—?No! —Jen dio un respingo—. No, no, no. Esa no.
—Es sobre una mu?equita bonita, Jen —me burlé, divertido, se?alando la mu?eca fea de la pantalla.
—?Eso es... bonito? ?Es horrible!
—Sí, se llama Annabelle. Quiere ser tu amiguita.
Al final, ella eligió y yo me acomodé mientras me estrujaba con los brazos y las piernas, encantado. Apenas habían pasado unos minutos cuando empezó a dar respingos y a asomarse por encima de mi hombro cuando había momentos de tensión. Intenté no reírme con todas mis fuerzas.
—?Qué hace? —masculló Jen cuando el ni?o de la película se acercó a la habitación maldita—. ?Por qué se mete ahí? ?No te metas ahí, idiota!
—Sabes que no puede oírte, ?no? —le dijo Charlie, divertido.
—Cállate —masculló Jen, pero me atrapó la mu?eca y se rodeó a sí misma los hombros con mi brazo, apretujándose contra mí. Sonreí felizmente.
Cuando terminó la película, yo apenas podía sentir el brazo. Jen me miró de reojo, avergonzada, mientras vi que su madre la llamaba y se apresuraba a responderle, alejándose del grupo. Miré de reojo a Mike, que estaba empezando a abrir las botellas de alcohol.
—Ni se te ocurra —le advirtió Will a Naya cuando ella miró las botellas con deseo.
—?No iba a beber, solo quería... oler!
—No te lo crees ni tú —sonreí.
—?Y tú no te metas! —se indignó, dándome un cojín en la pierna.
Divertido, tuve el impulso de agarrar una de las botellas de alcohol que Mike había abierto, pero me detuve justo a tiempo y agarré un refresco. Robé otro para Jen y la miré de reojo. Seguía hablando en voz baja con su madre.
Y, al instante, supe que algo iba mal.
No sé si fue por la forma en que se había quedado muy quieta por lo tensos que estaban sus hombros, pero me detuve en seco y me quedé mirándola unos segundos antes de ponerme de pie.
Jen estaba mirando fijamente un punto cualquiera de la pared. Estaba lívida. Fruncí el ce?o y le sujeté el mentón suavemente, obligándola a mirarme. Era como si me mirara pero a la vez no pudiera verme. ?Qué le pasaba?
—?Qué pasa? —pregunté, confuso.
Ella no dijo nada, pero le estaba temblando el labio inferior. Tras dudar unos instantes, le quité el móvil de la mano y me lo llevé a la oreja.
—?Jenny? —la voz ansiosa de su madre me sorprendió—. Jenny, por favor, respóndeme, ?qué...?
—Soy Jack —aclaré, y tuve que carraspear—. Jen se ha quedado... pálida. ?Qué pasa?
—Oh, Jackie, cielo... la abuela de Jenny, mi suegra... ha fallecido —me dijo con voz temblorosa—. Ha sido muy rápido. Apenas hemos tenido tiempo para asimilarlo. Y Jenny... ella la quería mucho.
Oh, mierda.
Cerré los ojos un momento antes de mirar a Jen. Ella seguía lívida, solo que ahora tenía los ojos llenos de lágrimas. Le puse una mano en la nuca y la acerqué a mí hasta que tuve su mejilla pegada al pecho.
—Lo siento mucho, se?ora Brown —murmuré.
—No te preocupes por mí, cielo. Solo... voy a comprarle un billete a Jenny para que pueda venir al entierro. Si pudieras estar con ella hasta entonces... no creo que quiera estar sola ahora mismo.
—No se preocupe, estaré con ella —le aseguré enseguida.
—Gracias, cielo —y sonó tan aliviada que casi pareció que iba a ponerse a llorar ella también—. Tengo que colgar, hay que avisar a los demás familiares y... bueno, cuida de mi ni?a, Jack.
Bueno, si algo podía tener seguro, era eso.
Nos despedimos rápidamente —era obvio que ella solo quería terminar con las llamadas a familiares y poder pasar el luto en paz— y me metí el móvil de Jen en el bolsillo. Miré a Will por encima de la cabeza de Jen. Todos se habían quedado mirándome con expresiones confusas.
Apreté los labios y le dediqué una mirada significativa. él no entendió qué pasaba, pero sí que quería que se fueran todos, así que él y Naya empezaron a encargarse de cancelar la fiesta mientras yo me llevaba a Jen a nuestra habitación.
En cuanto estuvimos solos, empecé a apartar las sábanas y a no saber qué hacer. No sabía cómo manejar esto. Nunca había tenido que lidiar con la muerte de un familiar. La única había sido la de mi abuelo, pero yo era tan peque?o que apenas lo recordaba.
Miré a Jen, dubitativo, y noté que me paralizaba por completo cuando vi que ella estaba a punto de llorar.
—Joder, lo siento mucho, Jen —musité, acercándome y abrazándola con fuerza. No sabía qué hacer—. Estoy aquí, tranquila. Lo siento mucho.
Y... bueno, fue una noche bastante jodida. No sé cuántas horas se pasó llorando Jen y cuántas durmiendo, pero yo no pude dormirme. Estaba demasiado frustrado conmigo mismo por no saber qué hacer para ayudarla. No sabía cómo afrontar esas situaciones, así que simplemente me quedé con ella. Era lo único que podía hacer.
Por la ma?ana, mientras ella se despedía de los demás en el salón, me acerqué a su armario y lo revisé con los ojos. Iba a estar en casa de sus padres tres días, no necesitaba gran cosa, pero... bueno, metí unas cuantas cosas que había visto que se ponía mucho y mi mano se quedó suspendida cuando vi la sudadera de Pumba que le había dado el a?o pasado.
Espera, ?la había guardado?
Me quedé mirándola unos segundos antes de meterla en la mochila junto con lo demás y cerrarla, colgándomela del hombro.
Jen no dijo gran cosa de camino al aeropuerto. Will se había ofrecido a conducir, así que ella simplemente tenía la cabeza apoyada en mi hombro y de vez en cuando se pasaba el dorso de la mano por debajo de los ojos. Naya y Will fingieron que no se daban cuenta cuando le pasé un brazo por encima de los hombros y le quité las lágrimas con los pulgares. Jen me dedicó una peque?a sonrisa triste.