Entrelazados

Aden se puso de rodillas y le dio un pu?etazo en la mejilla.

—Esto, por mi primera camisa —dijo, mientras le propinaba otro golpe en un ojo—. Esto por las demás —a?adió, y le golpeó en la barbilla. Hubo una salpicadura de sangre, pero Aden, que estaba ciego de rabia, no se preocupó. Sólo quería infligir tanto dolor como fuera posible—. ?Y esto por mis pelotas!

Ozzie, rugiendo, consiguió liberarse las piernas del cuerpo de Aden y le dio un fuerte empujón en el pecho. Aden salió impulsado hacia atrás y se chocó contra el tronco de un árbol. Después cayó al suelo.

??Qué está pasando??, preguntó Eve.

Aden la ignoró, se puso en pie y cargó hacia delante, y golpeó a Ozzie en la garganta con la cabeza. Mientras Ozzie estaba agachado, carraspeando y gorgoteando, Aden le dio una patada en el estómago sin pensarlo dos veces. Ozzie cayó de rodillas, y del bolsillo se le salió una bolsa de plástico. El chico permaneció con la cabeza agachada, cubriéndose la cara con una mano para protegérsela.

—?Levántate! ?Pelea conmigo! ?No era eso lo que querías? —le gritó Aden, sin poder controlarse—. ?Vamos!

Iba a darle otro pu?etazo en la cara, pero oyó una voz femenina.

—Yo no lo haría si fuera tú.

Aquellas palabras fueron seguidas del clic de un arma. Lentamente, Aden se dio la vuelta y vio a una chica que lo apuntaba con una pistola.

Podría ganarla, aunque estuviera sudando y jadeando. Ya no sentía dolor, debido a la adrenalina que recorría su cuerpo. Sin embargo, no le apetecía pegar a una chica.

?Porque está mal?, dijo Eve, como si le hubiera leído el pensamiento.

?No va a tener que hacerle da?o?, dijo Elijah. ?Esto se va a arreglar?.

??Cómo se va a arreglar si hay una chica con una pistola en la mano??, gritó Caleb.

?Corre, Aden?, le ordenó Julian. ?Echa a correr?.

Aden dio un paso atrás.

??No te muevas!?, rugió Elijah. Aden se quedó quieto.

?Corre?, le dijo Julian de nuevo, y Aden dio otro paso.

?Alto?.

—?Callaos! —gritó, tapándose los oídos.

—?Cállate tú! Y muévete, o te juro que te pego un tiro. ?Y quién demonios eres? —le gritó la chica. Era guapa, pese al arma. Era rubia y tenía el pelo corto. Tenía un corte en el labio inferior, como si ella también hubiera estado metida en una pelea.

—Tranquila, Casey —dijo Ozzie, sorprendentemente calmado, mientras se ponía en pie. Arrastraba un poco las palabras al hablar, y ya se le estaba hinchando la mandíbula—. Es del rancho.

Ella no bajó el arma.

—?Y siempre te pegas con los chicos con los que vives?

—Sí —dijo Ozzie. Se agachó y tomó la bolsa de plástico que se le había caído al suelo—. No es policía, y no se va a chivar. Sabe que lo apu?alaría mientras duerme si lo intentara.

Aden sabía que aquello era una bolsa de drogas. Así que Ozzie y la chica iban allí a drogarse.

—Para ser alguien que acaba de perder una pelea, parece que te sientes muy seguro de lo que puedes hacerme.

Ozzie se puso rígido, y Casey lo enca?onó de nuevo.

Tal vez hubiera sido mejor tener la boca cerrada. Sin embargo, por el rabillo del ojo había vislumbrado a Victoria, que se deslizaba hacia ellos sigilosamente, como un fantasma, y las palabras se le habían escapado de entre los labios.

Ni Ozzie ni Casey se dieron cuenta.

Aden habría sabido que ella estaba allí aunque no la hubiera visto. Irradiaba un poder que inundaba toda la zona, y que cargaba el aire de electricidad. Tenía la piel más blanca que nunca, tanto que casi le brillaba. Su túnica negra se mecía al viento.

?Te dije que todo iba a salir bien?, dijo Elijah con petulancia.

Otro presentimiento que había resultado cierto. Si seguían así, Elijah iba a ser capaz de predecirlo todo.

—No vas a disparar a nadie —dijo Victoria, que había aparecido de repente enfrente de Casey. Agitó la mano delante de la cara de la muchacha, y su anillo de ópalo atrapó rayos de luna y envió dardos de colores en todas las direcciones.

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