Ella se giró en el asiento, hacia él, y apoyó la cabeza en el asiento. Tenía el pelo suelto, y los mechones azules brillaban.
—Me costó mucho decirte que me dejaras en paz. Odio a ese hombre, y tenía que decirlo para que él lo oyera. No podía permitir que él sepa lo mucho que… me gusta estar contigo. Se habría enfrentado a ti, yo me habría puesto de tu parte y mi padre nos habría castigado a todos.
—La próxima vez avísame, y te seguiré el juego. ?Quién es?
—Es un vampiro —dijo ella, evasivamente—. Por su culpa, ahora me han prohibido salir de casa por la noche.
La amargura de su tono de voz fue tan grande como la de Aden.
—?Es otro de tus guardaespaldas?
—Podría decirse que sí.
—?Y cómo se llama? ?Te ha hecho da?o?
—Se llama Dmitri, y no, no me ha hecho da?o físicamente.
Entonces, ?emocionalmente sí? Aden estaba empezando a captar los matices de Victoria. Ella no quería mentirle, y por lo tanto, se mantenía al borde de la verdad con omisiones. él hacía lo mismo con Dan.
Aden quería que ella confiara en él plenamente, que no hubiera secretos entre ellos. Sin embargo, eso iba a tomarles un tiempo, porque él no iba a presionarla como habían hecho sus médicos con él. Algún día, ella se daría cuenta de que, dijera lo que dijera, hiciera lo que hiciera, él la querría.
?Amor?
Se le aceleró el corazón. Nunca había creído que pudiera sentir aquella emoción. Siempre había intentado protegerse contra ella, porque a menudo lo sacaban tan pronto de los hogares de acogida, que había aprendido que las despedidas eran menos dolorosas si no se encari?aba con las personas de las que tenía que separarse.
Aquella experiencia en Crossroads era diferente. Se había imaginado que Dan era su padre, se había hecho amigo de Mary Ann y de Shannon, y luego de Victoria, y casi de Riley. Y después había empezado a desear de Victoria más de lo que hubiera querido de ninguna otra chica, porque estaba medio enamorado de ella antes de conocerla.
—?Te encuentras bien? —le preguntó Victoria con preocupación.
—Sí —respondió Aden con la voz entrecortada—. Muy bien.
Sí estaba bien. La quería.
Eve pondría objeciones. Y los otros también. Sin embargo, Aden no podía evitar sentir lo que sentía. Victoria era lista, guapa, buena. Se había puesto de su lado cuando ningún otro lo había hecho. Nunca lo había mirado como si fuera raro o distinto. No, siempre lo había mirado como si fuera perfecto, digno de amor por sí mismo.
—?En qué estás pensando? —preguntó ella.
No podía decírselo. Todavía no. ?Qué era lo que Victoria sentía por él?
—?En tu muerte?
Aden se puso rígido al recordarlo.
—Desde que me lo contaste no he podido pensar en otra cosa —dijo Victoria con la barbilla temblorosa, como si estuviera intentando contener las lágrimas.
Aquellas lágrimas le produjeron una gran alegría a Aden, y también le dieron a entender que lo que Victoria sintiera por él debía de ser intenso. Sin embargo, no les quedaba mucho tiempo para estar juntos. Aunque tal vez existiera una manera de salvarse… No estaba dispuesto a separarse de ella.
—?Podría convertirme en vampiro?
—Oh, ojalá. Pero aunque los libros y las películas lo retraten, nunca se ha conseguido con éxito. Nuestra sangre es distinta a la vuestra, y los humanos no pueden tolerar la cantidad que se necesita para hacer la transformación. Se vuelven locos —dijo Victoria, y con un suspiro de tristeza, continuó—: Los primeros fueron creados en tiempos de mi padre. Cuando él se dio cuenta de lo que era, obligó a sus soldados de élite y a las mujeres que ellos eligieran a beber como él había hecho, como habían hecho sus mascotas. Algunos de ellos cambiaron, otros no. Durante los a?os siguientes, muchos otros intentaron transformar a más humanos, pero todos murieron.
—?En serio?
—Sí. Los únicos vampiros nuevos son los que nacen de una madre vampira.