—Tras unos instantes, prosiguió:
—Esta noche, me has pedido que me quedara contigo. Eres la primera persona que quiere pasar un rato conmigo, hablar y conocerme. ?Sabes lo irresistible que es eso? Riley es mi amigo, pero su trabajo es protegerme. Y con él, nunca puedo olvidar lo que soy. Pero contigo… me siento normal. Como cualquier otra chica.
Ser normal. Aquél era un anhelo que él conocía bien. Y el hecho de que él pudiera hacer que Victoria se sintiera así era asombroso.
—Tú también haces que sienta eso —admitió él—. Pero yo soy…
—Irresistible, como ya te he dicho. Debería mantenerme alejada de ti, pero no puedo. Así que seré yo la que te pida que no te vayas.
él no sabía si echarse a reír o a llorar. Siempre y cuando ella no lo considerara un don nadie, él intentaría no pensarlo.
—Me quedaré.
Ella sonrió lentamente, y se le iluminó toda la cara.
—Bueno. Y ahora, ?qué estabas diciendo sobre mí, y sobre cómo hago que te sientas?
—Que también me siento normal cuando estoy contigo —respondió Aden. ?Y que eres lo mejor que me ha pasado nunca?. Carraspeó—. Bueno, ?y qué más sucedió cuando tu padre se convirtió en vampiro? —le preguntó, como si nunca hubieran cambiado de tema de conversación. Fingiendo que eran normales, pese a todo.
Ella debió de darse cuenta de lo que pretendía Aden, porque su sonrisa aumentó.
—Dejó de envejecer y su cuerpo se fortaleció increíblemente. Su piel perdió el color, y se convirtió en un escudo impenetrable.
Aden se acordó de que ella se había reído cuando le había mostrado las dagas.
—?Tu piel no se puede cortar?
—Con un objeto afilado no.
—?Y nunca te pones enferma?
—Me puse enferma una vez —dijo ella, y con un suspiro, le soltó la mano y le tiró suavemente de los dedos—. Aden.
Claramente, aquella pregunta la había incomodado.
—Si tu padre dejó de envejecer, ?eso significa que eres casi tan vieja como él? —le preguntó. Ella se relajó entonces—. No, espera. No puede ser. Me dijiste que los vampiros mayores no toleran el sol, y tú sí.
—Sí, soy mucho más joven que él. Sólo tengo ochenta y un a?os —Victoria le metió los dedos entre el pelo y le acarició la cabeza—. Pero no creas que siempre he sido así. Mis hermanas y yo envejecemos lentamente. Nuestras madres se desesperaban para que dejáramos de ser ni?as peque?as.
—?Y dónde está ahora tu madre?
—En Rumanía. A ella no se le permitió viajar con nosotros.
él tuvo ganas de preguntar el motivo, pero no quería tener que responder nada sobre sus propios padres. Así pues, dijo: —Ochenta y uno. Vaya. Eres como mi abuela. Si la tuviera.
—No digas eso, es horrible —dijo ella con una sonrisa.
—En tus ochenta y un a?os de vida habrás tenido muchos novios, ?no?
Por algún motivo, aquella pregunta acabó con la sonrisa de Victoria. Ella apartó la mirada con una expresión de culpabilidad.
—Sólo uno.
?Sólo uno? ?Y por qué la culpabilidad?
—?Por qué sólo uno?
—Es el único al que ha aceptado mi padre.
Lo cual significaba que la aprobación de su padre era importante para ella. Por desgracia, seguramente Aden no conseguiría aquella aprobación. Así pues, ?cuánto tiempo tenía antes de que Victoria lo dejara? ?Cuánto tiempo quedaba para que ella comenzara a salir con alguien del gusto de su padre?
Al pensar en aquellas preguntas, Aden sintió el impulso de explicarle lo bien que podían estar juntos. Tenía que contarle su visión antes de que fuera demasiado tarde.
—Te he contado que puedo ver el futuro, ?verdad?
Ella asintió de mala gana. Seguramente, aquel cambio de tema le producía desconcierto.
—Nos he visto juntos —dijo Aden por fin—. Sabía que ibas a venir antes de que llegaras.
Victoria se quedó inmóvil y frunció el ce?o.
—?Y qué hacíamos cuando estábamos juntos?