—?Cómo puedes aceptar todo eso con tanta facilidad?
—?Facilidad? Llevo toda la noche en vela por esto. ?Acaso crees que una chica puede oír de verdad a un hombre lobo hablándole dentro de la cabeza? Y si puede, ?está loca? ?De verdad ha visto desaparecer a un chico? Ella tiene que aceptar que lo que ha visto es cierto, o admitir que está loca.
él le estrechó la mano. Con calidez, con fuerza. Para reconfortarla. Para darle un consuelo que ella necesitaba tanto como él.
—?Y el lobo? —le preguntó—. ?Qué pasó con él?
—La última vez que lo vi estaba vivo —dijo él, en tono de culpabilidad.
—?Te dijo algo? ?Mencionó por qué me sigue?
—No, y no tuve tiempo de preguntárselo. De todos modos, no creo que me hubiera respondido. Cuando me separé de él no éramos precisamente amigos.
—Pero es un chico, ?verdad?
—Sí. Es un chico muy peligroso. Si vuelve, no te acerques a él. Ha jurado que me va a matar.
—?Cómo? ?Por qué?
Habían llegado a la escuela, y él no pudo responder. Mary Ann soltó la mano de Aden cuando uno de sus compa?eros de clase los vio y se quedó boquiabierto. No se avergonzaba de que los demás la vieran con Aden y pensaran que eran una pareja, y Mary Ann esperaba que él se diera cuenta. Si Mary Ann sintiera algo por él, se habría sentido orgullosa de ser su novia. Sin embargo, no era su novia; lo veía más como a un hermano. Y además, todavía no había hablado con Tucker para aclarar la situación. No sabía bien lo que iba a hacer con él. La última vez que se había ido a dormir, su mundo era muy sencillo. Su plan de los quince a?os era lo que regía sus acciones. Sin embargo, en aquel momento se le habían abierto los ojos a un mundo vasto, lleno de colores brillantes, a un rompecabezas que quería resolver con todas sus fuerzas, y cada segundo encontraba una sorpresa que no podía prever. ?Dónde podía encajar Tucker en su nueva vida? ?Quería Mary Ann que encajara?
Suspiró. Parecía que tenía que entender algo más que los hombres lobo y las habilidades secretas.
Después de haber pasado por la secretaría a recoger el horario, Mary Ann hizo con Aden el tour que le había prometido por Crossroads High. Su conversación relativa a lo sobrenatural se había interrumpido en cuanto habían entrado en el aparcamiento, y desde entonces, sólo habían hablado de cosas corrientes.
Aden agradecía aquel descanso, aunque sabía que iba a terminar pronto. No sabía qué otras cosas iba a decirle a Mary Ann cuando llegara el momento. No estaba seguro de cuánto podría asimilar ella. Lo poco que le había revelado la había hecho palidecer y temblar. Aden quería que ella lo ayudara con las almas, sí, pero…
?Podía confiar en que ella no se lo contara a nadie? Quería confiar en ella, y ella le había dicho que podía hacerlo, pero Aden sabía que la gente mentía. Siempre te querremos, pero esto es por tu propio bien, le había dicho su madre en una nota que le había dejado en el primer sanatorio mental, y que él había leído a?os más tarde. Sus padres nunca habían vuelto a recoger al hijo al que tanto querían. ?Esto no te va a doler?, le habían dicho los médicos, uno tras otro, antes de clavarle una aguja en cualquier parte del cuerpo.
La gente decía cualquier cosa para obtener la reacción que deseaba. Sus padres no querían que él pensara mal de ellos, ni de su decisión. Los doctores no querían que él se resistiera.
Con Mary Ann, él había olvidado, consciente o inconscientemente, aquella lección. Su abrazo... Lo había abrazado como si él le importara de verdad, como si ya fueran de la misma familia y tuvieran que cuidar el uno del otro. Decírselo era el único modo de conseguir su ayuda. Si acaso ella podía ayudar, claro.
—Cuidado —le dijo Mary Ann, y lo empujó suavemente hacia un lado.
Un grupo de deportistas pasó junto a él.