Entrelazados

?Qué significaba que sus madres vivieran al lado y que se sintieran atraídas la una por la otra, tanto como para dar a luz el mismo día? ?Y qué significaba que se hubiera hecho doloroso estar cerca?

?Así que vuestros padres eran vecinos, y nacisteis el mismo día?, dijo Elijah. ?En el mismo lugar?. Su tono de voz tenía algo extra?o, duro y suave al mismo tiempo, que Aden no supo identificar. ?Y ahora, tú puedes hacer lo que podía hacer la madre de Mary Ann, lo que Mary Ann impidió que siguiera haciendo. Y es lo mismo que Mary Ann te impide hacer a ti?.

Tal vez no.

—?Qué estás diciendo? —le preguntó Aden.

Todos lo miraron con extra?eza.

—Dadme un minuto —les dijo. Ellos asintieron. Aden cerró los ojos y se concentró en la gente que estaba en su cabeza—. ?Elijah?

?Piénsalo. Piensa en las similitudes?.

Similitudes. La madre de Aden calmaba a la madre de Mary Ann. Mary Ann calmaba a Aden. Sin embargo, el hecho de que él poseyera esa misma habilidad… Dios santo.

Eve gimió.

?He encajado las piezas. ?Estás diciendo que…??.

?Sí?, respondió Elijah.

Aden se echó a temblar. Aquello era surrealista, salvaje, pero, ?podía ser cierto?

—Tú te has sentido conectada a ella desde el principio, Eve —le dijo.

?Sí, es cierto, pero eso no significa lo que estás pensando?.

—?Y si de veras te absorbí en mi mente el día de mi nacimiento? Estamos de acuerdo en que sois almas humanas sin cuerpos propios. ?Y si sois fantasmas? ?Y si tú moriste el día en que yo nací, en el mismo hospital? ?Y si tú, Eve, eres en realidad…?

??No puedo ser su madre! No puedo. Recordaría a mi propia hija?.

—Si hubieras permanecido fuera de mi cuerpo, tal vez, pero no fue así. Tú fuiste absorbida por mí, o quizá tú misma entraras en mi mente por algún motivo, y tus recuerdos desaparecieron. Seguramente porque yo era sólo un bebé, y mi mente no era capaz de contener ni procesar cuatro vidas enteras.

?No?, dijo ella. ?No. No es posible?.

—Eso explicaría por qué quise abrazarla, y por qué ella quiso abrazarme a mí. Creo que os sentisteis la una a la otra a un nivel profundo.

—?Qué estás diciendo, Aden? —le preguntó Mary Ann con la voz temblorosa.

Entonces, Aden se dio cuenta de otra cosa. Si en realidad, aquellas almas eran fantasmas confusos, entonces sólo tenía que ayudarlos a que fueran libres. Sólo tenía que ayudarlos a hacer algo que lamentaban no haber hecho. Y, como John, serían libres y se alejarían flotando, seguramente al más allá. No tendrían cuerpos, pero sí tendrían la paz.

Elijah ya lo había predicho. Uno de sus compa?eros sería libre muy pronto, y eso significaba que iba a ver cumplido su último deseo. Eve era muy maternal, y su último deseo sería haber visto a su hija, hablar con ella, abrazarla. ?No era eso lo que deseaba por encima de todo?

Sólo había una manera de averiguarlo.

—Para, Riley. Creo que ya es hora de que Mary Ann conozca a su madre.





En vez de hacer lo que le había pedido Aden, Riley siguió conduciendo hasta que llegó a un motel. Victoria les reservó una habitación, gratis, claro, y los cuatro entraron y se encerraron en ella. Nadie habló durante los veinte minutos que duró el proceso. Mary Ann lo agradeció. Tenía los nervios a flor de piel.

De todas las cosas que había aceptado en aquellos días, hombres lobo, vampiros, brujas, hadas, duendes y demonios, aquello podía ser lo más increíble. Su madre, a quien no había conocido, había estado atrapada en Aden todo aquel tiempo, tan cerca de ella, pero tan inalcanzable. No le parecía posible, pero eso era lo que había insinuado Aden. Y eso era lo que quería que creyera ella.

Temblando, se puso en el umbral de la habitación y observó a su alrededor. Había una cómoda, una mesilla con una televisión y dos camas. Aden se sentó en una de ellas. Estaba tan pálido como Victoria, que se colocó a su lado.

Riley se sentó en la otra cama y le hizo un gesto a Mary Ann para que se sentara a su lado.

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