Entrelazados

Sólo hubo silencio durante un rato.

—Soy un idiota —dijo él, y la miró con los ojos entrecerrados. Después se puso en pie y fue hacia el ba?o para quitarse la ropa—. Estás en deuda conmigo por esto —a?adió.

Así que verdaderamente sabía usar artima?as. En aquella ocasión, Mary Ann tuvo ganas de echarse a reír.

Aden tenía los papeles que había impreso en el instituto. Había estado investigando sobre Vlad el Empalador, y en aquel momento los folios estaban escondidos en su libro de geometría, en su habitación.

Aquél era el primer momento de tranquilidad que tenía desde que había vuelto de clase y de hacer las tareas del rancho escuchando las amenazas de Ozzie, que le había dicho que iba a decapitarlo si lo delataba.

Con un suspiro, Aden se tumbó en la cama para relajarse y metió la nariz en el libro. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que relajarse no iba a ser fácil. Cuanto más leía, más se daba cuenta de que Victoria tenía razón al temer lo que iba a hacerle su padre si descubría que no era útil. Tal vez le atravesara el corazón con un pu?al, porque así era como iba a morir. ?O el rey de los vampiros se limitaría a torturarlo, según su costumbre?

Vlad Tepes, Vlad III, príncipe de Wallachia, Vlad el Empalador, Drácula, era conocido, cuando todavía era humano, por su afición a los castigos crueles. Le encantaba empalar a sus enemigos y dejarlos al aire libre para que tuvieran una muerte lenta y dolorosa. Supuestamente, les había hecho aquello a unos cuarenta mil hombres y mujeres.

Aunque no era Aden quien podía reprochárselo. él todavía les cortaba la cabeza a los cadáveres.

Algunos pensaban que el guerrero había muerto en una batalla contra el Imperio Otomano. Otros, que lo habían asesinado. Bram Stoker había sido el primero en inmortalizar al príncipe como vampiro, y Aden se preguntaba por qué. ?Acaso sus caminos se habían cruzado alguna vez?

Oyó un ara?azo en la ventana y se incorporó de un salto. Miró el reloj. Eran las nueve de la noche. ?Podía ser Victoria? Ella no iría a verlo tan pronto, pero tal vez su padre había decidido que ya era hora de eliminarlo, y tal vez Victoria quisiera advertírselo…

??Por qué estás tan preocupado??, le preguntó Eve.

—Tengo una imaginación demasiado activa —dijo él, obligándose a calmarse.

Una pata se posó sobre el cristal, y comenzó a rascar de nuevo. Aden se acercó. ?Un animal perdido?

Cuando vio al lobo de Mary Ann, dio un salto hacia atrás.

Así que por fin había ido a buscarlo. Aden sacó sus dagas de las botas que había puesto junto a la cama.

Como Aden había roto la cerradura, el lobo pudo abrir la ventana con las patas. Aden permaneció inmóvil, armado y preparado. Sin embargo, el lobo no se abalanzó sobre él. Se quedó fuera y miró el interior de la habitación. Pasó un momento tenso en silencio. Y entonces:

??Sabes cómo se llamaban tus padres??.

La voz sonó en su cabeza, pero eso no fue lo que dejó a Aden petrificado de asombro e incredulidad. ?Sus padres? ?De verdad?

—Mira, siento lo de tu pata. Volví para vendártela, pero ya te habías ido. No quería hacerte da?o, pero no me dejaste otra elección. Ibas a matarme. Tenía que hacer algo. Igual que voy a hacer algo ahora si me atacas.

?Tú y yo resolveremos eso pronto, pero no ahora. Ahora necesito saber si conoces el nombre de tus padres?.

Aden se sintió confuso.

—No. Sólo eran papá y mamá, y yo tenía tres a?os la última vez que los vi —dijo.

Podía haberles preguntado sus nombres a alguno de sus cuidadores, pero no se había permitido el lujo de hacerlo. Ellos no lo querían, así que él no iba a quererlos a ellos.

—Y ahora, si quieres luchar, te advierto que no vas a salir indemne.

??Cómo puedes ser tan poco colaborador? Estoy intentando ayudarte?.

—Sí, claro.

Gena Showalter's books