Entrelazados

—Aden, por favor —le suplicó John.

—Espera. Tienes razón. Yo no lo conocía —le dijo Aden a Chloe—. No lo conocí cuando estaba vivo. Pero durante estas semanas pasadas he podido ver algunos espíritus, y él ha acudido a mí para pedirme que hablara contigo.

Por lo menos, ella no salió corriendo. Aden había conseguido captar su atención, aunque no sabía si la muchacha le creía.

John se colocó ante ella y le pidió:

—Dile que era verdad lo que le dije la última vez que la llamé. Me habría escapado con ella. Incluso intenté regalarle el anillo de mi abuela. Lo dejé en la guantera de su coche para darle una sorpresa.

Aden repitió todas aquellas palabras.

Lentamente, Chloe se dio la vuelta y miró a Aden. Tenía la cara llena de lágrimas.

—No sé cómo has sabido lo del anillo y no me importa —dijo. Cerró los ojos y con un suspiro tembloroso, se sacó de la camisa una cadena que llevaba colgada al cuello, de la que a su vez colgaba un anillo con un brillante en el centro—. Sólo quiero que me dejes en paz.

Aden siguió su mirada de asombro. Por la ventana había entrado un rayo de luz que iluminó a John y recortó la silueta de su cuerpo en el aire. Chloe alargó una mano, y pasó los dedos a través de él. él se inclinó para recibir la caricia, de todos modos.

—?John?

—Hola, Chlo. Dios, te echo de menos.

—?Lo oyes? —le preguntó Aden.

—No —susurró ella.

él repitió lo que había dicho John. Pasó un largo rato en silencio, y el rayo se desvaneció. John también desapareció, pero Chloe no se movió.

—Lo que acabo de ver… no es posible —dijo, sacudiendo la cabeza.

—Es más que posible —repuso Aden—. Más tarde puedes convencerte de que han sido todo imaginaciones, pero por ahora… ?Qué le dirías si pudieras hablar con él?

Ella tragó saliva.

—Le diría que lo perdono. Le diría que cuando encontré el anillo me di cuenta de que me había dicho la verdad y de que yo también lo quería.

—Gracias. Muchas gracias —dijo John, y le dio un beso en la frente.

Su imagen comenzó a temblar y se desvaneció por completo.

Aden se preguntó si volvería a ver a John, o si al cumplir su último deseo, había acabado con el tormento del fantasma y lo había enviado para siempre a su lugar de descanso.

Chloe se quedó allí, llorando, y sus amigas se acercaron para ofrecerle consuelo. Aden las dejó. Se sentía confuso, pero satisfecho, y se dirigió hacia el aparcamiento. Victoria ya estaba esperándolo allí, frente a un coche de color azul. él se detuvo, y ella sonrió con inseguridad.

—?Dónde has estado? —preguntó él, también con inseguridad—. ?Dónde están Riley y Mary Ann?

Ella se?aló el coche.

—Entra y te lo ense?aré.

Se acomodaron en el vehículo. Aden se sentó tras el volante, y ella le entregó las llaves y le se?aló hacia el norte. Aden tuvo la sospecha de que aquel día iba a dar otro giro a peor. Aunque ya había sido horrible, aquel presentimiento lo asustó de verdad.





Aunque Aden no tenía mucha práctica al volante, consiguió poner el coche en camino hacia Tri City, que era donde estaban Riley y Mary Ann. él había estado allí unas cuantas veces, y sabía que había restaurantes, tiendas de ropa y un cine.

—?Y qué hacen allí?

—Yo… ellos… —Victoria suspiró—. Es un poco difícil de explicar. Será mejor que te lo ense?e.

—?Habéis estado allí todo el día?

—Sí.

Y lo habían dejado de lado. Vaya.

—?Y por qué no me habéis recogido antes?

—Porque irradias tanto poder, que queríamos asegurarnos de que podemos protegerte si algo sale mal.

Eso lo entendía. Con él siempre había algo que salía mal.

—?Y quién era el chico de ayer? ?El que estaba en mi ventana? El que oyó que me decías que te dejara en paz.

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