Entrelazados

Era de esperar, pensó Aden. ?Acaso los espíritus también lo perseguían? Y si lo perseguían, ?cómo iba a protegerse de ellos?

Durante aquel día se intensificaron los chismorreos acerca de Riley y de Victoria. Un grupo de estudiantes decía que eran modelos que intentaban esconderse de los medios de comunicación. Otro decía que eran los hijos de una pareja de modelos, que estaban intentando esconderse de los medios de comunicación. Todo el mundo pensaba que eran ricos, y unos cuantos creían que estaban filmando un reality show para la televisión.

Mary Ann lo escuchaba con resignación, sin saber cómo habían entrado en la historia el dinero y la fama. Ella casi no podía creer que Riley estuviera allí. ?Y en forma humana!

él permaneció a su lado, observando a todo el mundo y asegurándose de que se comportaban bien. Mary Ann temía, en parte, que él estuviera con ella sólo porque le resultaba calmante, como les sucedía a Aden y a Tucker. Que era un demonio. Un maldito demonio. Y ella lo había besado. ?Le habría pegado él gérmenes de demonio?

Aunque Mary Ann no podía quejarse de las atenciones de Riley, pero esperaba y rezaba para que la tranquilidad no fuera el único atractivo que tenía para él. Riley había dicho que era guapa, pero ?y si lo había dicho sólo para ser agradable?

Podría conseguir a la chica que quisiera, Mary Ann estaba segura. Como a Penny, si hubiera estado allí. Mary Ann no la había visto en todo el día. Podría conseguir incluso a Christy Hayes, la jefa de animadoras, que en aquel momento estaba lanzándole besos mientras pasaba pavoneándose a su lado.

—Puedes ir a hablar con ella si te apetece —le dijo Mary Ann—. Faltan cinco minutos para la tercera clase.

él frunció el ce?o mientras caminaban, y se pasó los libros de un brazo a otro.

—?A hablar con quién?

Vaya. Riley ni siquiera había visto a la guapísima Christy. Mary Ann sintió una punzada de placer.

—No importa. ?Y qué tal va tu día, hasta el momento?

—Bien. Victoria y yo hemos ido más veces a la escuela. Claro que los otros alumnos y los profesores eran como nosotros, pero el colegio es el colegio. Vas, aprendes, y matas a quien se interponga en tu camino.

Ella palideció.

—No puedes ir por ahí matando gente. Hay reglas y leyes que debes obedecer o…

él se echó a reír.

—Sólo estaba bromeando, Mary Ann. Yo no les haría da?o a tus amigos.

—Ah —dijo ella. Después refunfu?ó—: ?No me asustes así!

—Sin embargo, a tus enemigos… —murmuró él.

Mary Ann agitó la cabeza, sin saber si debía creerlo en aquella ocasión. Con ella nunca había sido rudo ni agresivo. Sólo era amable y protector.

Entraron en clase y se sentaron juntos. Riley la observó mientras ponía los libros en el pupitre.

—De nuevo, tu aura es una mezcla de colores. ?En qué estás pensando?

?En ti?.

Se inclinó hacia él y le susurró:

—?Tienes novia esperándote en casa? Sólo es por curiosidad, ya sabes.

?No, es que soy tonta?. Sin embargo, tenía que saberlo.

él sonrió.

—No. No hay nadie. En realidad, Victoria es mi única amiga.

La maravillosa Victoria. Estupendo.

—?Y yo soy tu amiga? —le preguntó. él se lo había dicho antes, pero tal vez hubiera cambiado de opinión.

Pasó un momento, y él la miró a los ojos y asintió.

—Sí. Eres mi amiga, y yo soy tu amigo. Te protegeré, Mary Ann. Tienes mi palabra.

Sonó la campana, y el profesor comenzó la clase. Ella no oyó ni una sola palabra. Miraba hacia delante y fingía que prestaba toda la atención del mundo y tomaba apuntes, pero sólo podía pensar en Riley.

Por desgracia, así continuó todo el día. Se preguntaba qué le parecería a él el instituto y los demás chicos. Si se aburría y quería estar en otro lugar. Si le gustaba estar con ella tanto como a ella con él.

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