Entrelazados

Hubo una pausa. Otro suspiro.

—?Y si te dijera que hay un mundo entero de cuya existencia tú no sabías nada? ?Un mundo lleno de… —Aden tragó saliva— vampiros, hombres lobo y gente que tiene habilidades inexplicables?

Un mundo nuevo. Lo mismo que le había dicho el lobo.

—Yo… te creería.

Aunque no quisiera hacerlo. Quería negarlo. Pese a todo lo que había presenciado, pese al hecho de que él estaba diciendo exactamente lo que ella esperaba que dijera, negarlo fue su primer impulso. La idea de que existieran de verdad los vampiros y los cambiadores de forma era algo horrible. En cuanto a la gente que poseía habilidades inexplicables le resultaba incomprensible, pero lo entendería. Estaba decidida.

—?Y si te dijera que hay un chico que es un imán para esas cosas, que las atrae cada vez más? ?Y que también tiene poderes extra?os?

Ella se humedeció los labios.

—?Ese chico puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos?

Aden negó con la cabeza.

—Pero yo lo vi…

—No me viste desaparecer. Me viste poseer el cuerpo de otro.

Dios santo. Aden podía poseer los cuerpos de otros seres. Entrar en ellos como si fueran un ascensor y él tuviera que subir al último piso. Mary Ann se estremeció.

Entonces, se dio cuenta de que él se había detenido en seco, y se volvió. Aden la estaba mirando con una expresión torturada, con miedo y dolor. Realmente, se esperaba que ella saliera corriendo y gritando, huyendo de él.

Y Mary Ann lo habría hecho si hubiera pensado que podía poseer su cuerpo. Aquello era demasiado para una chica que siempre había echado mano de la ciencia para explicar lo desconocido. Sin embargo, él no se merecía que lo tratara así. Aden le estaba dando lo que ella quería, lo que le había exigido. Lo que no quería darle.

él debía de vivir en el miedo constante de que lo descubrieran, temiendo lo que podría hacerle la gente si lo sabían. Aquel estrés podría haber destruido al más valiente de los hombres, pero él estaba allí, quieto, esperando, demostrando lo fuerte que era. Y el hecho de que le hubiera contado todo eso a ella demostraba lo profunda que era su amistad.

Entonces, Mary Ann se acercó a él, y se dio cuenta de que tenía gotas de sudor en la frente, prueba de su nerviosismo. ?No voy a tener miedo de él?, se dijo ella con determinación. Sin previo aviso, le rodeó la cintura y le dio un abrazo.

Al principio, él se quedó rígido, pero al cabo de unos instantes la abrazó también. Se quedaron así durante unos minutos, absortos. Y mientras él la abrazaba, las dudas de Mary Ann se desvanecieron. El día anterior la había protegido de un hombre lobo. Aden no quería hacerle da?o.

él fue quien se alejó, como si no confiara en que podía seguir abrazándola. Su expresión era neutra, pero sus ojos… Oh, sus ojos. En aquella ocasión eran marrones. ?Qué significado tenía aquel cambio? Mary Ann tenía mucho que aprender sobre él.

—Y dime una cosa, ?poseer cuerpos es lo único que puede hacer ese chico? —le preguntó suavemente.

él volvió a negar con la cabeza.

Así que había más. Sorprendentemente, Mary Ann no volvió a sentir miedo.

—?Qué más?

—Mary Ann, ?crees que hay muchas posibilidades de que ese chico que puede hacer cosas que los demás no pueden hacer se haya pasado la mayor parte de su vida saltando de manicomio en manicomio?

?En manicomios? Pobre, dulce Aden. Tal vez Mary Ann fuera muy joven, pero sabía cómo podía ser la gente intolerante con los que eran distintos. Sólo tenía que recordar cómo había tratado Tucker a Shannon por su tartamudez. ?Y tartamudear no era nada comparado con lo que podía hacer Aden!

—Creo que sí hay muchas posibilidades, pero eso no significa que vaya a dejar de caerme bien.

él se miró los pies para disimular su incredulidad. Pasó un momento. Aden suspiró, la tomó de la mano y tiró de ella hacia el instituto.

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