—Esto no puede ser verdad —dijo Riley finalmente—. No puede ser que una de las almas que están encerradas en ti sea la madre de Mary Ann.
—Se llama Eve —dijo Aden—, y ella dice que es imposible.
Mary Ann exhaló un suspiro.
—Bien, entonces no es mi madre. Además, mi madre se llamaba Anne, no Eve.
—Pero las almas no recuerdan su vida anterior. Claro que sus nombres son distintos. Además, yo les ayudé a elegirlos.
—?Y por qué piensas que son fantasmas? Si uno de ellos es mi madre, tienen que ser fantasmas, ?no? ?Y por qué has absorbido tú a unos fantasmas en tu cabeza? Vamos a pensar en eso. Parece que mi capacidad para anular los poderes de otros funcionaba mientras yo estaba en el útero de mi madre, y ella no podía… viajar en el tiempo. Eso significa que tu habilidad se habría manifestado también durante el embarazo de tu madre.
—Es verdad, pero… ?y si mi madre era una neutralizadora como tú? Yo no habría atraído a nadie hasta después de mi nacimiento, hasta que me alejaron de ella. No lo sabremos hasta que hablemos con ella, si la encontramos. Y en cuanto al motivo de por qué no he vuelto a atraer a nadie a mi mente, sean fantasmas o almas, porque sólo era vulnerable en mi nacimiento. Tal vez después, incluso de bebé, aprendiera a defenderme. Tal vez no quedara sitio para nadie más. Puede que eso no lo sepamos nunca.
Ella no tenía respuestas. Todo lo que había dicho Aden tenía sentido, e hizo mella en su determinación.
—Ahora, Eve y tú tenéis la oportunidad de conocer la verdad. ?De verdad quieres perdértelo?
—No —dijo ella, irguiendo los hombros—. No quiero perderme nada.
Aden asintió, como si ya se hubiera esperado aquella respuesta.
—Voy a hacer algo que no había hecho durante a?os. Es algo que odio hacer, porque entonces soy como una de las almas, y me quedo atrapado en un cuerpo que no es el mío —le explicó Aden. Sus ojos estaban cambiando de color, y todos los colores se fundían en uno—. Voy a dejar que Eve tome el control del cuerpo. Eso significa que la próxima vez que hable contigo, no seré yo. Será Eve, ?de acuerdo?
Aunque se sentía cada vez más nerviosa, Mary Ann asintió.
Aden cerró los ojos y respiró profundamente.
—Eve —dijo—. Ya sabes lo que tienes que hacer.
Pasó una eternidad, durante la que no cambió nada ni ocurrió nada. Entonces, Aden se puso muy rígido, y gru?ó. Luego, abrió los ojos. El cambio de colores se había detenido, y eran de un color casta?o como el de Mary Ann. Ella se quedó asombrada, y todo el mundo desapareció a su alrededor. Aden era la única ancla que tenía en aquel momento, y era lo único que impedía que se desvaneciera.
—Hola, Mary Ann —dijo él. No. Lo dijo Eve. Era la voz de Aden, y sin embargo, tenía una suavidad que antes no estaba presente.
Mary Ann se estremeció, y la necesidad de abrazarlo fue mucho más fuerte que antes.
—Hola.
—?Quieres que nos vayamos? —preguntó Victoria.
—No podéis —dijo Eve—. Sin Riley, Mary Ann anula las habilidades de Aden. Yo no podría controlar su cuerpo.
Todos se quedaron en silencio.
—Esto es absurdo —dijo Mary Ann—. No hay forma de que lo resolvamos. No sé nada sobre mi madre, y tú tampoco sabes nada sobre ella. No sabes nada sobre mí —dijo con amargura.
?Sí sabes algo sobre ella?, pensó de repente, y recordó uno de los pasajes que había leído en su diario, y que se le había quedado prendido en la memoria.
Mis amigos creen que soy tonta. Tener un bebé a mi edad, cuando hay formas de arreglarlo. Como si yo pudiera separarme de este milagro. Ya la siento. Ya la quiero. Moriría por ella.
Y por desgracia, seguramente eso era lo que había ocurrido.
—?Recuerdas algo de tu vida? —le preguntó Mary Ann—. Antes de estar dentro de Aden, quiero decir.