él alzó la vista y frunció el ce?o.
—Estudias demasiado, cari?o, y no quiero que recuerdes tus a?os de adolescencia pensando en que deberías haberte divertido más. Ya hemos hablado de esto. Arréglate y vamos al centro —dijo, y dejó los sobres en la consola. Después se dirigió hacia las escaleras—. Yo me daré una ducha y me cambiaré. Estaremos cenando dentro de una hora. Después podríamos ir al cine.
De todos los días que podía pasar con ella, había elegido aquél. Mary Ann no podía librarse de ello sin herir los sentimientos de su padre.
—Muy bien, de acuerdo. Será divertido —dijo.
él frunció más el ce?o e hizo una pausa con la mano apoyada en la barandilla.
—?Estás bien? Pareces nerviosa.
—Estoy perfectamente —respondió Mary Ann—. Voy a arreglarme.
Sin una palabra más, volvió a su habitación y cerró la puerta. Se apoyó en ella y respiró profundamente.
—Tienes que…
El lobo no estaba por ninguna parte.
—?Lobo?
No hubo respuesta.
Ella atravesó la habitación hasta la ventana, que estaba abierta. La brisa mecía suavemente las cortinas. Mary Ann se asomó y vio al lobo sentado en el césped del jardín, mirándola.
él asintió brevemente al verla. Después se dio la vuelta y se dirigió hacia el bosque.
Aden se sentó ante el escritorio y miró los deberes que tenía que hacer: una redacción sobre el motivo por el que las obras de teatro de William Shakespeare todavía eran relevantes en el mundo actual. Se preguntó por qué había luchado tanto por poder asistir al instituto. No había pasado ni un minuto con Mary Ann, no había dado ningún paso para averiguar cómo podía liberar a las almas de su mente y conseguirles cuerpos propios y estaba más que confundido sobre Shannon y el lobo. No sabía si eran el mismo ser, o dos criaturas diferentes.
Desde la tarde en la que Aden había mordido al lobo en la pierna, Shannon lo había estado evitando. Lo miraba con desagrado y le había gru?ido, pese a que hubieran hecho una tregua en el instituto el primer día de clase, prueba de que podía ser el hombre lobo enfadado. Sin embargo, Shannon no cojeaba, y eso era prueba de que no debía de ser el hombre lobo.
Aden estaba confuso y triste. Sus profesores no estaban precisamente encari?ados con él, no había hecho ningún amigo nuevo y la única amiga que tenía lo estaba eludiendo. No tenían tiempo de hablar en el colegio, y en cuanto sonaba el timbre del final de las clases, Mary Ann salía corriendo hacia el bosque.
Aden sabía por qué. Ella le tenía miedo. Tenía miedo de lo que era y de lo que podía hacer. ?Cómo no iba a tenerlo? él era un bicho raro.
No debería haber confiado en ella.
Tal vez el hecho de seguir a Mary Ann aquel día en el cementerio hubiera sido un error. Elijah se lo había advertido.
?Deberías ignorarla?, le dijo Caleb, al percibir sus pensamientos. ?Trátala con desdén. Eso es lo que realmente capta la atención de una chica?.
?No lo escuches?, intervino Eve. ?En otra vida era un lujurioso, lo sé. Las chicas respetan a los chicos que las tratan bien?.
—?Todavía sigues pensando que la conoces?
?Estoy segura. Tengo algunas ideas sobre cuándo podemos haberla visto, pero todavía no estoy preparada para hablar de ellas?.
Aden captó el significado oculto de sus palabras y gimió. Eve estaba planeando llevarlo a un momento anterior, viajar a una versión más joven de sí mismo, para poder visitar el pasado con los conocimientos actuales. El único motivo por el que no lo había hecho era que todavía no sabía el día específico.
—Eve —dijo, pero se interrumpió.
Eve era obstinada, y tal vez se lo llevara aquella misma noche si la irritaba.
Hacía a?os que no lo obligaba a viajar en el tiempo, y todos se lo agradecían. Lo que tendría que hacer Aden sería resolver el misterio de Eve por ella, antes de que ella recurriera al uso de su don.