Entrelazados

Todos se quedaron inmóviles, incluyendo a Shannon, que estaba paralizado en mitad de una tos. No. Shannon había sido bueno con él durante aquellos días, y se habían protegido el uno al otro. Aden no quería que el chico lo viera así, ensangrentado y feroz, y que Victoria tuviera que utilizar sus poderes vampíricos contra él.

—Un extra?o alto y rubio entró en el instituto y se peleó con Tucker —dijo ella, y todos asintieron—. Lo habéis visto. Después, visteis al extra?o salir corriendo. No lo seguisteis porque estabais demasiado preocupados por Tucker. Y ahora, marchaos. El director se encargará de todo a partir de este momento.

Cuando ella quedó en silencio, todo el mundo comenzó a moverse y a alejarse. Los chicos murmuraban con miedo sobre el extra?o alto y rubio, y Shannon se escabulló. El director se inclinó y le tomó el pulso a Tucker en el cuello.

—Está vivo —dijo con alivio.

A Aden se le hundieron los hombros. Gracias a Dios, no lo había matado.

Victoria le tomó la cara entre las manos y lo obligó a que la mirara.

—Reúnete conmigo en el aparcamiento. Voy a convencer a los profesores de tus tres últimas clases de que estás allí, aunque no lo estés.

—No —le dijo John, que de repente había aparecido a su lado—. He puesto la laca de u?as en tu mochila. Rosa, brillante y nueva. Tienes que ir a buscar a Chloe.

Aden lo miró, y después se volvió hacia Victoria. Ella no había visto al fantasma.

—Tardaré unos minutos. Antes tengo que hacer una cosa.

No le dio ocasión de preguntar qué. Se inclinó, la besó con fuerza y corrió hacia la cafetería.

—Antes para en el ba?o para lavarte —le pidió John—. La vas a asustar.

Aden obedeció. No podía quitarse los moretones de la nariz y de las manos, así que se lavó la sangre lo mejor que pudo. Cuando terminó, entró en la cafetería y miró a su alrededor.

—?Dónde está? —le preguntó a John.

Desde que había sabido, el día anterior, que el chico era un fantasma, había hecho un esfuerzo por averiguar quién era Chloe Howard. Ella iba con los chicos más listos, los que se preocupaban más de las notas que de las apariencias. Era una chica muy mona, con gafas gruesas, pecas y aparato dental. Tenía el pelo casta?o y liso, y siempre lo llevaba recogido en una coleta.

—Allí —dijo John, y la se?aló con un dedo.

Aden se acercó a ella. Cuando lo vio, Chloe agachó la cabeza hacia la bandeja. Había otras tres chicas con ella, que tenían los libros de texto abiertos ante sí para estudiar. Pasó un momento. Chloe miró hacia arriba al darse cuenta de que él se dirigía hacia ella. Miró hacia atrás, no vio a nadie y volvió a mirar a Aden con la boca abierta.

—?Puedo hablar contigo? —le preguntó él.

Ella miró a sus amigas. Ellas también lo estaban mirando con desconcierto.

—A solas —a?adió—. Por favor. Necesito hablar contigo sobre algo importante.

John se puso tras ella, se inclinó y respiró profundamente. Apretó los labios, como si quisiera contener un gemido. ?Un quejido?

Ella asintió hacia sus amigas, que se levantaron y se alejaron lentamente sin dejar de mirarlos. Aden se sentó frente a ella. John permaneció detrás de Chloe, acariciándole la mejilla con anhelo. Ella no se dio cuenta.

—Me llamo Aden —dijo él.

—Ya lo sé —respondió Chloe—. ?Qué te ha pasado en la cara? ?Y qué quieres?

él ignoró su primera pregunta.

—Tengo que darte un recado. John O’Conner y yo éramos amigos. él me habló sobre ti, y me dijo que te quería —dijo. Entonces, ella palideció—. John quería decírtelo, pero…

Chloe se puso en pie de un salto. Con las manos temblorosas, tomó la bandeja.

—?Cómo te atreves! —le susurró furiosamente—. Seguro que has oído el rumor de que salíamos juntos, y has venido a reírte de mí. Creía que él era cruel, pero tú… —a la chica se le escapó un sollozo de dolor.

—No dejes que se marche —le pidió John a Aden, con pánico—. Tiene que entenderlo.

Aden también se puso en pie.

—Tal vez las cosas empezaran en broma, pero John se enamoró de ti y quería estar contigo.

Ella se dio la vuelta para alejarse.

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