Entrelazados

él se duchó rápidamente, se vistió y metió un par de vaqueros, unas camisetas y el cepillo de dientes en la mochila.

Tal y como había prometido, Victoria estaba esperándolo fuera. Aden tenía el pelo mojado, y el aire fresco de la noche le dio escalofríos. Tuvo que pasarle un brazo por los hombros para entrar en calor.

Riley y Mary Ann tenían un coche nuevo, y seguramente robado, a medio kilómetro del rancho. Riley estaba junto a él, metiéndose una camisa por la cabeza cuando ellos salieron de entre las sombras.

—Entrad —dijo el hombre lobo—. Tenemos que hacer un largo viaje.

Se sentó detrás del volante, y Mary Ann se apoyó en él, aunque tenía la nariz metida en un cuaderno.

Aden y Victoria se acomodaron detrás. Victoria apoyó la cabeza en su hombro. No porque tuviera sue?o, sino sólo para estar cerca de él. Aden se alegró. Una parte de él pensaba que podía perderla en cualquier momento, que alguien, tal vez Dmitri, se la llevaría, y que no volvería a verla nunca más. ?Temía ella lo mismo?

—No nos vamos a separar —le aseguró él, y ella asintió.

?No permitiremos que suceda eso?, dijo Julian.

Elijah suspiró.

?Como si pudierais evitarlo. Desde el principio te advertí de que ocurrirían cosas malas si seguías a Mary Ann?.

Sí, era cierto. Pero de todos modos, Aden lo había hecho, y no se arrepentía.

—?Adónde vamos? —preguntó.

—Que os lo cuente Mary Ann —respondió Riley.

Mary Ann murmuró algo entre dientes y siguió leyendo.

Aden dejó pasar el tema. No quería interrumpirla, al verla tan absorta. Sin embargo, pronto lamentó aquella decisión. Pasó un rato muy largo sin que Mary Ann levantara la vista del cuaderno, mientras Riley conducía y Victoria se perdía en sus pensamientos. él sentía una gran curiosidad. Finalmente, cerró los ojos e intentó relajarse.

Después de un rato, Riley dijo suavemente:

—Tienes que contárselo, Vic.

—Lo sé. Voy a hacerlo —dijo ella en voz baja—. Y no me llames así.

?Decirle qué? Aden esperó a que su conversación continuara, pero eso no sucedió.

—?Qué está ocurriendo? —preguntó Aden, incorporándose.

Victoria se sobresaltó y se posó una mano sobre el corazón.

—Oh, Dios mío —dijo en aquel momento Mary Ann, e impidió que Riley y Victoria respondieran.

—?Qué? —preguntaron los tres al unísono.

Mary Ann miró a Aden con los ojos enrojecidos.

—No vas a creerte esto. Nuestras madres… Espera. Será mejor que empiece por el principio. Si no, no me vas a creer. Lo primero es que llegaron nuestros certificados de nacimiento, y que yo tengo dos madres. La primera murió después del parto, y la segunda es quien me crió. Lo segundo es que… —entonces, le mostró a Aden los dos certificados, y el lugar donde habían nacido.

—?Y qué significa?

—No lo sé, pero voy a averiguarlo. Lo que sí sé es que mi madre biológica podía viajar en el tiempo como tú, hasta que se quedó embarazada de mí, y que vivía en la casa de al lado de la tuya. Mira —dijo Mary Ann, y le se?aló las direcciones—. La primera vez no lo vi porque estaba concentrada en nuestra fecha de nacimiento y en el nombre del hospital. En realidad, creo que no me hubiera dado cuenta de no ser por el diario de mi madre. En uno de los pasajes habla de su vecina Paula, que también estaba embarazada, pero de dos semanas más que ella. Dice que se sentía más calmada cuando estaba con Paula, después de un agobio inicial, según ella, así que convenció a mi padre para alquilar la casa de al lado. Sin embargo, a medida que avanzaba el embarazo de Paula, aquella sensación de angustia volvió, y dejaron de verse. Mi madre dice que era doloroso para ella estar cerca de aquella mujer. Aden, tu madre se llama Paula. Estaban embarazadas de nosotros.

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