—Ella es la que tiene que tener paciencia conmigo —le aseguré. Había jodido las cosas muchas más veces que ella.
—Ya —de pronto, dejó de sonreír y la mano que tenía en mi cuello se apretó amenazadoramente—. Y ya que estamos, aprovecho para decirle que como le hagas da?o a mi ni?a voy a lanzarte al otro lado de la ciudad de una patada, ?me has entendido?
Asentí con la cabeza enseguida. él sonrió como un angelito y me dio una palmadita en la espalda.
—Perfecto, Jack. Venga, vete a dormir. Ya te he molestado bastante.
Me di la vuelta sin ser muy consciente todavía de lo que acababa de pasar, pero me detuve cuando apenas hube dado dos pasos porque me había vuelto a llamar.
—Oye, Jack.
—?Sí? —pregunté, mirándolo.
—Nada de guarradas bajo mi techo —advirtió, se?alándome amenazadoramente.
Sonreí, divertido, y asentí con la cabeza antes de subir de nuevo las escaleras y volver a la cama con Jen.
***
Jen durmió también durante gran parte del trayecto en avión. Yo leí un libro en el móvil distraídamente. Estaba un poco nervioso por la perspectiva de volver. No sabía cómo serían las cosas a partir de ahora. Y si Jen estaba bien.
Llevé a mamá a casa y luego volví a nuestro edificio con mi abuela, que se despidió de mí estrujándome las mejillas. Will, Naya y Jen ya habían llegado y estaban sentados en el salón con Chrissy y Sue. Me dejé caer junto a Jen al instante.
—?No está Mike? —preguntó Naya, confusa.
—Está dándose una ducha —murmuró Sue—. ?No lo oís gritando como si mataran un bicho ahí dentro?
Joder, sí. ?Cómo podía alguien que cantaba tan mal creer que cantaba tan bien? Nunca lo entendería.
Después de los intentos fallidos de Naya de hacer algo comestible para comer, Will decidió pedir comida rápida —cosa que todos agradecimos por nuestra salud—. Comimos viendo una serie aleatoria y, por la tarde, Jen volvió a su modo perezoso y se tumbó con la cabeza en mi regazo. Sonreí disimuladamente y le pasé los dedos por el pelo.
Justo cuando noté que empezaba a relajarme yo también, Chrissy resopló de forma lastimera.
—Qué asco da estar solo —murmuró.
—Espera —Jen lo miró—, ?estar solo? ?Y Curtis?
—?Ha vuelto a pasar de ti, Chrissy? —sonreí maliciosamente.
—?No ha pasado de mí! —era tan obvio que mentía que casi me reí.
Jen abrió mucho los ojos, incorporándose.
—?Ha pasado de ti?
—?Solo... hace dos días que no me habla!
—Ah, bueno —Jen se encogió de hombros.
Sue y yo intercambiamos una mirada divertida que a Jen no le pasó por alto.
—?Qué? —preguntó, confusa.
Negué con la cabeza, dando la relación por muerta. Sue estuvo de acuerdo. Jen no parecía entenderlo.
Qué inocente era... solo queríamos irritar al pobre Chrissy.
—Son dos días —le dije significativamente, divertido.
—Es... muy poco, ?no?
—?Muy poco? —me hice el alarmado.
—Dos días es mucho tiempo en esos casos —le aseguró Sue malévolamente—. Especialmente al principio.
—Son dos días —insistió Jen inocentemente—. No sabéis si ha tenido... yo qué sé... una emergencia o algo así.
Chrissy se cruzó de brazos, ofendido.
—?Más emergencia que llamarme?
—Alguien pillado no espera dor días a llamarte —continué.
Nuestro guitarrista rarito lo hacía.
Espera, ?qué?
?Eh?
?Guitarrista... rarito?
Mierda, ya me he vuelto a equivocar de cabeza.
Vale, estaba volviéndome loco. Confirmado.
—?Y cuántas veces te has pillado tú, experto? —me provocó Jen.
—Solo una. Pero me ha dado tantos dolores de cabeza que ya me considero experto en la materia.
La conversación siguió sin interrupciones... hasta que apareció el idiota de mi hermano, claro, que se dejó caer al otro lado de Jen con una sonrisita pervertida que me hizo poner una mueca.
Y peor fue mi mueca cuando se abrazó a Jen y pegó su cabezota fea entre sus tetas.
—Esto es como una gran comuna hippie —me dijo felizmente—. Todo es de todos. ?A que sí, cu?adita?
Jen me miró, dubitativa, sin saber qué hacer.
—Eh...
—No todo —mascullé.
Le empujé bruscamente la cabeza y lo aparté de Jen, acercándola a mí. Mike se sujetó la cabeza dramáticamente.
—?Ten cuidado! ?Podrías haberme matado!
—Mala hierba nunca muere.
Y pegué a Jen a mi lado.
—?Te recuerdo que somos hermano, tú también eres mala hierba!
Y Mike pego a Jen a su lado.
—?Podéis...? —intentó decir ella.
—Oye, ?y tú banda no está triunfando? —le pregunté a mi hermano, irritado—. ?Por qué no te compras tu propio piso?
Y pegué a Jen a mi lado.
—Vivir solo es aburrido.
Y Mike pegó a Jen a su lado.
—Vivir contigo es un tormento.
—?Dejad de...! —volvió a intentar decir Jen.
—?Y por qué no te quedas a dormir en cada de una de tus mil novias?
—Estoy intentando cambiar a mejor y ser un hombre de una sola mujer, ?vale?
—Pues buena suerte encontrando una sola mujer.
—?Lo mismo te digo, capullo!
—Garrapata.
—Imbécil.
—Idiota.
—Amargado.
—Gorrón.
—Pesad...
—?Los dos sois unos pesados! —gritó Jen de repente.
Los dos quedamos muy quietos cuando se puso de pie, zafándose de nuestros brazos, y nos se?aló a ambos.
—Tenéis exactamente el mismo nivel de pesadez, así que dejad de discutir sobre quién es peor. ?Sorpresa! Lo sois los dos.
Hubo un instante de silencio justo antes que de Mike y yo frunciéramos el ce?o a la vez.
—Tampoco hacía falta llamarnos pesados —se ofendió Mike.
—Sí, Jen, te has pasado.
—?Qué yo...? —ella parpadeó, perpleja.
—?Te parece bonito llamar pesado al chico que te ofrece su cama cada noche?
—?O a su hermano querido?
—No me creo que solo estéis de acuerdo en esto —murmuró Jen, poniendo los ojos en blanco.
Y, justo cuando empecé a sonreír, Mike hizo lo que era su especialidad: hacer que cundiera el pánico.
—Oye —sonrió a Jen—, tú también irás a la cena de mis padres esta noche, ?no?
Oh, mierda.
Jen me miró, sorprendida.
—?Eh?
—Gracias, Mike —mascullé.