Entrelazados

?Lo siento, Eve, pero yo no?.

Aden quería gritar. Había demasiado ruido en su cabeza, tanto que apenas podía procesarlo. El viento entre los árboles, el canto de los pájaros, el zumbido de las langostas, el chirrido de los grillos. El croar de las ranas.

Gru?endo, obligó al gran cuerpo del lobo a moverse. Era difícil mover las patas delanteras en sincronía con las traseras, pero lo consiguió, tropezándose pocas veces. Nunca había entrado en un cuerpo animal, y no estaba seguro de si lo estaba haciendo bien, pero no tenía tiempo de pararse y pensar cómo hacerlo. Si no se daba prisa, llegaría tarde. Y si llegaba tarde, Dan no le dejaría ir al instituto al día siguiente.

??Cómo lo has hecho??, rugió el lobo, cuya voz se unió al clamor de las demás. ??Sal de mi cabeza! ?Y de mi cuerpo!?.

La criatura sabía que estaba allí. Lo sentía. Eso tampoco le había ocurrido nunca, y Aden hubiera pensado que la mente primitiva del animal sería incapaz de procesar el lenguaje humano.

?No soy un animal, maldito seas?.

??Qué eres??.

?Un lobo. Un hombre lobo. ?Sal de mí!?.

?Un… cambiador de forma?

Aden no sabía que existieran aquellos seres. En realidad no. Teniendo en cuenta lo que él mismo podía hacer, seguramente debería haberlo creído. Se preguntó qué otras cosas habría por ahí fuera. Las leyendas hablaban de vampiros, dragones, monstruos y todo tipo de criaturas.

??Sal! ?Ahora!?.

Incluso con aquellos gru?idos de furia, la carrera fue tonificante. Le dio fortaleza. Sentía el aire en el pelaje, y su vista alcanzaba todos los detalles. Los colores eran más vivos, y las motas de polvo… vaya. Eran como copos de nieve que brillaban a su alrededor.

?Te voy a desgarrar la garganta por esto?.

De todos modos, siguió moviéndose cada vez más rápidamente, clavando las u?as en el suelo. Los olores eran fuertes, casi abrumadores. Olía a pino y a tierra, y a animal muerto a unos cuantos metros. Un ciervo. Oía a las moscas que revoloteaban alrededor del cuerpo.

?Me voy a ba?ar en tu sangre, humano. Esto no es una amenaza, sino una promesa?.

De nuevo, las amenazas, o promesas, del lobo, se entremezclaron con las voces de sus compa?eros. Caleb se estaba disculpando por meterlo dentro de aquel cuerpo, Eve estaba preguntando por Mary Ann con preocupación y Elijah le estaba pidiendo que tuviera cuidado. ?Por qué Mary Ann no los había enviado al agujero negro en aquella ocasión? Aden se había acercado a ella, pero había seguido oyéndolos. Y sabía, gracias a Elijah, que si no era capaz de detener al lobo, la criatura la perseguiría por aquel mismo bosque un día, mientras ella gritaba.

Mary Ann…

?Qué pensaría de él ahora? Ella sabía que él era distinto, que podía hacer cosas que otros no podían. No podía negarlo, después de lo que había sucedido. Tal vez lo entendiera. Después de todo, ella había hablado con el lobo. Tal vez, como Aden, sabía cosas que los demás no sabían. Eso también explicaría por qué era capaz de detener las voces en algunas ocasiones.

?…la visión está cambiando. Te va a herir en cuanto salgas de su cuerpo?, estaba diciendo Elijah. ?Te matará?.

Sí, Aden ya lo sabía. También sabía que estaría demasiado débil como para defenderse. Sólo había una cosa que pudiera hacer para salvarse. Lo había hecho una vez, cuando había entrado en el cuerpo de un chico que lo estaba atacando. Odiaba hacerlo, pero no había otro modo.

Cuando el rancho apareció ante él, aminoró el paso, y se detuvo al borde de los árboles.

?No puedes quedarte aquí para siempre?, gru?ó el lobo, y Aden no pudo evitar que el sonido emergiera. ??Puedes? ?Puedes!?. Un poco más, y echarían espuma por la boca.

Aden miró a su alrededor, pero no vio nada que pudiera servirle de ayuda para lo que tenía que hacer.

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