Tres meses (Meses a tu lado #3)

Cuando se le llenaron los ojos de lágrimas, la tentación de besarla casi hizo que me precipitara y lo hiciera, pero me contuve. No era ni el momento ni el lugar. Me limité a sujetarle la cara con las manos y darle un beso en la comisura de los labios.

—Siento no haber llegado antes —murmuré—. Está claro que nadie te ha obligado a comer nada.

No me esperaba que Jen me abrazara con fuerza, pero lo hizo. No era su estilo para nada, pero lo acepté encantado.

Seguramente el abrazo hubiera durado más de no haber sido porque mamá y la abuela se acercaron para saludar a Jen. También tuve que ir a hablar con su familia, aunque en realidad quería volver con ella. La madre de Jen me dio un abrazo con tanta fuerza que por un momento creí que iba a sacar un pulmón por la boca. La verdad es que no me esperaba que fueran a alegrarse tanto de verme.

Tampoco me esperaba que fuera Jen la que se abrazara a mí cuando volví a acercarme a Will, Naya y ella. Le pasé un brazo por encima de los hombros cuando ella levantó la mirada hacia mí.

—?Habéis dejado la casa a manos de Sue, Mike y Chris? —preguntó, como si me hubiera vuelto loco.

—A veces, hay que tomar algunos riesgos en la vida —bromeé.

—Sabes que, al volver, no va a quedar casa, ?no?

—Me fío de Sue. No la has visto enfadada.

—?No? —levantó las cejas, sorprendida.

—No —le aseguré, divertido—. Créeme que no. Yo solo la he visto enfadada dos veces. Da miedo.

La primera vez había sido cuando me había caído una cerveza encima de sus preciados cojines. Casi me había ahogado contra el sofá. Y la segunda fue cuando llevé una chica a casa y vomitó en medio del pasillo. Se escucharon los gritos desde la ciudad de al lado. La pobre chica prácticamente se fue corriendo despavorida.

—Esperamos que Mike no termine con sus nervios, entonces —murmuró Jen.

—O sí —bromeé—. Un problema menos en mi vida.

Jen se apretujó contra mi cuerpo y vi que se tensaba un poco al mirar la cocina. El imbécil de su exnovio estaba ahí con la que supuse que era la amiga de la que tanto había hablado. La miré con curiosidad y nuestras miradas se cruzaron. Cuando ella me parpadeó varias veces y me sonrió dulcemente, no pude evitarlo y le puse una mueca casi de aburrimiento antes de negar con la cabeza y volver a centrarme en Jen.

Pasamos el resto del día en casa de Jen, y los invitados no tardaron en marcharse. Me sorprendió un poco que su madre fuera la primera en ofrecerme dormir con Jen en lugar de compartir habitación con uno de sus hermanos. Después de todo, ya no estábamos juntos.

?Por qué parecía que todo el mundo quería que volviéramos a estarlo? Solo les faltaba encerrarnos en una habitación a solas.

Bajé a cenar con Jen y ella pareció mucho más animada que cuando había llegado. De hecho, no se despegaba de mí, cosa que no era muy habitual en ella. Normalmente, era yo el que tenía que abrazarla para que se acercara. Ese día era el revés. No dejaba de abrazarme y pegarse a mí. Y, la verdad... me encantaba.

Empezamos a cenar en silencio mientras los demás hablaban entre ellos de cosas que no me importaban. Sonreí cuando la miré de reojo y la pillé mirándome. Se le encendieron las mejillas y fingió que estaba centrada en su plato.

—No sabes disimular, ?eh? —le dije en voz baja.

—No sé de qué hablas —dijo, enrojeciendo todavía más.

Le puse una mano en la rodilla, divertido, y ella me la devolvió a mi regazo, también divertida. Lo hicimos unas cuantas veces hasta que finalmente ella me sujeto la mano y me dio un beso en la palma, como la primera noche que habíamos dormido juntos desde que ella había vuelto. Después, se la colocó en el regazo y empezó a recorrérmela distraídamente con los dedos.

—Te estás volviendo muy cursi, Mushu —bromeé.

—Yo no soy cursi —masculló, avergonzada.

—Y yo tampoco, pero estás haciendo que lo sea —le aseguré.

—Creo que debería sentirme mal, pero no lo hago —dijo felizmente.

—Yo tampoco lo haría.

Iba a decir algo más, pero Will nos interrumpió cuando se giró hacia nosotros. Bueno, más bien hacia Jen.

—?Les has contado ya lo del embarazo?

Oh, oh.

Jen congeló sus caricias al instante y yo noté que todo el mundo se quedaba en silencio, mirándonos fijamente.

Bueno, corrijo: el padre de Jen solo me miraba fijamente a mí. Y casi pude sentir como las dagas que me lazaba con la mirada me atravesaban el cráneo.

—?Embarazo? —repitió lentamente.

No pude evitar sonreír un poco cuando vi la cara de horror de Jen.

—?Estás embarazada! —chilló mi madre, y no supe muy bien si estaba emocionada o asustada.

—?Eh? —Jen parecía completamente perdida.

—?Un bisnieto! —mi abuela dejó la copa sobre la mesa, lamentándose—. Ay, Dios mío, envíame ayuda. La voy a necesitar.

Intenté decir algo, pero la madre de Jen se adelantó.

—?Otro nieto! Cari?o, ?no habíamos hablado de esto? ?No tienes por qué seguir los pasos de tu hermana!

—?No, yo no...!

—?Sabes que puedo oírte? —protestó mi querida cu?ada.

—Y él también —dijo Spencer, tapando dramáticamente los ojos de Owen, el sobrino de Jen.

—Mira que te dije que tuvieras cuidado —murmuró Shanon.

—?Que yo no...!

Di un respingo cuando vi que una cuchara se plantaba delante de la cara de Jen. Ella abrió mucho los ojos cuando vio que su padre la se?alaba con ella, furioso.

—Pero ?se puede saber qué parte de usa los condones que te di no entendiste? ?Pensé que no volveríamos a pasar por esto!

—?Que no est...!

—?Que tu hermana lo hiciera puedo entenderlo! Pero ?tú?

La hermana de Jen los miraba con la boca abierta, ofendida.

—?Sigo pudiendo oíros!

—?Y él también! —exclamó Spencer, que no había dejado de cubrirle los oídos al crío, aunque él no parecía muy afectado mientras seguía devorando su plato tranquilamente.

—Pero... —Jen me miró en busca de ayuda.

—?Ni me hables! —le gritó su padre.

—?Jack! —Jen me miró, casi desesperada.

Sonreí un poco, pero mi sonrisa se borró de golpe cuando el padre de Jen se puso de pie de golpe y clavó un pu?o sobre la mesa ruidosamente, se?alándome con la cuchara.

Joana Marcús Sastre's books