary Ann al unísono.

—?Y has dicho demonio? —a?adió Mary Ann—. Eso no puede ser cierto. Ha sido mi novio durante meses. Tal vez haya estado distraída durante la mayor parte de ese tiempo, pero… Me habría dado cuenta si no fuera humano, ?verdad? Quiero decir que estoy estudiando para ser psiquiatra. Y es cierto que ayer me pregunté si tal vez hubiera demonios entre nosotros, y eso era lo que Aden tenía atrapado en su cabeza, pero no me lo creí de verdad.

Aden tampoco quería creerlo.

—?Es como si estuviera poseído por un demonio?

Riley se encogió de hombros.

—O eso, o hay un demonio en su árbol genealógico.

—El bebé de Penny —dijo Mary Ann con espanto—. ?Acaso va a ser un demonio?

Riley se encogió de hombros nuevamente, aunque su expresión era comprensiva. Y de alivio, si Aden no se equivocaba.

—Sólo el tiempo lo dirá.

—Shane Weston sabe lo de Tucker, creo, y no le importa. Me pregunto si él también es un demonio —dijo Mary Ann mientras se masajeaba la nuca—. Vais a tener que explicarme cómo es posible todo esto. Aunque todavía no puedo creer del todo lo de los demonios, eso explicaría la vena cruel de Tucker, y el hecho de que una vez pudiera materializar una serpiente del aire, y que estuviera tan empe?ado en salir conmigo y más tarde, cuando rompimos, en que siguiéramos siendo amigos.

—Quería quedarse contigo porque eres muy guapa —dijo Riley.

—?Tú crees que yo soy guapa? Aunque no importa —a?adió rápidamente, mientras cabeceaba como para aclararse las ideas—. Lo que estaba diciendo es que una vez Aden me dijo que yo lo calmaba, y después, Tucker me dijo lo mismo. Tal vez yo sea… una especie de tranquilizante para las criaturas que no son humanas.

—No un tranquilizante —dijo Aden—, sino un neutralizador.

—Bueno, si anulo los poderes, ?cómo es posible que Tucker produjera aquella serpiente? Yo estaba al otro lado de la puerta, pero de todos modos estábamos muy cerca.

—Tal vez para anular los poderes necesites que el que tiene esos poderes esté ante ti en un espacio abierto —sugirió Aden.

—Mejor será que no hablemos de eso aquí —dijo Riley, observando los coches que había en el aparcamiento, y los estudiantes que todavía estaban en el vestíbulo. Cualquiera podía acercarse a ellos.

Entraron al edificio y comenzaron a caminar por los pasillos, entre los estudiantes. Aden se inclinó hacia Victoria:

—?Estarás bien? —le susurró, llevándose la mano al cuello para indicarle lo que quería decir.

—Sí —respondió ella.

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