Menos mal que Jen todavía cerraba la puerta del garaje cuando mi madre se acercó con una sonrisita feliz y me estrujó las mejillas con los dedos.
—Me alegra que hayáis venido los dos juntitos —canturreó.
—Mamá... —mascullé, avergonzado, intentando apartarme.
Al menos tuvo la piedad de soltarme cuando Jen llegó.
—Hola, querida —le dijo mamá con su sonrisita encantada—. ?Cómo estás?
—Bien. Gracias por invitarme —Jen sonaba bastante tímida.
—Gracias por venir. Jackie me había dicho que quizá no querrías.
Jen me dirigió una mirada rencorosa, desenterrando el hacha de guerra por enésima vez.
—Madre mía, tampoco he matado un perrito —mascullé—. No me mires así.
Y empezaron a burlarse de mí. Puse los ojos en blanco. Hora de ir a ver a mi abuela.
Casi me caí de culo al suelo cuando la vi masacrando un supermercado con mi hermano en la consola.
—?Tengo que matar a ese? —le preguntó a Mike con una mueca de concentración.
—?Sí, rápido o sacará una ametralladora y...! —ahogó un grito cuando la pantalla se volvió roja—. ?ABUELA! ?Ya te ha matado!
—Pero... ?si era un ni?o!
—Abuela, tenía treinta a?os.
—Pues eso, un ni?o.
—?Saca ya las granadas o...! ??ABUELA!! ?Vas a hacer que nos maten a los dos!
—?Sabes lo que contamina una granada, jovencito? No usaré eso.
Jen me dedicó una sonrisita divertida antes de que ambos nos acercáramos a ellos. Creo que ninguno de los dos se dio cuenta de nuestra presencia hasta que estuvimos justo al lado y mi abuela miró a Jen con una sonrisita encantada que era casi la misma que la de mi madre.
Por favor, ?no podían disimular un poco que se alegraban de volver a verla viniendo por aquí?
—Hola, Jennifer —le dijo felizmente—. ?Has visto esto? Me estoy modernizando.
—?Estás segura de que quieres empezar esto de los videojuegos disparando? —pregunté, divertido.
—Relaja bastante. Creo que me compraré una consola de esas para mi casa. Y mataré a la gente cada vez que me sienta frustrada.
Mi abuela, todo un encanto.
Estuvimos con ellos hasta que mi padre bajó las escaleras. No nos miramos el uno al otro. Había cierta tensión en el ambiente, como cada vez que nos veíamos. Noté que Jen me echaba una ojeada en cuanto él desapareció en la cocina, pero fingí que no me daba cuenta.
Fuimos todos a la mesa y me acomodé junto a Jen, que parecía algo nerviosa, también. Sin embargo, me distraje cuando vi que mi padre no se sentaba, solo daba tumbos con aire ansioso.
—?Qué haces? —preguntó mamá, mirándolo.
—Estoy esperando... oh, ahí está.
Apenas había sonado el timbre y ya había ido a toda velocidad a la entrada. Miré a mamá con la pregunta grabada en los ojos, pero ella se encogió de hombros con aire perdido. Tampoco sabía nada.
Es decir... que no iba a gustarnos a ninguno de los dos. Si no, lo sabríamos.
Noté que Jen daba un respingo a mi lado y me obligué a mí mismo a mirar a mi padre, que como ya sospechaba... no vino con nada que fuera a gustarme demasiado ver.
Vivian, a su lado, me dedicó la sonrisita perfecta que usaba en las entrevistas.
—?Vivian? —preguntó mamá, sorprendida.
Papá le se?aló a Vivian la silla libre que había entre él y la abuela Agnes. Parecía encantado.
—Pensé que sería una buena idea que viniera. Para que conociera a la familia.
?Y para qué demonios tenía que conocer Vivian a mi familia?
De mi padre me lo esperaba, pero... ?de ella? ?Para qué había accedido? Sabía que no me gustaría. No entendía a esa chica.
—?Para que conociera a la familia? —repitió mamá, con el tono que solía usar para rega?arnos a mí o a Mike, pero que nunca había usado con mi padre.
Espera, ?mi madre estaba hablando con firmeza a mi padre?
Levanté las cejas, sorprendido, mientras Vivian se sentaba y decía no sé qué. Yo solía podía mirar fijamente a mi madre. Verla respondiendo a mi padre sin miedo a las consecuencias era... extra?amente agradable. Nunca había visto esa faceta en ella.
Pero ahora no era el momento. Primero, tenía que asesinar a mi padre con la mirada. Así que lo hice por un rato para sentirme realizado conmigo mismo.
La conversación de esa cena fue... considerablemente incómoda. Me daba la sensación de que solo hablaba Vivian. Y no dejaba de hacerlo. Eché unas cuantas ojeadas a Jen, pero me daba la sensación de que tenía la misma expresión intimidada que la primera vez que se había encontrado con Vivian. Y eso me frustraba bastante.
Y lo peor es que Vivian sabía que provocaba eso en ella, porque cuando la miré con mala cara se limitó a sonreírme dulcemente, aumentando mi mal humor.
—Bueno —dijo mi abuela, cortando en seco una frase Vivian y dirigiéndose a Jen—, no pude felicitarte por tu cumplea?os. Felicidades atrasadas, querida.
Jen levantó la mirada por primera vez desde que nos habíamos sentado y le dedicó una peque?a sonrisa.
—Oh, es cierto —mamá también la miró—. Felicidades, Jennifer. ?Has recibido algún regalo?
Noté que mis hombros se relajaban cuando Jen me dirigió una sonrisita bastante privada.
—Jack me dijo que le habías aconsejado a la hora de elegirlo.
La verdad es que me daba un poco de vergüenza que a mi madre se le iluminara la mirada cada vez que me llamaba Jack en lugar de Ross.
—Oh, sí. Espero que te guste el óleo.
—Y pintar —a?adió Mike, a quien casi no le cabía espacio en la boca para respirar porque parecía querer ahogarse a sí mismo en lasa?a.
—Me encanta —le aseguró Jen, y se le iluminó la expresión, como siempre que hablaba de algo que le gustaba—. No puedo esperar a estrenar la caja.
—No entiendo eso de pintar —murmuró Mike—. Es decir... ?no te aburres? Parece aburrido.
—Es que destrozar un micrófono a gritos es mucho más entretenido —enarqué una ceja.
—Pues tiene su arte —protestó Mike, muy digno—. Y te desahogas.
Sonreí un poco cuando vi que la cosa se había calmado, pero todo volvió a irse a la mierda cuando escuché que Vivian se aclaraba la garganta y Jen la miraba.