Entrelazados

—Pero me lo vas a decir. ?Ahora!

Mary Ann estaba tan dolida y tan furiosa que no pudo seguir quieta. Se puso a caminar por la habitación, hundiendo los pies en la alfombra, golpeando la madera.

—Por favor, siéntate —le rogó su padre—. Vamos a hablar de esto como seres racionales.

Ella no se sentía racional en aquel momento.

—Me quedaré de pie. Habla tú.

él suspiró.

—?De verdad tiene importancia, Mary Ann? Carolyn era tu madre en todos los sentidos, salvo biológicamente. Ella te quiso y te crió.

—Y yo la quiero por ello. Pero me merezco saber la verdad. Me merezco saber quién era mi madre de verdad.

Con otro suspiro, su padre se apoyó pesadamente contra el respaldo de la silla. Estaba muy pálido, tanto que se le veían las venas por debajo de la piel.

—Quería decírtelo, pero cuando fueras mayor. Cuando estuvieras preparada. ?Y si no te gustaba lo que estabas oyendo? ?Y si, una vez que lo supieras, hubieras preferido que no te lo dijera nunca?

—Deja de manipularme. Tal vez no tenga la licenciatura, pero he leído los libros de psicología que me has dado. No puedes convencerme como si fuera una paciente. Soy tu hija y me merezco lo que siempre me has prometido que tendría por tu parte: sinceridad.

Al oírlo, él asintió.

—Está bien, Mary Ann. Te lo contaré. Con sinceridad. Espero que estés preparada.

Hizo una pausa, esperando que ella le dijera que no lo estaba. Mary Ann se mantuvo en silencio, así que él cerró los ojos brevemente y comenzó a hablar.

—Yo empecé a salir con tu madre, con Carolyn, la mujer que te crió, cuando estaba en el instituto. Tenía diecisiete a?os. Creía que la quería. Hasta que un día fui a su casa con ella y conocí a su hermana peque?a, Anne. Ella tenía dieciséis a?os, la edad que tienes tú ahora. Fue un amor a primera vista. Para los dos. Dejé de salir con Carolyn inmediatamente. Anne y yo no íbamos a salir, porque habríamos hecho da?o a Carolyn, y los dos la queríamos. Pero no pudimos mantenernos alejados, y en poco tiempo estábamos viéndonos en secreto.

Mary Ann se dejó caer en el asiento que había frente al escritorio. Ya no la sostenían las piernas. Todo aquello era demasiado.

—?Quieres que continúe?

Ella asintió. Era demasiado, pero tenía que saber el resto. ?Por qué nunca había sospechado nada? Incluso tenía una fotografía de Anne en su habitación. Apenas había pensado en aquella mujer, su verdadera madre, durante a?os.

—Cuanto más tiempo pasaba con Anne, más me daba cuenta de que era un poco… inusual. Desaparecía durante horas y decía…

—Decía que había viajado hasta una versión más joven de sí misma.

él abrió mucho los ojos y asintió.

—?Cómo lo sabes? Aden. Ya veo que te ha estado contando mentiras.

No. Aden sólo le había contado la verdad.

—Esto no tiene nada que ver con él. Tiene que ver contigo y con las mentiras que me has contado durante a?os. Y creo que los dos sabemos, en el fondo, que Aden no estaba mintiendo.

—Creía que había dejado bien claro que no quiero que vayas con ese chico, Mary Ann. Es peligroso. Era peligroso de ni?o, pegaba a los demás pacientes y a los guardias, y es peligroso ahora. ?Quieres pruebas? He hecho averiguaciones. Está viviendo en el Rancho D. y M. Todo el mundo sabe que los chicos que viven allí son problemáticos. Mantente apartada de él.

—?No me digas lo que tengo que hacer! —exclamó ella—. Lo conozco y sé que no me va a hacer da?o. En este momento me parece que lo conozco mejor que a ti.

él palideció.

—La gente puede traicionarte. él…

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