Entrelazados

—Eso son dos preguntas, así que después me deberás una. La respuesta a la primera pregunta es de los humanos. La respuesta a la segunda pregunta es no. No tengo esclavos de sangre. Prefiero beber de mis presas sólo una vez.

—Yo ya sabía que bebes sangre humana. No me refería a eso —dijo Aden, y pensó en los periódicos que había leído aquellos días, y en las últimas noticias que había visto en la televisión—. No hay artículos sobre ataques recientes. Nadie ha dicho nada sobre vampiros en esta zona. Parece que nadie sabe que existes. No entiendo cómo es posible eso si tu familia y tú estáis tomando… varias comidas al día.

—Hay un motivo para eso, pero tienes que darme algo a cambio de esa información —dijo ella—. ?A qué te refieres con que hay almas encerradas en tu cabeza?

—Almas, personalidades, otros humanos. Son cuatro, y siempre han estado conmigo. Por lo menos, desde que tengo uso de razón. Hemos elaborado muchas teorías acerca de cómo han llegado aquí, y lo que nos parece más probable es que yo las atrajera hacia mi interior. Más o menos como te he atraído a ti, sólo que a ellos los absorbí al interior de mi mente. Hablan todo el tiempo —dijo él, y se apresuró a continuar antes de que pudieran protestar—: Cada uno de ellos posee una habilidad. Una puede viajar en el tiempo. El otro despierta a los muertos, el otro puede poseer otros cuerpos y el cuarto puede ver el futuro, normalmente, las muertes de otros.

—Entonces, ?tú también puedes hacer esas cosas?

él asintió.

—Y ahora estamos empatados.

Ella ladeó la cabeza con una expresión pensativa.

—Eres más poderoso de lo que yo pensaba. Me pregunto cómo va a reaccionar mi padre ante esto.

Aden también se lo preguntaba. Aquel hombre había tenido ganas de matarlo sólo por el viento que habían creado Mary Ann y él juntos. Aquello era mil veces peor.

—Tal vez no deberías decírselo.

—Sí, seguramente tienes razón. Bueno, cuéntame más cosas sobre esas almas. Has dicho que hablan todo el tiempo. ?Son muy ruidosas?

él se encogió de hombros, y el agua se movió a su alrededor.

—Muchos días sí. Por eso todo el mundo cree que soy raro. Porque siempre le estoy diciendo a alguno de ellos que se calle, o peor todavía, conversando con ellos. Y ahora, me toca a mí.

Ella entrelazó sus dedos con los de Aden, casi como si deseara su contacto tanto como él.

—Tal vez la gente piense que tú eres raro, Aden, pero de mí piensan que soy malvada. Y puede que lo sea. Me alimento de sangre. Y, al principio, cuando estaba aprendiendo a beberla, tenía demasiada ansiedad, era incapaz de contenerme, y les hice da?o a algunos inocentes.

Aden percibió la culpabilidad de su tono de voz, la tristeza, y lamentó que ella estuviera experimentando aquellas emociones. Aden quería que fuera feliz. Y si eso le convertía en un tipo blando, pues bien, sería un tipo blando.

Aquello le recordó a Riley. ?Acaso era él el único que deseaba ver feliz a Victoria? Seguramente, no. Después de todo, Victoria le había dicho una vez que Riley estaba celoso de él. Aden no lo había entendido en aquel momento, pero tal vez Riley estuviera celoso del tiempo que Victoria pasaba con él. Celoso como lo estaría un novio.

Y de todos modos, ?por qué necesitaba ella un guardaespaldas?

—Hablar de cómo nos ve la gente es deprimente. Vamos a hablar de Riley. ?es tu novio?

Ella se echó a reír.

—No. Es más como un hermano. Me irrita, y por eso me escapo de él siempre que puedo. ?Y la chica con la que te he visto? ?Mary Ann?

—Sólo somos amigos.

Victoria le acarició la palma de la mano con el pulgar.

—?Y qué tipo de persona es?

Antes de poder contenerse, Aden se llevó su mano a los labios y se la besó.

—Es dulce. Buena. Amable. Sabe un poco de mí. Me ha visto poseer el cuerpo de un hombre lobo, así que no he podido ocultárselo.

—?Vampiros y hombres lobo? ?En qué te has metido? Los hombres lobo son criaturas peligrosas. Asesinos. Ten cuidado con ellos —le dijo Victoria, con la voz entrecortada, y posó la mirada en sus labios.

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