Supe que había puesto mi vida en peligro incluso antes de que ella se girara hacia mí con la ni?a del Exorcista.
—Es decir... —empecé, echándome hacia atrás inconscientemente.
—?Quieres morir? —me se?aló, furiosa.
A veces.
—No, se?ora.
—?Vas a volver a llamarme Michelle, Ross?
Probablemente.
—No, se?ora.
—Eso me había parecido —y agitó el dedo delante de mí de forma que supuse que pretendía que fuera amenazadora.
Salió de la habitación y me apresuré a seguirla mientras iba hablando sobre no sé qué. Miré de nuevo la hora. Tres minutos. Mierda, no quedaba mucho tiempo. ?Qué tenía que decirle? ?Solo felicitarla? ?No sería muy aburrido o...?
Me detuve de golpe cuando me di cuenta de que me miraba fijamente, confusa.
—?Eh? —murmuré.
—?Me estabas escuchando?
—Sí, sí.
—?Y qué decía? —enarcó una ceja, divertida.
—Que... ?algo sobre un coche?
Me puso mala cara. Vale, respuesta incorrecta.
—?He dicho Gucci, no coche! ?Qué te tiene tan distraído? —me dio un repaso con los ojos.
—Nada.
—Ross...
—Nada —oh, no, maniobra de distracción, ?rápido!—, ?qué miras tú?
—?Eh?
—Me acabas de dar un repaso con los ojos. Lo he visto.
Jen dio un paso atrás y su cara delató que era verdad.
—?Eh? —repitió, empezando a enrojecer—. No, yo no...
—Sí, tú sí —sonreí ampliamente.
—?Que no!
—?Que sí!
—?Que no!
—?Que sí, Mich...! —y me dio un manotazo en el estómago—. ?Auch!
—?Que no me llames Michelle, pesado!
Se marchó muy enfadada y le miré el culo antes de seguirla, divertido.
—?Sabes que eso es maltrato? Y por tercera vez en una noche. Podría denunciarte.
—Pues búscate a otra que te ajuste las corbatas y te ordene el armario. Y que te aguante.
Sonreí, encantado, y miré el móvil de nuevo antes de acercarme a ella. Jen se había sentado en el sofá, así que le aparté las piernas para tener lugar y, bueno... quizá también para robarle el mando de la televisión.
—?Qué es esta basura? —pregunté, se?alando el reality que estaba viendo.
—?Por qué solo es basura cuando no te gusta a ti?
—Porque yo tengo buen gusto.
Y ella era la prueba, después de todo.
—?Quién te ha dado permiso para cambiar de canal? —se enfurru?ó.
—Los papeles del piso. Y de la televisión. ?A que no sabes qué pone en esos papeles?
Estuve a punto de a?adir un Michelle al final, pero me contuve para salvar mi vida.
—?Que son tuyos? —sugirió, entrecerrando los ojos.
—Bingo —me llevé la mano al corazón dramáticamente—. Eres muy lista.
Cambié de canal con una sonrisita triunfante mientras ella seguía matándome con la mirada.
—Y en esta casa no se miran realities basura —a?adí para irritarla.
—?No son basura!
—Son muy basura.
—Tú sí que eres basura.
—Tú más.
—No, tú más.
—No, tú mucho más.
—No, tú muchísimo más.
—No, tú muchisísimo más.
—No tú much... —suspiré, todavía cambiando de canal—. ?Por qué demonios no hacen nada que valga la pena?
—Porque saben que tú tienes el mando.
Sonreí, divertido. ?Por qué había tardado tanto en volver? Echaba de menos que me callara con bromas crueles.
—No te metas conmigo o volveré a llamarte Michelle —amenacé.
—?Tú puedes meterte conmigo y yo contigo no?
—Exacto.
—Pues me parece fatal. Todos mis amigos han hecho eso siempre.
—Pues tendremos que cambiar eso. Aquí los derechos a meterse contigo están reservados.
—?Y solo tú puedes meterte conmigo?
—Sí, solo yo.
Y en todos los aspectos, querida Michelle.
Volví a mirar el móvil. Un minuto. Estaba nervioso. ?Por qué demonios estaban nervioso?
Justo cuando vi que Jen se incorporaba para ver qué miraba con tanta atención, me apresuré a esconder el móvil.
—?Qué demonios mir...?
—Sht —y le puse un dedo sobre los labios, divertido.
Ella miró el dedo y luego me puso mala cara, apartándose.
—Oye, ?qué...?
Ah, no. Cuando intentó volver a asomarse, le cubrí la cara entera con la mano. No pude evitar empezar a reírme cuando se frustró conmigo.
—?Suéltame! —y me pellizcó la mu?eca sin piedad—. ?No puedo ver nada!
—Esa es la idea.
—?Suéltame!
—?Espérate, pesada!
Miré el móvil. Ya casi...
—?Esperar a qué?
—Que te esperes.
—??A qué quieres que esp...?!
La solté de golpe y le estrujé ambas mejillas con una mano, ense?ándole el móvil felizmente. Las doce en punto. Perfecto.
Pero... claro, Jen solo se quedó mirándolo con una mueca de confusión.
—Precioso fondo de pantalla —me dijo.
Oh, iba a matarla.
Ella me miró, confusa.
—?Me vas a decir ya qué...?
—Feliz cumplea?os, Jen.
Me quedé en silencio con una sonrisita orgullosa, esperando el momento en que ella reaccionara.
Pero... nada.
Pasaron unos cuantos segundos y lo único que hizo fue abrir mucho los ojos.
—Oh —masculló, pasmada.
—No me digas que se te había olvidado —enarqué una ceja.
Y se puso roja, claro.
—?Eh? —murmuró torpemente—. ?Claro que no se me había olvidado!
—Claro que sí se te había olvidado —sonreí, divertido.
Qué desastre era Jen. Pero bueno, era mi desastre.
—?Que no...! —intentó insistir, pero la corté al volver a apretujarle las mejillas.
—Eres un desastre, Will tiene razón —dije, divertido—. Y mira que a mí se me dan mal estas cosas, pero superarte es cada vez más difícil. En fin, feliz cumplea?os. ?Cuántos cumples? ?Doce a?itos? ?Diez?
Ella me puso mala cara y me apartó la mano, irritada, pero no me podía importar menos.
Definitivamente, había valido la pena irme de ahí. Aunque la bronca de Joey iba a ser interesante.
***
—?Irte de tu propia premiere! ??Cómo se te ocurre, Ross?!
Y... ahí estaba la bronca de Joey.