—Si tienes hambre…
—No voy a tener hambre —dijo Victoria, aunque no parecía muy convencida.
—Bueno, de todos modos, estoy disponible para ti.
El timbre volvió a sonar, y Aden suspiró.
—Bueno, vamos a clase. Ya llegamos tarde.
?Y cómo iba a explicárselo a Dan? ?Eh, Dan, échame del rancho porque estaba hablando de cosas importantes con una vampira y un hombre lobo?.
—Yo me ocuparé de eso —dijo Victoria con una sonrisa—. Nadie lo va a saber.
—?Y cómo…? Ah —lo haría con su voz de vudú. Aden también sonrió. Salir con una princesa vampira tenía sus ventajas—. Gracias.
—Es todo un placer.
Aden pensaba que todos iban a tener que separarse, pero resultó que Victoria y Riley habían hecho algo más que colarse en el instituto de noche para recorrerlo. Se habían asegurado de que Victoria tuviera el mismo horario que Aden, y Riley, el mismo que Mary Ann.
Victoria... en el instituto con él durante todo el día. Podría pasar más tiempo con ella, verla abiertamente, hablar con ella, saber más cosas de ella y de su gente. ?Podía ser mejor?
En realidad, sí. Mary Ann lo estaba ayudando, y Riley ya no le amenazaba con matarlo.
Sin embargo, su optimismo no duró mucho tiempo. Algo iba a salir mal, y no iba a tardar mucho. Siempre ocurría. No era paranoia. Simplemente, era la cruz de la vida de Aden.
—Elijah —murmuró, mientras entraba a la primera clase con Victoria.
El adivino sabía lo que quería.
?Sí, va a ocurrir algo malo, amigo mío. Te lo dije antes de que comenzaras este viaje?.
Pero Aden se había embarcado en él de todos modos, así que ocurriera lo que ocurriera, sería culpa suya.
En la tercera hora, el supuesto John O’Conner estaba esperando a Aden, casi dando saltos en la puerta de la clase. Aden todavía estaba furioso con él, y además, había comenzado a desconfiar de su naturaleza, así que fingió que no oía sus preguntas ansiosas.
—?Has hablado con Chloe? ?Eh? ?Eh? No pude entrar en la cafetería por algún motivo, pero lo intenté.
Victoria ocupó el asiento de John, y el chico tuvo que quedarse de pie junto a Aden. Los demás estaban entrando, y se quedaban mirándola con asombro. Aden tuvo ganas de pegarles.
—Aléjate —le gru?ó Aden a John.
—?Quién? ?Yo? —preguntó Victoria.
él se?aló a John con la cabeza.
—No. Este pesado.
—?Qué pesado? —Victoria no podía verlo.
—?Es…? ?Crees que puede ser un…?
—Vamos, tío —dijo John antes de que Victoria respondiera—. No te estoy pidiendo que resuelvas el problema del hambre en el mundo, ni nada por el estilo. Sólo quiero que hables con Chloe y te enteres de cómo está.
Aden puso la mano en el pecho de John para empujarlo, o al menos lo intentó. La mano lo atravesó como si estuviera tocando el aire, y Aden sintió una descarga eléctrica, como si hubiera metido los dedos en un enchufe.
Se quedó mirándose la mano con desconcierto. La profesora comenzó a hablar, y después le pidió a Victoria que se pusiera ante toda la clase y les contara un poco de sí misma.
—Hola, me llamo Victoria y soy de Nueva York. Me gusta estar sola y mi helado favorito es el de nata con nueces. Gracias.
él miró a John con ojos nuevos. Su piel era brillante, y en aquel momento su cuerpo sólo era una silueta de lo que debía de ser. No era un duende, un hada ni un brujo, después de todo. ?Cómo no se había dado cuenta? ?Cómo no lo había razonado?
—?Qué pasa? ?No lo sabías? —le preguntó John. El John de verdad, después de todo. El que había muerto de una sobredosis, y que se había convertido en un fantasma.